Día de muertos

"...que no es lo mismo celebrar que conmemorar..."

Día de muertos

En alguna otra colaboración decía que no es lo mismo celebrar que conmemorar. Celebrar implica un festejo; conmemorar tiene la connotación de traer a la memoria. En ese sentido, conmemoramos el 12 de octubre, por ser fecha histórica, pero eso no implica necesariamente celebrarla, estar festivos. El Día de muertos para nosotros los mexicanos sí es una celebración porque conmemoramos a nuestros familiares muertos. Pero, los recordamos de forma festiva, alegre, intensamente dulce. Recordamos los momentos gratos que nos hicieron disfrutar, la música de su gusto, los platillos que preferían e, incluso, los vicios que pudieron llevarles a la tumba. A diferencia de otros lugares del mundo que los días dedicados a recordar a los familiares muertos, son fechas solemnes, tristes, de luto. Por ello en México el día de muertos es una celebración.

Así, el Día de muertos adquiere características singulares en nuestro país. Por ello, está considerado como Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 2003, clasificación otorgada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura, la Unesco.

Todas las culturas en el mundo han tenido un concepto de la muerte. Incluso, un factor determinante para que se considere que una agrupación desarrolla cultura son los enterramientos. Todos los animales en la naturaleza cuando muere un miembro de la manada simplemente lo abandonan. No hay algún tipo de enterramiento. Por ello, en el momento que el ser humano enterró a otro es porque tuvo consciencia de la muerte y una expectativa de vida después. Ese momento marcó el nacimiento de las religiones y de la cultura.

Por supuesto, al extenderse la humanidad, en los diversos lugares fue adquiriendo modalidades distintas los conceptos religiosos. En nuestro territorio también esas modificaciones dieron origen a múltiples de formas de recordar a los muertos. Sin embargo, con la conquista, el sincretismo la religión católica dio un carácter más o menos uniforme en todo lo que hoy es México. Así nació nuestro Día de muertos. Incluso, las fechas son las marcadas por la religión católica y no la de los antiguos calendarios prehispánicos.

Pero la cultura no es estática, evoluciona, se modifica, se trasforma y adquiere nuevas modalidades con el tiempo, la evolución social y las diferentes influencias. En nuestro país por mucho tiempo recibimos la influencia del Halloween, esa celebración no católica que centra su atención en seres monstruosos o de ultratumba. Es decir, una conmemoración del miedo a lo desconocido, a los muertos vivientes o seres a humanos con capacidades extranormales, como las brujas. Por fortuna, con la decisión de la Unesco de reconocer las particularidades de nuestra celebración, el mundo centró su atención en nuestras formas tradicionales. Reconocerlas como algo hermoso, lleno de vivacidad, de colorido, de alegría y festividad hizo que nosotros mismos le diéramos una mayor valía. Hoy, la Catrina es sí un muerto viviente, pero llena de belleza, de florituras, de colorido. El papel picado –de múltiples colores y figuras– dan el carácter de fiesta a nuestro muy Día de muertos. Vivos y muertos convivimos en el lazo emotivo que rebasa la vida y la muerte.