Más de 100 adjetivos para el masiosare en turno

"Teníamos todos esos problemas antes de que llegara el sátrapa (¡ese me faltó!) a la Casa Blanca y los seguiremos teniendo con Trump o sin él"

Más de 100 adjetivos para el masiosare en turno

Abusivo, agresivo, agreste, antiestético, antipático, arbitrario, autócrata, belicoso, bravucón, bronco, brusco, bufón, Calígula, camorrista, canalla, charlatán, chiflado, colérico, corriente, cretino, delirante, demente, deplorable, desagradable, desastre para el mundo, descortés, desequilibrado, deshonesto, despótico, despreciable, desquiciado, dictador en potencia, discriminatorio, ególatra, embustero, enajenado, enfermo, engañoso, estafador, fascista, falaz, fanático, fanfarrón, grotesco, hipócrita, hostil, idiota, ignorante, imbécil, impulsivo, inculto, infeliz, injusto, inmoral, insociable, insolente, intolerante, intransigente, intratable, inurbano, jactancioso, loco, macho, majadero , mal vecino, maniático, manipulador, maquiavélico, mentiroso, miserable, misógino, narcisista, necio, nefasto, neurótico, ofensivo, orate, ordinario, paranoico, patán, payaso, pedestre, pendenciero, perturbado, petulante, pretencioso, provocador, sicópata, racista, repelente, repulsivo, ridículo, rudo, sexista, sociópata, soez, testarudo, tirano, tramposo, vanidoso, violento, vulgar, xenófobo… y, además, feo.

Como un servicio a la comunidad, me di a la tarea de reunir los adjetivos utilizados contra Donald Trump en los últimos meses. El listado se pone a disposición de periodistas y opinadores profesionales para enriquecer su vocabulario; pero especialmente de políticos y público en general, para que puedan llevar a cabo con ellos el ritual de purificación y exorcismo que describo a continuación: Tómense de las manos alrededor de una mesa de café o de una oficina pública. Quien presida(P), inicie diciendo: “Líbranos Señor de Trump, culpable de todos los males nacionales pasados y por venir.” Los demás respondan(R): “Líbranos Señor.” P: “Del abusivo Trump.” R: “Líbranos Señor.” P: “Del agresivo Trump.” R: “Líbranos Señor…” y así se puede usar todo el listado, hasta “xenófobo”. Otra opción, más rápida, es detener todo lo que se esté haciendo a las 12 del día y hacer la siguiente jaculatoria: “Tú Señor, que conoces todas nuestras necesidades, haznos el favor de llevarte lo más pronto posible a ese Trump…” –aquí se recita la lista de adjetivos, de corridito–. Si se repite el ritual con frecuencia, en cosa de pocos meses, Trump dejará de ser presidente de los Estados Unidos, ya sea porque dimita, porque lo encierren en un manicomio o porque muera atragantado con sus propias babas en un acceso de rabia; la forma será decisión divina. (nosotros pedimos, Dios dicta los detalles).

Y muerto el perro, se acabaron los problemas: la corrupción en México habrá desaparecido; la escalofriante desigualdad entre ricos y pobres habrá cedido y una próspera clase media ocupará el lugar que ahora ocupan en las estadísticas los 40 millones de pobres; los partidos políticos habrán dejado de servirse con la cuchara grande y sus salarios y prestaciones se asimilarán a las de la clase media mexicana; Pemex habrá sido saneado y empezará a producir el 70% de la gasolina que consumimos; se resolverán los crímenes más sonados y los narcos y criminales pastarán junto a las víctimas, los lobos junto a los corderos. Algunas de las cárceles mexicanas se convertirán en hoteles porque no alcanzarán delincuentes para ocuparlas. El problema de los migrantes dejará de serlo, porque las condiciones de trabajo en nuestro país harán innecesaria su huida al extranjero. El mercado interno crecerá de tal forma que la dependencia de nuestras importaciones no nos quitará el sueño, habremos vencido a Lord Voldemort (o a alguien peor que él, Rowling dixit).

Pero, la verdad, es que no. No funcionará. Teníamos todos esos problemas antes de que llegara el sátrapa (¡ese me faltó!) a la Casa Blanca y los seguiremos teniendo con Trump o sin él. No es que quiera minimizar el efecto que tiene que un botarate como él (u otro) ocupe el lugar más poderoso de la tierra. A los migrantes podría irles bastante mal, desde luego. Algunos de nuestros problemas, como el narcotráfico, están ligados indefectiblemente a nuestra vecindad con los Estados Unidos, y nuestra dependencia de las exportaciones y de los bienes gringos es escalofriante. Pero las soluciones fundamentales siempre han estado de nuestro lado. Los principales problemas del país dependen, todavía, de nosotros mismos. La poca clase de la clase política que tenemos no tiene que ver con Trump, ni la impunidad que padecemos, ni la calidad de nuestra educación, ni nuestras disparidades económicas, ni…

A la mejor el… –inserte aquí los calificativos de la lista de arriba– de Trump, nos va a ayudar a unirnos en su contra; pero si esa unión se centra en la “defensa” contra un inútil muro, o en resanar nuestra maltrecha autoestima por los insultos de un botarate mayor, no servirá de nada. Si sirve para atender de manera conjunta los graves problemas nacionales, para dejar los intereses partidistas y construir los mínimos que nos permitan gozar de un estado de derecho, entonces, más allá de los gritos de guerra, el masiosare en turno nos habrá hecho más bien del que podríamos haber imaginado.