jueves. 18.04.2024
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Facebook y la condescendencia colectiva

Facebook y la condescendencia colectiva

 

No quiero vivir en una sociedad que hace este tipo de cosas… No quiero vivir en un mundo donde se registra todo lo que hago y digo. Es algo que no estoy dispuesto a apoyar o admitir.
Edward Snowden, hablando con The Guardian, en junio de 2013.

Cuando Facebook apareció en la escena mundial o en el mágico mundo de internet, yo tenía bastantes dudas para abrir mi cuenta. Como otras personas, me enteré de que a través de esta innovadora red social eran ubicados muchos jóvenes para ser secuestrados.

Cuando por fin me decidí y entré a Facebook, me sorprendí: pude reencontrarme muy gratamente con amigos y familiares de los que no tenía conocimiento desde hace años, algunos que viven en otras ciudades o en otros países. Me uní a la comunidad de los ex de la secundaria, de la prepa, de la universidad, del trabajo y hasta en un club de primos.

He sido testigo de cómo esta nueva forma de comunicación y socialización ha sido benéfica para encontrar y mantener comunicación con amigos y familiares, para localizar personas extraviadas y animales perdidos, denunciar maltrato, exponer públicamente imprudencias y acciones reprobables de malos funcionarios públicos o ciudadanos.

Además he observado como a un clic de distancia podemos compartir o enterarnos de hechos, accidentes, tragedias. Pero también del nacimiento de un bebé, de logros personales y acciones, avances importantes en el quehacer diario de ciudades, estados y naciones.

Gracias a Facebook podemos unirnos a grupos civiles, observar y contribuir en sus avances día a día. Nos enteramos del sentir de ciudadano y somos testigos de cómo movimientos como “Yo soy 132” se convierten en un precedente en la historia.

Todo lo anterior positivo, nuevo, extraordinario. Pero desgraciadamente, como en todo, existe un lado obscuro.

En Facebook también encontramos pornografía y de todo tipo, que impune y sin límites, invade la privacidad de sus posibles “clientes”. Sin saber cómo lo hacen, estas personas se hacen “amigo” de alguien, después postean fotos (pornográficas) en las que supuestamente el “amigo” le ha dado un click en “me gusta” y hasta ha comentado algo. Claro, el susodicho muchas veces no se da cuenta de esto, hasta que un verdadero amigo se lo hace saber.

Varias conocidas se han quejado amargamente porque algunas personas malnacidas han intervenido las cuentas de sus hijas menores, posteando a nombre de ellas información perversa y maliciosa.

Una escritora amiga mía ya nos había etiquetado a todos sus amigos en un mensaje “raro” sin saberlo y, claro, sin haberlo hecho en realidad.

A mí me han etiquetado en publicidad que ni me gusta, ni consumo y con la que no tengo nada que ver, algo así como: “a Claudia Jurado le gusta viajes el mundo”, o “a Claudia Jurado le gusta el político tal”. A lo que sólo puedo exclamar: ¿Que qué? Al ver esto me siento utilizada e impotente; no hay dónde se pueda reclamar. También han bloqueado mi cuenta, dizque por enviar invitaciones a gente que no conozco, ¡cómo si me hiciera falta!

Pero esto no es todo lo malo que hay en Facebook.

El presidente de la Fundación de Software Libre de Europa (FSFE), Karsten Gerloff, ha declarado que "para Google y Facebook somos productos, no clientes", y ha alertado de que esas mismas compañías, "sin ningún aviso previo, están nutriendo a los servicios secretos". Lo cual me hace reflexionar muy seriamente sobre la forma de ver a estos actuales gigantes de la era tecnológica, y pensar que las declaraciones de Gesloff tienen sentido.

Generalmente procuramos ser más cuidadosos cuando alguien nos aborda directamente, cara a cara, y nos pregunta por nuestra vida personal. Pero en el Facebook no sucede así. Ahí nos sentimos más en confianza, decimos y ponemos tantos detalles que reflejan mucho más nuestra vida, nuestra personalidad, nuestra intimidad.

Desde que abrimos una cuenta en Facebook, somos confesados: ¿Cuál es tu nombre? ¿A qué te dedicas? ¿Dónde trabajas? ¿En dónde vives? ¿Cuándo naciste? ¿Situación sentimental? ¿Cuáles son tus creencias?, ¡Ufff! entre otras preguntas. ¡Ah!, pero eso sí, cuando no terminas de llenar tu perfil te lo recuerdan cada vez que tienes alguna actividad, y no dejarán de hacerlo aunque lo ignores.

De manera inocente platicamos cómo nos fue en el día, qué hacen o dicen nuestros hijos, nuestra familia, el novio (a), esposo (a), padres, etc. Pero también confesamos abiertamente cuáles son nuestras películas, series, libros, canciones, artistas, marcas y páginas favoritas. En muchas de nuestras fotos mostramos con quién, dónde y hasta cómo vivimos.

Facebook correlaciona mucha más información de la que tú y yo estamos conscientes. Si familiares o amigos nos etiquetan afirmando un parentesco y confirmamos nuestras relaciones personales, estamos informando tanto, que si nuestros abuelos y tatarabuelos tuvieran una cuenta, podríamos tener un perfecto árbol genealógico de nosotros, al que todos tendrían acceso, y seguramente cuando nosotros seamos abuelos así será.

Con cada “Me gusta” es como si llenáramos un como en un test psicológico, se determina cómo pensamos, qué preferimos, qué nos gusta y qué nos disgusta.

¿Algo más? Sí, claro, también saben qué navegador usas y su versión, cuál es tu software, la dirección IP de tu computadora o dispositivo electrónico y el lugar exacto de tu ubicación terrestre, aunque no la difundas mientras comes en el restaurante de moda.

Con toda esa información se obtiene un perfil psicológico, social y político personal tan detallado, que no es descabellado pensar que somos “materia comercial”. Así nos llega la publicidad que Facebook sabe vender muy bien.

Si tú quieres comprar publicidad para tu página, la red social te ofrece con una efectividad impresionante, la oportunidad de determinar con tan sólo algunos clics tu mercado meta: la ciudad o ciudades, el estado civil, edad, profesión, etc., de las personas a las que te interesa llegar para darles a conocer tu producto o servicio.

Así es como Facebook se convierte en una herramienta tan efectiva y barata para obtener información personal a un solo clic.

La historia que nos han platicado sobre Facebook es que surgió con la intención inicial de crear una red de conexión entre los estudiantes de la Universidad de Harvard.

Pero hoy en día, algunas fuentes afirman que Facebook es un arma militar de espionaje y desestabilización, hecha para captar información de los usuarios y manipularlos con fines geopolíticos y estratégicos. Y aseguran que en ella participan todos los 16 servicios de inteligencia de los Estados Unidos, comenzando por la CIA, el Pentágono y el Departamento de Defensa. “Es un servicio que fomenta el individualismo para mantener un mayor control de la masa”.

Sea mito o realidad, lo extraño es que todos los usuarios contribuimos cada día a que, gracias a la bondad en la gestión de la información que, voluntaria e imperceptiblemente en la mayoría de los casos, les aportamos.

Es probable que Facebook sea el mayor ejercicio de condescendencia colectiva en la historia de la humanidad.