viernes. 19.04.2024
El Tiempo

Los trabalenguas

"...no se limitan a la elasticidad de la lengua. La suma de conexiones neuronales que propician va más allá de una movilidad mayor de ese músculo con papilas gustativas..."

Los trabalenguas

Valor insuficiente se ha otorgado a los trabalenguas. Entre adultos y niños quedan como simples retos por superar. Como competencia, busca evidenciar la destreza de alguien. Pero por su aportación al desarrollo neuronal debe ser comparado contra cualquier otra actividad propia de la psicomotricidad fina. Es decir, los beneficios de practicarlo son múltiples. Por ello, no debería quedar solo como un juego de niños, sino una práctica de toda persona.

Trabajar con la lengua se ha limitado a su movilidad cuando algunos niños pronuncian mal las palabras a causa de lo que se conoce como frenillo. Cuando es el caso, los padres se preocupan de hacer crecer la membrana que se encuentra debajo de la lengua con ejercicios. Algunos casos llegan hasta la sencilla operación de cortar un poco para darle mayor extensión al alcance de este órgano bucal. Eso, obviamente, facilita la pronunciación de la r. Esta consonante es un sonido muy característico de nuestro idioma. Su presencia es poco frecuente en otras lenguas. Ahí están los hablantes del inglés que raramente la dominan.

Sin embargo, los trabalenguas no se limitan a la elasticidad de la lengua. La suma de conexiones neuronales que propician va más allá de una movilidad mayor de ese músculo con papilas gustativas.

Para hablar es necesario obligar a nuestro cerebro a realizar millones de conexiones neuronales. Se requirió conectar las células cerebrales que controlan la respiración, con las de los movimientos de garganta, lengua y labios, así como con las del razonamiento para decir algo coherente. Por supuesto que esas conexiones para hablar facilitan otros procesos de razonamiento. Y, sobre todo, para asociar sonido con realidad. Eso forma la conceptualización.

En un principio –cuando fuimos niños–, eso nos costó trabajo. Por eso es que pronunciábamos mal, conjugábamos con deficiencia o desconocíamos el uso de determinados términos. Me refiero en este último aspecto a su significado tanto en sí mismo como en el giro social. Ejemplo de ello es la palabra coger, que tiene el sentido de tomar algo, muy diferente al que los adultos le atribuimos, reconocido como doble sentido y que hace de este vocablo una palabra evitada.

El trabalenguas ofrece una importante conexión de riqueza neuronal. Si un jugador de cualquier deporte es bueno, es porque ha conectado las neuronas de su cerebro a responder de una determinada forma ante el estímulo del juego. Eso lo ha hecho hábil y exitoso. Su secreto (que no lo es tanto), para fortalecer esas conexiones, estuvo en la repetición (los entrenamientos). Pasa lo mismo con los trabalenguas; su repetición y variedades enrquecen al individuo.

Pero la ventaja de estos ejercicios vinculados con el habla, es que fortalecen no solo la habilidad de enunciarlos, sino que al dotar de conexiones al cerebro esas mismas se pueden usar para otros procesos de razonamiento. Es decir, cuando alguien habla, uno o varios impulsos eléctricos están recorriendo su red neuronal. Por supuesto, si tiene mayores alternativas, le será más fácil llegar a conseguir lo deseado. Si tiene menos, por hacer un símil, podría saturar una vía y tardar más para otros procesos mentales.

Por último, el trabalenguas mejora la autoestima, afina la dicción, combate la timidez y fortalece las capacidades comunicativas al propiciar en el cerebro a encontrar alternativas de expresión. No desestimemos al trabalenguas.