jueves. 25.04.2024
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Hablar varias lenguas

"...al idioma que hablamos ha faltado sacarle el mejor provecho. Si los muchachos aprendieran a escribir poesía que posea ritmo, el lenguaje sería mucho más rico..."

Hablar varias lenguas

Hablar varias lenguas ya lo hacemos todos. Además de la lengua materna, en nuestro caso el español, que en la práctica es un tipo de código, tenemos otros en nuestra vida cotidiana: el código de señales (lo que los diseñadores y arquitectos llaman señalética) y los de tránsito, códigos de símbolos (como la cruz como el símbolo de la religión o la paloma de la paz) y hasta códigos familiares o de grupos de identidad.

Todos esos códigos tiene una repercusión física en nuestro cerebro: amplían en número de conexiones neuronales en la redes de pensamiento. Evidentemente, entre mayor número de redes, mayor creatividad pues cada impulso eléctrico tendrá mayor número de alternativas para recorrer y, por tanto, más posibilidades encontrar vinculación entre distintos temas.

Si a ello agregamos otro tipo de códigos como el matemático (en el caso de los estudiantes) y el musical (entre quienes se acercan al dominio de un instrumento), entonces las capacidades son exponenciales.

De todos esos códigos el de mayor riqueza es el musical. No solo tiene signos visuales que se deben interpretar, me refiero al pentagrama. También posee ritmo y una de las características de la raza humana es, precisamente, lo rítmico. El ritmo mueve el cuerpo y el cuerpo aprende mejor si se mueve. Estudios científicos han observado que aprender las tablas de multiplicar con ritmo y brincos es mucho más efectivo que con la simple memoria.

Pero también al idioma que hablamos ha faltado sacarle el mejor provecho. Si los muchachos aprendieran a escribir poesía, que posea ritmo, el lenguaje sería mucho más rico. Porque además, por las reglas de la composición poética, el autor se ve obligado a aumentar vocabulario o a fortalecer su creatividad.

Lo mismo pasa si escribe prosa. Por prosa se entiende la escritura normal y cotidiana, como las novelas y los cuentos, pero también la de reportes escolares, informes en oficinas o hasta los mensajes de las redes sociales. Pero lo importante de ello, para que llegue a ampliar nuestra capacidad, es que se haga con creatividad, evitar la repetición de palabras y cumplir con las normas de gramática y de ortografía. Ello haría del idioma un instrumento que aportaría a quien lo práctica, mayores habilidades comunicativas, creatividad, capacidad de reflexión de toma de decisiones y habilidad organizativas.

El peso de la lengua en la evolución humana y el crecimiento de la bóveda craneal es incuestionable. Es decir, nos dio raciocinio y la fisonomía actual. Desarrollar la función del lenguaje obligó al cerebro a otras muchas funciones como la memoria a largo plazo. Es cierto que otros factores también estuvieron presentes, como el dedo prensil –que dotó de una extensión a la fuerza del brazo y con ello de igual forma incidió en la conformación del cerebro y el desarrollo de la tercera capa–. Sin embargo, el lenguaje tuvo más un papel protagónico en la geografía cerebral. Por ello, estudiar el idioma no solo confirma, fortalece y recupera la experiencia histórica, también finca las bases para proyectarla. Con ello, como la evolución no es proceso acabado en ningún ser vivo, se fortalecen las condiciones para que la raza humana siga siendo lo que hasta hoy: un ser creativo para encontrar soluciones.

Por ello, entre más códigos maneje una persona es mucho mejor. Los muchachos son muy creativos con una computadora porque aprenden y manejan regularmente sus códigos. Lo mismo sucedería con el cerebro si supieras aprovechar sus capacidades como la compresión mejor del idioma con todas sus variedades, como componer textos y leer libros.