¿De verdad quieren cambiar las cámaras?

"Es un lanzamiento de bola no tan fácil de batear, porque encuentra eco en gran parte de la sociedad. Pero en realidad lo que está detrás no tiene que ver con las demandas ciudadanas o con la conservación de las arcas públicas."

¿De verdad quieren cambiar las cámaras?

Hace tiempo que el tema de los diputados plurinominales está en las redes sociales y en los medios de comunicación. Recientemente el PRI retoma una de sus propuestas de campaña, de manera hábil, porque parece recuperar una demanda ciudadana poniendo el énfasis en el alto costo de las cámaras –con lo cual pocos ciudadanos estarán en desacuerdo–, y de paso banalizando la idea de las consultas, siendo un tema que pudo haber tratado directamente con su representación en el Congreso.

Es un lanzamiento de bola no tan fácil de batear, porque encuentra eco en gran parte de la sociedad. Pero en realidad lo que está detrás no tiene que ver con las demandas ciudadanas o con la conservación de las arcas públicas. Veámoslo con calma.

Si la Cámara de Diputados se compusiera por la proporción de votos directa que se obtuvo en la elección del año 2012, ésta se compondría, aproximadamente, por 31% del PRI, 27% del PAN, 17% del PRD y entre 3 y 4% de cada uno de los otros partidos. Con pequeñas variantes, porque en este cálculo no tomamos en cuenta las alianzas, que suman 10%. Si lo comparamos con la composición de la Cámara, si ésta se conformara sólo con diputados de Mayoría Relativa, es decir, los que ganaron su distrito, vemos que el PRI subiría hasta casi el 55%, y el PAN y PRD quedarían sólo con 17 y 20% respectivamente. Nueva Alianza tendría cero diputados. Esta variación, lo sabemos, es porque más allá de los votos absolutos, lo que cuenta es ganar los distritos electorales. Se pueden obtener 4.8% de los votos nacionales, como le sucede a Nueva Alianza, y no ganar ningún distrito. Todos los votantes de Nueva Alianza no estarían representados en el Congreso. Por eso existen los Diputados de Representación Proporcional o Plurinominales. Son 200 legisladores que tratan de compensar esta subrepresentación.

La Cámara, con esos 200, queda como está hoy: con menos del 43% para el PRI (ya no el 55%) y 23% y 20% para PAN y PRD. ¿Qué pasaría si este mecanismo de compensación se hiciera sólo con 100 diputados? Haciendo una operación simple, sin pensar en nuevas reglas, lo curioso es que todos los partidos quedan casi igual, excepto el PAN, que pierde 2% y el PRI, ¡que gana 4 puntos y medio de representación! Claramente se apuesta a mantener esa mayoría en las siguientes elecciones y ganar una mayor gobernabilidad en el Congreso. Esa es una de las razones por las que los partidos de oposición no aceptarían el cambio y el PRI, inteligentemente, lo quiere colar por otra vía, que evitaría la discusión en el Congreso.

[Para mayor nitidez, Consulte aquí este gráfico.]

Pero veamos el argumento de los dineros. Los diputados ganan actualmente $74,000.00, más $45,786.00 de Asistencia Legislativa y $28,772.00 de Atención Ciudadana. Sobre estos dos sobresueldos no presentan comprobaciones. Lo de Atención Ciudadana, en general lo usan para sus oficinas en el distrito, atender al público y para promover su presencia e imagen. En total son $148,558.00 pesos, que multiplicados por 100 diputados menos, nos ahorraría 14.8 millones de pesos mensuales. Nada despreciable. Pero veamos alternativas que podrían –si quisieran– promover nuestros legisladores: si dejáramos los 500 diputados, pero les quitáramos la Asistencia Legislativa –es decir con un dignísimo salario de 74,000.00 pesos mensuales más dinero para gastar en su distrito–, nos ahorraríamos casi 23 millones de pesos mensuales. O si les redujéramos un 40% el salario compuesto, sueldo y sobresueldos, ganarían la nada despreciable cantidad de 89 mil pesos mensuales y se evitaría al erario una erogación de casi 45 millones de pesos mensuales, el triple que con la reducción de plurinominales.

El asunto, entonces, no está en la reducción simple de los legisladores sino en la forma en que éstos obtienen su curul. Actualmente las cúpulas partidistas hacen una lista jerarquizada de los candidatos para cada una de las circunscripciones, y de acuerdo a la votación emitida, van entrando a la Cámara. Obviamente, estar en el primer lugar de la lista garantiza la dieta durante tres años. No tienen que ganar el favor de la ciudadanía, sino el quienes manejan los hilos del partido. Ninguno de los 200 diputados de Representación Proporcional le debe su curul a un distrito en particular. Este mecanismo da a los dirigentes y dueños de los partidos un gran poder sobre los militantes; les da también un poder excesivo sobre las bancadas en la Cámara –que terminan representándolos a ellos y no a la ciudadanía– y se convierte en una de las piedras que apuntalan la partidocracia. El cambio, por lo tanto se puede hacer, sencillamente, integrando las listas con los diputados que hayan obtenido más votos en sus distritos en cada circunscripción, sin haber ganado: los mejores segundos lugares. De esta forma se resguarda el principio de proporcionalidad, pero entran a la Cámara los diputados que fueron respaldados por el mayor número de ciudadanos, no los mejor apalancados en el partido.

Estas dos propuestas, la reducción de los salarios y el cambio en la forma de elección, serían más atractivas. ¿Habrá algún partido que quiera abanderarlas?