viernes. 19.04.2024
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De campañas (y) mamilas

" El medio hostil a la lactancia del que habla la ESANUT, tiene que ver especialmente con políticas públicas, con la forma de llevar a cabo los programas sociales que el gobierno controla y especialmente con las condiciones laborales de las mujeres. ¿Por qué no en lugar de tanta difusión se ponen a trabajar adecuadamente en los programas que existen? ¿Porqué no dedicamos todo el dinero hoy malgastado en campañas ineficientes y populistas, a la creación de guarderías cercanas a los centros de trabajo accesibles a todas las madres? "

De campañas (y) mamilas

Creo que hay un acuerdo unánime entre ciudadanos en relación a la necesidad de bajar los gastos que los gobiernos y los políticos utilizan para autopromocionarse con cargo al erario. No debemos seguir pagando con nuestros impuestos campañas dirigidas a convencernos de que el gobierno en turno es el mejor del mundo o que el titular de cualquier oficina pública es quien el destino nos guarda para comandar el timón de la nación, el Estado o el Municipio. Eso está más que claro, y si el asunto no ha mejorado – se siguen gastando toneladas de recursos para esos fines –  es porque nuestros políticos y legisladores siguen haciendo leyes pensadas para sí mismos.

Pero el asunto no es tan claro cuando se hacen campañas con aparentes fines sociales, pero que en el fondo no tienen otro objetivo que mandar el mensaje a la ciudadanía de que el gobierno en turno está realmente preocupado por nosotros. O bien, campañas creadas con tan poco conocimiento del origen de los problemas que tiran el dinero a la basura. Ejemplos hay muchos, pero el caso más comentado en estos días es la campaña a favor de la lactancia materna que el Gobierno del Distrito Federal ha puesto en las calles.

La campaña consiste en una serie de fotos de artistas esculturales, con el torso desnudo, pero tapado por una breve tela en la que se lee: “no le des la espalda, dale pecho”. La campaña, según argumenta el creador de la misma, se diseñó porque “muchas mujeres por egoísmo (perder la forma de sus senos) no dan leche materna”. Algunas críticas le han venido por el estilo, demasiado sensual. Pero me parece que el asunto de fondo es otro.

Pocos estarán en desacuerdo con que el tema es relevante. Casi nadie está en contra de los beneficios que tienen los recién nacidos que disfrutan del pecho de sus madres. “La lactancia materna, tal como lo recomienda la OMS, se relaciona con una mayor supervivencia infantil, así como con una menor morbilidad del niño y de su madre” nos dicen los responsables de la última encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ESANUT 2012). El estudio indica que aunque la mediana de la lactancia materna en México es de 10.2 meses, cada vez más madres combinan la leche materna con otros líquidos y alimentos: la lactancia materna predominante bajó del 25.1 al 22.7 % en 6 años.  Los bebés que fueron alimentados exclusivamente de pecho durante los primeros 6 meses de vida – recomendación de la OMS – eran el 22.3 % en el 2006 y fueron solo el 14.5% en el 2012 en las zonas urbanas. En las rurales bajó del 36.9% al 18.5% y es más dramática, no solo porque los puntos porcentuales de descenso sean más, sino porque la alimentación sustituta que se les está dando a estos niños y niñas es de menor calidad. La ESANUT señala que “la alimentación complementaria es más adecuada en el medio urbano que en el rural” porque, dice: “se ha incrementado el consumo de alimentos ricos en hierro en el segundo semestre de la vida” en el medio urbano. A esto se le puede sumar lo que muchos psicólogos y madres afirman respecto al vínculo que el acto de amamantar establece entre el bebé y su mamá. En resumen: podemos afirmar que, efectivamente, el tema es pertinente.

El problema no está en la elección del tema, sino en la estrategia. El autor de la campaña ataca, según él mismo reconoce en twitter, al 1.6% de las mujeres que reconocieron que no amamantaban porque perjudicaba su fisonomía. Después argumentará que ese 1.6% es mayor si se considera a las que no reconocen que esa es la causa. Se ve a leguas que el creativo no se dio el mínimo tiempo para hablar con las mujeres más allá de su círculo de amigas. Es decir, se armó una campaña en medios públicos – para que la vea toda la población – pero dirigida a un sector ínfimo (el 1.6% del 86% que no amamanta, de las mujeres madres). O la campaña busca solamente convencer a los ciudadanos de que el gobierno está preocupado por el asunto y ya está haciendo algo al respecto;  o quien negoció con la agencia de publicidad no tiene la suficiente sensibilidad para entender que le estaban vendiendo un producto que no cambiaría absolutamente nada. En cualquier caso, dinero y papel tirados a la basura.

La misma encuesta Nacional de Salud, afirma que “los pobres resultados de lactancia no son sorprendentes cuando se considera que el medio en el que se desarrolla y vive la mujer mexicana es hostil a la lactancia” y apunta otras causas como la falta de apoyo de personal de salud cuando surgen problemas con la lactancia; las prácticas en los centros de salud que separan a los bebés de las madres e introducen otros líquidos en su alimentación. Podemos sumar la publicidad, la práctica médica etc.  Como en muchos problemas sociales, los gobiernos prefieren hacer campañas de medios cuando no pueden o no quieren, o no saben como atacar los problemas de fondo.

Siempre me han molestado las campañas dirigidas a los padres y madres de familia acusándolos de no poner atención a sus hijos (“¿Sabe usted donde están sus hijos?”) ignorando que los padres no están en el hogar porque viajan tres o cuatro horas al día en un transporte ineficiente para ir a trabajar y que faltan los dos porque los salarios de hambre no alcanzan si no se multiplican. Me causan escozor también las campañas que etiquetan y estigmatizan desde la macintosh de un publicista a los grupos populares, haciéndolos aparecer siempre limpios como en telenovela, pero tontos, agradecidos y sorprendidos ante las palabras verdaderas y sabias de sus gobernantes o sus alineados vecinos. Campañas que ofenden a las personas y dilapidan vanamente nuestros recursos.

El medio hostil a la lactancia del que habla la ESANUT, tiene que ver especialmente con políticas públicas, con la forma de llevar a cabo los programas sociales que el gobierno controla y especialmente con las condiciones laborales de las mujeres. ¿Por qué no en lugar de tanta difusión se ponen a trabajar adecuadamente en los programas que existen? ¿Porqué no dedicamos todo el dinero hoy malgastado en campañas ineficientes y populistas, a la creación de guarderías cercanas a los centros de trabajo accesibles a todas las madres?