jueves. 18.04.2024
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Ortografía religiosa

"La mayoría de las personas suponen que la palabra ‘dios’ siempre debe ir en mayúsculas. Incluso, una me aseguraba que la habían instruido así en le escuela, que todo lo relacionado a la religión debía enunciarse con mayúscula inicial. No es así, en todos los casos. Por ello, me doy a la tarea de abordar hoy el tema."

Ortografía religiosa

 

La mayoría de las personas suponen que la palabra ‘dios’ siempre debe ir en mayúsculas. Incluso, una me aseguraba que la habían instruido así en le escuela, que todo lo relacionado a la religión debía enunciarse con mayúscula inicial. No es así, en todos los casos. Por ello, me doy a la tarea de abordar hoy el tema.

El vocablo ‘dios’ es un nombre común. Se aplica a la divinidad de cualquier religión. Por ello, no es un nombre propio y, por tanto, debe enunciarse con minúscula inicial, salvo los casos que señalaré más adelante.

Así podemos enunciar: «El dios de los judíos…», «el dios de los cristianos», «Los dioses de los mexicas…» o «el dios de los musulmanes». Evidentemente, aunque se refiere a uno en particular en cada caso, es común a todas las religiones.

Ahora pongo un ejemplo paralelo para identificar en los casos en que aplica mayúscula: «El papa Francisco visitó México en 2016. En su visita el Papa…». En la primera ocasión la voz ‘papa’ inicia con minúscula porque es nombre común (al menos a 264 papas registra la historia como líderes de la cristiandad). Sin embargo, en la segunda ocasión se enuncia con mayúscula porque mediante ese vocablo se hace entender a uno solo: a Francisco. Se comprende  eso por el contexto. Este uso se le llama mayúscula por antonomasia.

Aplicada esta regla a la palabra ‘dios’, se enunciará con mayúscula inicial cuando haga sobrentender uno en particular. Es decir, cuando un cristiano, judío, musulmán o de cualquier otra religión cuando dice «Dios» se refiere al propio (Jesús, Yahvé o Alá). Por tanto, se aplica la mayúscula.

En contraparte, ese vocablo irá en minúscula inicial cuando acompañe a la deidad: «El dios Tláloc señoreaba el Tlalocan».

Por esta misma razón, todos los cargos religiosos iniciaran con minúscula: sacerdote, obispo, prelado, cardenal, nuncio; ministro, rabino, imán, yihad, etc.

Ahora, la palabra ‘iglesia’ también es nombre común. Debe enunciarse con minúscula, particularmente cuando se aplica a algún templo o construcción destinada al culto. Pero si mediante ella se hace entender la congregación de fieles y ordenados (ministros, monjes, diáconos, etc.), entonces se enunciará con inicial mayúscula.

En el caso de la religión cristiana, la palabra ‘santo’ y su apócope ‘san’, por ser común, debe escribirse con minúscula. Así, san Agustín, san Pedro o san Juan Pablo II debe iniciar con minúscula. Caso diferentes si se trata del nombre de una iglesia o de una calle. En ese caso, pasa a ser el nombre propio y queda como San Agustín. La misma lógica aplica para las vírgenes. Y en ese tenor también están los evangelista: «El evangelista Juan, en Revelaciones, nos advierte de…».

Por supuesto, los elementos que intervienen en los ceremoniales son también nombres comunes: la hostia, la patena, el cáliz, la custodia, etc.

Los libros sagrados son nombres propios: Biblia y Corán. Sin embargo, si alguien se refiere al impreso que posee, entonces aplica minúscula. Es decir, si alguien dice «En mi biblia tengo señalados los pasajes más importantes», se escribirá con minúscula biblia porque ya no se refiere al libro sagrado, sino a su ejemplar.

Los nombres de las fiestas religiosas también se escriben con mayúscula al iniciar porque son nombres propios: Navidad, Yom Kippur, Ashura.

En conclusión, es inapropiado indicar que todo lo relacionado con la religión se debe escribir con mayúscula inicial por razones de respeto. Se trata de vocablos equiparables a cualquiera otro y las reglas ortográficas son generales, no excepcionales.