jueves. 18.04.2024
El Tiempo

«Ahí viene el Coco»

"El vocablo ‘coco’ como un elemento de riesgo está muy extendido entre los hispanohablantes"

«Ahí viene el Coco»

Lamento decepcionar a mis lectores pues ya no estoy refiriéndome a temas políticos. Aclaro: el encabezado no está relacionado con las próximas tomas de posesión de encargos a diputados (locales y federales) y presidentes municipales. Estrictamente hace referencia a la amenazante frase que los adultos exclamaban cuando éramos niños a causa de nuestro mal comportamiento: «Como te portes mal, viene el Coco y te llevará» o «si no dejas de llorar, llamo al Coco». Como no sabíamos con certeza qué o quién era el Coco, nos disciplinábamos. Pero hoy… es imposible amenazar con ese tipo de artilugios a los niños porque corremos el riesgo de ser acusados de crueldad psicológica o de cursis, porque ahora los niños son testigos de tantas atrocidades que el mentado Coco es una vulgar caricatura.

El vocablo ‘coco’ como un elemento de riesgo está muy extendido entre los hispanohablantes. Existe en España y hay referencia escrita a él en un documento de 1445 (Cancionero de Antón Montoro), pero es incierto su origen. En Cuba hay la hipótesis de un sincretismo entre el 'coco' español y la palabra ‘cuco’ traída por los esclavos negros a las Antillas. Incluso, algunos otros estudiosos del idioma aventuran origen griego, procedente del vocablo kakos, que se usó para señalar algo malo y deforme.

En lo personal, creo que en México arraiga porque las epidemias registradas en 1520 (la que verdaderamente derrotó a los indígenas que enfrentaron a los españoles), 1545, 1576, 1736 y 1813 recibieron el nombre genérico de Cocoliztli. Incluso, las tres primeras recibieron el nombre de huey cocoliztli, que se traduce como la Gran Epidemia porque arrastraron en conjunto más de 22 millones de vidas. Es decir, se trató de una amenaza real, guardada en el inconsciente colectivo.

En América la vida animal no era tan despiadada. Un ejemplo sencillo puede ser la evolución paralela que tuvo la abeja en los distintos continentes. En Europa y África desarrolló aguijón para defenderse de depredadores, así como proteger reina, miel y nido; en América, no (la abeja melipona). Incluso, el carácter más agresivo procede de la africana porque son más despiadados los depredadores en aquel continente. Las defensas son proporcionales al medio. De no ser así, desaparecerían.

Lo mismo pasó con los seres humanos. La Edad Media (con esa gran suciedad en la que vivían y nula higiene) propició el desarrollo de virus y bacterias a la que correspondieron organismos con anticuerpos igualmente fuertes. Los sobrevivientes de las epidemias heredaron a sus hijos capacidades para resistir los embates de muchas enfermedades. Es el mecanismo descrito por Darwin en lo que definió como la Selección Natural.

Hugh Thomas reporta: «En el antiguo México no se conocían los virus» (La Conquista de México, 1993, Planeta). Natural que no se hubiese desarrollado un sistema inmunitario tan fuerte porque todas las culturas tenían el concepto de sanidad (así lo demuestras las ruinas de muchas culturas). Esa misma obra reporta que el acueducto de Chapultepec a la Ciudad de México fue proyectado con dos vías, una en uso mientras la otra se limpiaba. Esa característica no aparece en algún acueducto europeo. El concepto de sanidad era distinto.

El enfrentamiento armado no diezmó tanto a la población como las enfermedades, traídas por los conquistadores y sus esclavos (que, desde luego, poseían anticuerpos propios contra esas amenazas). En la Conquista, la guerra bacteriológica jugó un papel de primer orden, sin saberlo sus protagonistas. Hay obras que tratan de demostrar que fue local el origen de esas epidemias, pero los mecanismos de la selección natural son contundentes.

El diccionario de náhuatl de la UNAM incluye el siguiente pasaje: «Nohuian mantimani in cocoliztli, in mà yuhqui äyahuitl tlälpan àcitimotëcatoc, [que se traduce] “En todas partes ay (sic) peste, como niebla ha cundido por toda la tierra”». Según esta obra, cocoliztli, se traduce como 'peste', 'enfermedad' o 'pestilencia'. Gran Diccionario Náhuatl [en línea]. Universidad Nacional Autónoma de México [Ciudad Universitaria, México D.F.]: 2012 [consultado el 17 de junio de 2015]. 

El origen de la palabra ‘coco’ como algo que espanta queda incierto. Podría ser que el vocablo en náhuatl influyó las otras zonas hispanas (como sucedió con 'tiza') o podría deberse a un paralelismo lingüístico (como el vocablo 'carácter', que tiene su origen en la 'careta' usada en el teatro griego, y el vocablo náhuatl de 'rostro', que identifica la personalidad). Es decir, 'coco' ha aparecido en la lengua de los hispanohablantes por razones distintas, pero ha terminado por coincidir fonéticamente.

Lo que es indiscutible es que 'coco' arraigó como una amenaza en todas ellas. Con el paso del tiempo, en México ha llegado a individualizarse cuando alguien tiene alguna complicación que no logra resolver: «Es tu coco», se suele decirse, una acepción diferente.

Sin embargo, ante tanta sofisticación moderna, el vocablo 'coco' se ha reducido a una amenaza infantil, ha perdido el carácter grave o la amenaza con riesgo para la vida. Por ello, es un vocablo con tendencia a desaparecer.