¿Por qué escribir?

“Si de nuestras escuelas básicas los niños egresaran dominando cuatro lenguajes: el dibujo, la escritura, las matemáticas y la música, otro gallo nos cantaría…”

¿Por qué escribir?


Al escribir esta columna, que originalmente versaría sobre otro tema, me surgió la pregunta: ¿Por qué escribir? ¿porqué le estoy dedicando este tiempo de mi tarde a esto? Sé que hay quienes escriben porque esa es –dicen– su vocación. Yo no soy de oficio escritor, ni periodista, ni me considero lo suficientemente erudito para que me incluyan en la lista sagrada de la intelectualidad. 

Dejo entonces la computadora, voy a recostarme en el diván y me pregunto, con la mirada puesta en el infinito: ¿Por qué escribo cada quince días? Vienen en tropel las respuestas, unas, condescendientes, otras un poco más cínicas, o desnudas, por decirlo así. Escribo, quizá, porque existe la impresión de que ocupar un espacio de algunos centímetros cuadrados en un diario te da la posibilidad de “influir: ejercer predominio o fuerza moral, cuando la palabra se aplica a una persona”. Creer que tenemos esa capacidad nos da sensación de poder. Escribir te da la impresión de estar haciendo algo para cambiar la realidad. Miles de personas escribimos en México, con diferentes niveles de audiencia, y siempre será difícil medir hacia dónde han logrado tantas plumas inclinar la balanza de la historia. Hay, sin duda, unas que pesan más que las otras, y la mía no es de esas. Influir a algunos pocos, quizá, pero no más de lo que puedo hacer en mi trabajo cotidiano.

También están las explicaciones egoístas. Escribir por escribir, gratuitamente, por puro gusto de decir. Como quien dibuja, por ver al final qué sale, más allá de lo que ocurra después. Es una buena explicación. Si hurgamos en el subconsciente, un poquito, encontraremos un gusto por ser visto (leído)… y les dejamos aquí suficiente materia a los freudianos para rascarle en mi necesidad de ser reconocido y esas cosas. Escribir porque, frente a lo que pasa, y lo que dicen otros, siento que no me puedo quedar callado. Los que escribimos, ¿somos los que en las discusiones familiares no podemos quedarnos callados y subimos la voz? Buen tema para una tesis. La hipótesis es que sí. Escribo porque sé que hay “algo” que otros no han dicho, o no lo han dicho bien, o no la han dicho suficiente. Y a veces los lectores mefortalecen en la idea, al replicar lo que escribo. ¡Logréexpresar algo que otros querían que se expresara! Y entonces escribir fortalece mi auto estima, adosada (de forma sólo ligeramente enfermiza) a mi articulito, navegando viento en popa, por las redes sociales. Se van sumando razones para escribir, aunque no suficientes para convencer de interesarse por este hábito a una persona sana.

Pero escribir, aunque no me lo publiquen, es también un ejercicio de reflexión personal. Llevo más de diez años escribiendo semanal o quincenalmente, y no sé si he logrado cambiar a alguien, pero creo que escribir sí me ha cambiado, porque me ha ayudado a entender el mundo en el que trabajo y en el que busco incidir.

Afirmo, frecuentemente, que todos los seres humanos debiéramos aprender a dibujar, que la escuela debería tomar en serio esa habilidad, porque dibujar nos ayuda a mirar el mundo con una atención particular. Lo mismo puedo decir de la escritura: más allá de nuestra capacidad para producir bellas piezas literarias o ensayos influyentes, todos debiéramos tener la capacidad y la costumbre de describir (de-es-cribir) lo que nos rodea. Porque al escribir sobre lo que vemos y pensamos ordenamos de otra forma las ideas y entendemos de otra forma la realidad. Si de nuestras escuelas básicas los niños egresaran dominando cuatro lenguajes: el dibujo, la escritura, las matemáticas y la música, otro gallo nos cantaría. 

Vámonos a escribir todos.