martes. 23.04.2024
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La felicidad, la poesía y el Congreso de la Lengua

"El idioma es fundamental para la felicidad y la poesía"

La felicidad, la poesía y el Congreso de la Lengua

Parecería que en las últimas fechas solo me dedico a referir fechas conmemorativas y sucesos de la semana. Todo lo abordado está vinculado por el idioma (¿y qué no?). El 18 de marzo, en Puerto Rico, se clausuró el VII Congreso de la Lengua, que reunió a los académicos sobre el vínculo de lenguaje y creatividad. Ese mismo día en México se recuerda la expropiación petrolera, pero de ello nada refiero porque ya muchos analistas políticos dieron cuenta, pormenores y análisis al respecto. Desde 2013, se celebra el Día internacional de la felicidad el 20 de marzo; la fecha fue instituida por la ONU para reconocer el medular papel que juega en la realización de la persona. Y el 22 de marzo, también por iniciativa de la ONU, se conmemora el Día internacional de la poesía. Todas estas fechas alrededor de un inicio de primavera nada poético y, quizá, poco feliz por la condiciones del clima para iniciar con ropa ligera las vacaciones de Semana Santa.

El idioma es fundamental para la felicidad y la poesía. En eso juega un papel importantísimo la creatividad. Esta última está vinculada absolutamente al razonamiento y este a la felicidad. La felicidad, define el diccionario oficial (DEL), es [el]: «Estado de grata satisfacción espiritual y física». Ello implica un conjunto extremadamente amplio de aspectos por cubrir. Los requerimientos mínimos para la felicidad demandan, entonces, condiciones de vida, alimentación y vinculación con otros seres humanos que satisfagan a las personas. Estos son los aspectos que promueve la ONU, pero ello se limita a aspectos materiales. En un primer acercamiento a la felicidad es aceptable, sin embargo, es mucho más compleja que lo material.

De forma más profunda, el término ‘satisfacción’ implica compensar emocionalmente al individuo. Eso es más difícil, porque la satisfacción emocional es tan variada como la cantidad de individuos en el mundo. Millones de personas sufren desasosiego a pesar de tener cubiertas sus condiciones materiales de existencia. Esto demanda otras acciones, relaciones o actividades que complazcan cabalmente a cada individuo. Y eso está sujeto a que la propia persona sepa lo que le gratifica. El problema es que el desconocimiento de uno mismo en ocasiones lo impide. La mayoría no sabe lo que quiere y subsiste bajo una inercia casi hipnótica que se limita a la rutina de levantarse, trabajar, llegar a casa, ver la televisión y dormir. Si en algún momento eso dio satisfacción por la tranquilidad de la estabilidad, por lo efímero de la felicidad, al paso del tiempo se vuelve un agobio, frustrante, aburrido, tedioso.

Conocerse a sí mismo es uno de los caminos más difíciles de recorrer. Psicológicamente, con mecanismos de defensa frente a la realidad, todos engañamos a nuestra percepción para conformarnos como estamos. Saber quiénes somos nos pone en el camino de acercarnos a las acciones o personas que nos hacen feliz; pero descubrirnos también puede decepcionarnos al encontrar que no somos los ideales que nos forjamos en nuestra mente y ello ocasiona un golpe demoledor, muy difícil de superar. Es más cómodo ignorar y solo conformarnos con satisfactores efímeros, poco duraderos, que se limitan a películas, espectáculos, sustancias o compañías banales. Es más fácil fingir que sé quién soy, en vez de saberlo.

Por eso, el lenguaje juega un papel fundamental para la felicidad. El análisis psicológico, que se hace indiscutiblemente con palabras que facilitan el razonamiento, permite entendernos y comprender nuestras percepciones erróneas o nuestras falaces conclusiones.  Pero, evidentemente, manejar mal las palabras, construir erróneamente las premisas, lleva a ideas equivocadas. El lenguaje, por tanto, debe estar muy enriquecido para conocernos mejor y acercarnos a los satisfactores adecuados.

En este sentido la poesía juega también un papel importante. ¿Quién no ha escrito un poema sintiéndose intenso al experimentar amor?, por ejemplo. Cada palabra representó una fuerte carga emocional. Pero si nos faltaron vocablos y creatividad para expresar todo lo que en nuestro pecho bullía, entonces no logramos la intensidad pretendida por el poema. Creatividad y riqueza del lenguaje son los elementos iniciales del poeta. Como dijo el Gobernador de Puerto Rico en la inauguración del VII Congreso de la Lengua en Puerto Rico: «Somos un pueblo que sigue soñando en español».

Y aunque no fueron los temas centrales felicidad y poesía, el VII Congreso de la Lengua, como se observa en las fotografías, se desarrolló en un marco de felicidad. Los asistentes, gustosos de los trabajos, en el cierre combinaron la satisfacción del resultado del encuentro y la jacarandosa y cosquillerante festividad portorriqueña. Fueron cuatro días de sesiones donde exploraron la vinculación entre creatividad y lengua. Participaron 150 ponentes de diversos países. El director de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española, José Luis Vega, resumió con esta sentencia el encuentro: «Hablamos un español que nos llegó pueblerino, marinero, isleño, meridional, que se matizó de valores indígenas […]; que se torna anglicado por imposición, influjo y emigración; un español de gran creatividad, resistencia y sólido cultivo literario».

Antes de terminar, un mexicano recibió el reconocimiento de todas las academias, ahora con la ecuatoguineana que en este acto se incorporó. De forma póstuma Miguel Alemán Valdés, expresidente de México ya fallecido, a través de su hijo, Miguel Alemán Martel, recibió el reconocimiento por tener la iniciativa de crear la asociación de Academias de la Lengua. Así, en México se llevó a cabo, durante su gestión, la primera de estas reuniones.

Quizá la única nota triste del Congreso fue la ausencia de los académicos cubanos debido al visado norteamericano. Al fin, como protectorado de EE. UU. y con relaciones aún no normalizadas del todo, las visas de los cubanos pasaron por una kafkiana gestión que impidió la presencia de las voces cubanas en tan importante encuentro para nuestro idioma. Las fronteras –y quizá pronto, los muros– seguirán dividiendo a la humanidad.

Un inicio de primavera, intenso; pero con temperaturas que enfrían iniciativas y tratar algo de la Semana Santa… parece confirmarse que no hay felicidad perfecta.