sábado. 20.04.2024
El Tiempo

Muletillas

"Su estructuración argumentativa requiere de este tipo de apoyos para poder darse a entender… aunque a veces no sepa por qué no lo consigue"

Se llama muletillas a las vocales, palabras o frases repetidas por hábito que no aportan al sentido de lo enunciado. Bien podrían eliminarse sin mayor alteración del contenido, pero quienes las enuncian las necesitan para dar soporte, base o lógica –a su parecer– de lo expuesto.

La palabra ‘muletilla’ viene del vocablo ‘muleta’, indica el Diccionario de la Real Academia Española, DRAE. Es decir, se trata de un soporte al hablar. La persona que tiene alguna muy arraigada no suele tener consciencia de ella.  Su estructuración argumentativa requiere de este tipo de apoyos para poder darse a entender… aunque a veces no sepa por qué no lo consigue.

Hace a unos días, mi amiga Malú Asato fue atendida en una oficina y el diálogo fue este:
—Va a cancelar lo que es el internet y la telefonía, ¿verdad? Y va a dejar lo que es el servicio de canales de lo que es la TV, ¿si?
—Así es señorita.
— ¿Trae lo que es su credencial de elector para hacerle lo que es su formato de cancelación?
—Sí, aquí está.
—Pase a lo que es la ventanilla para hacer lo que es su pago, mientras yo lleno lo que es su formato.
—Listo, ya hice el pago.
—Venga lo que es el día 15 a hacer lo que es su precancelación y luego venga lo que es el día 30 a hacer lo que es su cancelación definitiva.

—Gracias señorita. Es usted muy amable.

Quizá llame a la risa un diálogo como el anterior, particularmente a quien no tiene esa muletilla («…lo que es…»). Sin embargo, muchas recurrimos a otras muchas de las que no somos conscientes.

He escuchado una gran variedad. Las veces que aparecen en su diálogo es irregular, depende de qué tan arraigada esté la muletilla: «es de que», «¿me entiendes?», «¿ves?», «la cosa es que», «¿verdad?», «¿cómo ves?», «¿cómo crees?», «es correcto», etcétera.

De lo más extendida y repetitiva actualmente tenemos la palabra «güey»: «No, güey», «sí, güey», «¡chales!, güey». En otro tiempo, ocupaba ese lugar «mano» (apócope de ‘hermano’). Aunque ‘mano’ tuvo preferencia en la Ciudad de México, se volvió un distintivo nacional (como ahora ‘güey’) a grado tal que fuera del país nos llamaban ‘los manitos’. Por eso, en España a Hugo Sánchez así le apodaron. Por esa experiencia, ahora corremos el riesgo de que seamos ‘los güeyes’.

Otra muletilla muy característica es el afirmativo interrogado «¿si?». Tuve un jefe que multiplicaba éste cuando se ponía nervioso. Incluso a mayor tensión, menor cantidad de ideas expresadas, pero aumentaba la presencia de la muletilla en su intervención. Los que estábamos a su derredor como subordinados solo fingíamos entenderle y aventurábamos respuestas. A quien le concedía razón, lo seguíamos y apoyábamos con más ideas para esclarecer lo que pretendía decirnos.

También las muletillas suelen ser regionales. En España es muy común «vale», que aquí, por tener otra interpretación, no se usa.

Las muletillas se deben a que nuestro cerebro conecta de forma automática hacia una zona donde se siente mucho más cómodo, más seguro y recurre a las muletillas ahí grabadas. Por eso a mi exjefe le era muy difícil expresar algo diferente que no fuera la muletilla cuando la tensión le agobiaba.

En lo personal me he descubierto aplicando la terminación –mente (cuando bien podría evitarla: «correctamente», «exactamente», «inapropiadamente», etcétera). También uso la palabra «este» cuando expongo. Esta es muy común entre expositores (conferencistas, capacitadores, políticos, etcétera).

Las muletillas son conexiones cerebrales que bien pueden evitarse con un poco de esfuerzo. Pero lo primero es admitir que las tenemos. Así podremos estar al pendiente de ellas para corregir con toda conciencia… pero (ciertamente) cuesta quitárselas.