viernes. 19.04.2024
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Chisme y lenguaje

Todos hemos escuchado o sido víctima de un chisme. El Diccionario de la Real Academia Española, DRAE, dice de este vocablo: «Noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna». Efectivamente, el chisme tiene por característica inducir una conducta, a veces con todo propósito, en ocasiones sin pretenderlo; pero que llega a hacer daño a alguna persona.

Chisme y lenguaje

Las anteriores ediciones del DRAE, aseguraban desconocer el origen de este vocablo. Sin embargo, la 23.a edición de esa obra asegura que procede del latín schisma, y esta voz, a su vez, del griego σχίσμα, que tiene el sentido de ‘escisión’ o ‘separación’. Las consecuencias son esas, justo, el distanciamiento de personas.

¿Por qué se genera ese fenómeno? Por la forma de enunciar las oraciones, en primera instancia. Es decir, una información planteada de diferente forma, genera en quien escucha o lee ideas diametralmente distintas.

Pongamos como ejemplo una oración simple: «Juan compró ayer un libro muy interesante». Si alguien enuncia esta oración, no genera interés alguno. Está en orden estrictamente gramatical, como enseñan en la escuela: sujeto y predicado (al interior de este último, verbo y complemento).

Ahora imagine, estimado lector, que llego ante usted y le digo: «Un libro muy interesante compró ayer Juan». Su reacción inmediata sería preguntar por el libro. Es decir, la oración anterior que no causó mayor impacto, con este nuevo orden ha generado una reacción diferente. Ha pasado de ser un enunciado indiferente a crear interés en el libro.

Ahora, empiezo a vincular esta particularidad de las oraciones con otros factores. Cambiaré la palabra ‘interesante’ por ‘caro’. Sé que Juan le debe dinero. Voy a usted y le digo: «Compró ayer un libro muy caro Juan». Evidentemente, la información le hará enfurecer porque de inmediato considerará injusto que Juan gaste dinero en un libro cuando tiene una deuda pendiente con usted. Incluso, de enunciarse las oraciones iniciales con el vocablo ‘caro’ la reacción seguiría siendo igual que las descritas, solo que ahora agregué el componente emocional.

El chisme, por tanto, debe reunir dos requisitos: condiciones de sensibilidad hacia una información y la intención de quien comunica, reflejado en la forma de plantearla.

Rara vez en el habla cotidiana enunciamos oraciones objetivas (en el orden sujeto y predicado, como se ven en las escuelas –lo que también lleva a concluir que se estudia el idioma en modelos alejados de la realidad–). La vida diaria nos lleva a enunciar oraciones siempre cargadas de emotividad. De acuerdo a nuestro ánimo, simpatía o antipatía, distracción o cualquier factor emocional, vamos a recibir y retrasmitir información de forma no objetiva. Consciente o inconscientemente, damos giros a la construcción de las oraciones y ello impacta de determinada forma a quien nos lee u oye. Si a ello sumamos las condiciones emocionales de quienes escuchan, entonces su reproducción puede llegar a proporciones inimaginables.

El chisme es un fenómeno eminentemente social; mezcla factores emocionales, reflejados en la forma de enunciar la información. Como difícilmente alguien tiene la calidad objetiva, todos mezclamos nuestras emociones en el momento de emitir o recibir información. Cuando se reproduce una información, siempre estará mezclada con esos factores y ello les da un giro diferente. Por tanto, con nuestro reacomodo o replanteamiento se va dando giros a la información… y es cuando se produce el chisme, una comunicación alejada de toda objetividad.