martes. 23.04.2024
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Escribir literatura

"Expresar algo conlleva la necesidad de ser entendido"

Escribir literatura

Escribir es un ejercicio con muchas aristas. Estrictamente, escribir solo implica el ejercicio de representar sonidos mediante grafías. Ello involucra un acto de motricidad fina para lograr los rasgos exactos; acto de asociar sonidos con modelos de trazo. Pero no se puede plasmar letras sin ton ni son, lo expresado deben tener coherencia, un orden, una organización más compleja que la mera vinculación sonido–representación. Exponer ideas obliga a un trabajo meditativo para darle orden. Expresar algo conlleva la necesidad de ser entendido. Eso, etimológicamente, es redactar. La redacción exige un trabajo reflexivo para organizar las ideas y exponerlas bajo un propósito. No se redacta cuando se rellena un formato (diferente de seguir una guía). Redactar implica un ejercicio creativo para organizar ideas y seleccionar el orden más idóneo (lo que supone una toma de decisiones) para conseguir un propósito (informativo, recreativo, administrativo, etc.).

Cada intención al escribir demanda del autor un tipo de habilidad distinta. El trabajador administrativo debe conocer a fondo las normas y lineamientos de su ámbito (sectores público, privado o social) para referir con maestría el documento (comunicativo, de consignación o resolutivo). El ensayista, como el científico, debe poseer profundas habilidades de observación y de reflexión para vincular información y datos (así logra conclusiones).

Quien escribe literariamente difiere en habilidades. Es decir, el poeta debe contar con sentido musical y aritmético; el cuentista, poseer una enorme imaginación y capacidad de síntesis para describir o formular sucesos; el novelista, por su parte, una enorme agudeza en la observación del tipo de personas, estilos de hablar, de organización de ideas, de formas reactivas y fuerte dosis de creatividad.

Un concepto que ha desfavorecido el desarrollo de habilidades literarias es la palabra ‘don’, asegura el doctor Hermes Castañeda Caudana, uno de los impulsores del proyecto Caminito de los cuentos. «Suponer que estas habilidades se dan de forma natural, preestablecida o por voluntad de una fuerza extranatural, desalienta el desarrollo de habilidades. Hace suponer que es algo imposible de adquirir por sí mismos». Con un esfuerzo por propiciar la literatura entre niños de entre seis y trece años, el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos ha aplicado una metodología propuesta y desarrollada por la doctora Ethel Krauze para fomentar la creación entre niños. El futbolista se hace con la práctica cotidiana (el entrenamiento); el escritor también. 

Ahora, contar historias, ofrece un ejercicio tanto de imaginación como de observación. Independiente del tipo, la narración demanda reflexión para vestirla. Ello, por supuesto, obliga a la meditación para dar coherencia a lo expuesto, a encontrar recovecos para lograr la originalidad.

En ese sentido, en este sentido la literaturización –como le ha llamado Éthel Krauze a este proyecto– de manera directa fomenta análisis, el enriquecimiento de vocabulario, la formulación de conceptos en quien la practica y el constante esfuerzo para encontrar las alternativas para expresar conceptos. En los niños involucrados en este proyecto se observa con el tiempo una mayor madurez, reporta el doctor Castañeda Caudana.

Este último aspecto llama al enriquecimiento de vocabulario y a la búsqueda de soluciones meditadas. Es decir, que escribir historias no solo enriquece la literatura de una localidad, propicia el desarrollo de habilidades necesarias para la vida cotidiana: la reflexión, el análisis, la toma de decisiones, la observación y el enriquecimiento de las formas de expresión. En este sentido, también reporta grandes beneficios: quien posee habilidades para expresarse reduce niveles de incomprensión, angustia y depresión. O sea que la creación literaria ofrece a su practicante un mayor equilibrio emocional. El complemento ideal de la lectura: escribir historias.