martes. 23.04.2024
El Tiempo

Perdón que insista: ¡regreso a las escuelas ya! • David Herrerías Guerra

“Hay daños muy evidentes, como la pérdida del aprendizaje…”
Perdón que insista: ¡regreso a las escuelas ya! • David Herrerías Guerra

Hace más de un año que, intempestivamente, se suspendieron las clases presenciales en las escuelas. Los daños que esto ocasiona a los niños y niñas no se ha evaluado de manera integral, pero hay evidencias ya sobre el tamaño de la catástrofe.

Hay daños muy evidentes, como la pérdida del aprendizaje, que, en el caso de las escuelas más precarias o que albergan a los alumnos con menos recursos será muy importante. Esto ampliará la brecha educativa y la desigualdad. Otro daño evidente es la deserción escolar, que, en muchos casos, no será posible revertir, porque niños y niñas que se pusieron a trabajar no es seguro que quieran regresar a la escuela.

Hay otros menos evidentes, pero importantes y que se irán agravando en la medida en que sigamos con las escuelas cerradas. Hay una pérdida de hábitos personales y familiares: las rutinas diarias y los hábitos asociados a la asistencia a la escuela se construyen y costará trabajo retomarlos. En algunas colonias, los padres expresan que volver a la escuela les implica el costo del transporte, del estrés de la levantada temprano, los refrigerios, los uniformes, y les cuesta trabajo pensar en regresar a eso.

Otro gran problema es la pérdida que están sufriendo los niños y niñas en sus habilidades para convivir, para comunicarse y tomar decisiones en grupos. Para algunos será recuperable, pero para los que entraron en esta pandemia justo en la pubertad o la adolescencia, puede ser más fuerte.

Hay indicios importantes ya de problemas por la adicción a las pantallas, la ludopatía, y el acceso de los niños y niñas de forma poco cuidada a redes sociales que incluso han sido inducidas como estrategias educativas.

De forma paralela hay otros problemas, como el deterioro de los espacios educativos al no ser utilizados o por el vandalismo, así como la pérdida de el empleo, especialmente de las mujeres, que tienen que optar por ser maestras/mamás en casa o mantener su trabajo.

Son costos muy altos que será difícil revertir, pero mientras más nos tardemos en abrir, las consecuencias serán más graves. Ya se perdió un año, y pareciera que las autoridades esperan con tranquilidad que termine este año perdido, como un equipo goleado que quiere que el árbitro pite el final.

Es tiempo, ya, ahora, de regresar, parcialmente, estratégicamente, pero empezar. Hacer turnos muy separados con grupos pequeños, al menos para ver la cara de los alumnos, permitiría empezar a medir los daños del terremoto que vivimos, saber quiénes regresan y quiénes no, quiénes aprendieron algo y quiénes no. Permitiría también retomar los espacios educativos, ver los daños, los faltantes y los cambios necesarios para regresar con grupos completos o modalidades híbridas.

El problema es que no parece que se esté haciendo nada… a lo mejor se sigue planeando, pero el tiempo pasa, y si se quiere empezar hasta agosto, se va a perder otro año, o al menos la mitad de éste, en planear el regreso. No entiendo por qué no se está viendo el tamaño de la catástrofe y la urgencia de empezar a reconstruir lo derruido. Pocos, muy pocos países en el mundo han cerrado las escuelas tan radicalmente y por tanto tiempo.

¡Regreso a las escuelas ya!