martes. 23.04.2024
El Tiempo

Y el ganador es…

Y el ganador es…

Habrá triunfos de todos los colores. Fueron alrededor de dos mil, los cargos de elección popular que se disputaron de tal modo que con seguridad todos los partidos pueden hablar de triunfos.

Fueron quince los estados que  vivieron la jornada. Catorce en proceso ordinario y uno en proceso extraordinario. Cada una de las circunstancias y características que atestiguamos de forma presencial o a través de los medios, pueden ser objeto de análisis en columna especial pero hoy vale la pena repasarlas aunque sea de manera breve.

La violencia que caracterizó no sólo la jornada del domingo sino todo el proceso, es un detestable sello que marcará los resultados del siete de julio. De los quince estados, nueve registraron hechos violentos de alto impacto como atentados, secuestros y homicidios. Veracruz presenta el mayor número de hechos violentos asociados al proceso electoral, pero Oaxaca, Durango y Zacatecas también destacan en este rubro. Terminamos la jornada con más de una decena de muertos.

Pero la violencia no sólo se reduce a los actos descritos en el párrafo anterior. Violencia también es la intimidación, a través del uso de las fuerzas de seguridad de cualquier nivel. Violencia es cuando el Estado hace uso de sus medios para atemorizar en inhibir al elector, en lugar de garantizarle el ejercicio del derecho a votar con libertad y seguridad. Violencia también es el robo y destrucción de urnas; violencia es no poder gozar de un proceso pacífico, libre y ¿por qué no? festivo.

El otro sello de estas elecciones fue el abstencionismo.  No es un fenómeno único de la democracia en México. En los países con menos desarrollo, por unas razones y en los desarrollados por otras, es un elemento presente contra el que se lucha en las estrategias de campaña, sin embargo, cuando vemos los escandalosos niveles que reportan los cómputos, todo queda cuestionado: los candidatos, las estrategias, los gobiernos, los órganos electorales. El sistema muestra sus más profundas grietas y debilidades.

El ejemplo más claro lo vemos en Baja California. Por disputarse la gubernatura a diferencia del resto de los estados, se podría haber esperado un mayor interés del electorado. Sin embargo, los números con los que se cuenta al momento arrojan más del 60% de abstencionismo. El 40% que si votó se reparte entre los distintos contendientes y el voto nulo. En Chihuahua y Zacatecas sólo votó 35% del padrón y en Oaxaca sólo 30%.

De origen multifactorial, el abstencionismo revela desde temor y desinterés, hasta una posición deliberada para manifestar el rechazo y el hartazgo hacia un sistema político que responde cada vez menos al país y a sus ciudadanos. Con los ciudadanos no militantes sin participar en las elecciones, se deja el mayor porcentaje del resultado a las estrategias de movilización de las estructuras partidistas. Nada menos deseable que eso.

Y bueno, vale la pena voltear a ver también los ejercicios que se dieron en algunos estados como innovaciones al proceso, y a los que tendríamos que dar seguimiento. En específico, el Instituto Electoral de Zacatecas recibió votación con algunas urnas electrónicas que se han usado en otro tipo de actividades pero por primera vez se emplearon en el proceso electoral constitucional.

De más relevancia es que también en Zacatecas, por primera vez se postularon, debidamente reglamentados, los candidatos independientes. En el municipio Gral. Enrique Estrada, tendrán un alcalde que logró el triunfo sin la plataforma de un partido político y, por cierto, donde el abstencionismo sólo llegó al 30%.

Además, en Veracruz y Coahuila fueron electos ayuntamientos con periodos ampliados de cuatro años, no reelegibles para el periodo inmediato. Las pequeñas y aisladas reformas se esfuerzan por asomar la cabeza; sin embargo, México sigue esperando una reforma política que profundice en los problemas que alejan al ciudadano de la participación política y proponga soluciones de fondo. Reconociendo el gran fracaso del sistema este 7 de julio, debemos seguir apostando por la democracia con adjetivo: calidad.