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12/11/19

La lección

“Las niñas buenas que se respetan se van al cielo, pero antes les hacen vivir un infierno…”

 

La lección

Una mujer que se respeta no debería desear el éxito
 de un grupo que ignora su sexo, ni trabajar para ello.

 Susan B. Anthony (1820-1906).

 

Sábado ocho de noviembre, los comentaristas morelenses de sociales se reúnen a las afueras del Templo de Nuestra Señora de la Soledad, donde se casan los personajes de bien. Se habían corrido las amonestaciones y María del Rayo estaba dispuesta a casarse, de blanco impecable.

Doña abuela expresó la necesidad que tenía Rayito de aprender a ser mujer, así que solicitó a las mujeres que se encontraban en la habitación salieran de ésta, pues tenía que darle a su nieta la lección. “Salgan, por favor, tengo que dar a mi nieta la lección, excepto tú” —dijo doña abuela, señalando a Lluvia, madre de Rayito.

Rayito dejó el espejo en el que revisaba los últimos toques de su peinado; de pura imaginación se sonrojó y pensó para sí misma: “La lección.” Se imaginó a Mufasa, Simba y Kiara (personajes de la película El Rey León) en la misma habitación para hablar de todo aquello a lo que no toca la luz, sexo oral, el tío Scar, anticonceptivos y cosas peores. Volteó a ver a su abuela, toda su concentración en ese lugar.

"Hija, a partir de hoy vas a ser mujer" —dijo la abuela. Y, mientras se tronaba los dedos, inhaló (casi reventando los pulmones de tanto oxígeno) y exhaló (junto con un suspiro entrecortado que ya no pudo ahogar) para, tras carraspear con voz seria y entrecortada, concluir: "Tienes que ser buena."

Mamá Lluvia asintió con la cabeza; sin embargo, la mirada de señora bien casada delataba que dormía sola desde hace ya muchas lunas. Mamá Lluvia ya no tenía voz.

Sonaron las campanadas. María del Rayo preguntó por WhatsApp si ya estaba el enamorado esperándola, y le contestaron que sí.

Rayito cerró los ojos y caminó por la alfombra roja mientras observaba el templo exquisitamente colmado de flores, la niña del arroz, los padrinos, sus invitados, doña abuela... todos estaban ahí.

Si en la Iglesia cumplieran complacencias, la novia pediría la canción “We are the Champions” de Queen, porque así se sentía. Estaba por ganar el Mundial, su mundial.

Todos los presentes sabían que María Rayito había aprendido la lección desde antes de ser mujer: “A partir de hoy vas a ser mujer y tienes que ser buena”. Fue abusada por sus tíos y le enseñaron a "darse su lugar." Años después, al ser violada también por su padre, aprendió a no mentir. Cuando sus compañeros de la escuela la acosaban “por sabrosa”, comprendió que no debía provocar a los hombres; el secreto era parecer fácil, pero hacerse la difícil y aceptar que un No siempre significa un Sí, incluso para las muertas que se precian de decentes.

Las lecciones eran claras. Su abuela le arrancaba los ojos, su madre le cosía la boca, la sociedad le negaba la posibilidad de adquirir libertad de pensamiento y, tras una vida de lecciones con el mismo contenido, sabía que el prominente prometido se encargaría de cerrar su corazón, ya fuera por malos tratos o por un mal momento, y a eso todos lo llamarían suicidio.

Las niñas buenas que se respetan se van al cielo, pero antes les hacen vivir un infierno. ¡Maldita lección! Aún sin moraleja, huele a podrido.