jueves. 18.04.2024
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Palabras mayas en el DRAE

"Mexicanismos procedentes del náhuatl hay cientos, pero del maya… se cuentan con los dedos"

Palabras mayas en el DRAE

La cantidad de vocablos de origen maya recogidos en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, DRAE, es poca. Mexicanismos procedentes del náhuatl hay cientos, pero del maya… se cuentan con los dedos. Son palabras de origen maya en el DRAE ‘anolar’, ‘Campeche’, ‘campechano’ (no solo como gentilicio), ‘cenote’, ‘cigarro’, ‘cu’ y ‘henequén’ y ‘yucateco’, y eventualmente, ‘chilango’.

En la región maya hay otros muchos vocablos que han desplazado al español pero que no han sido recogidos por el DRAE. Ello se debe a la baja popularidad fuera de la localidad.

‘Anolar’ es un verbo que el DRAE recoge con el sentido de ‘roer, chupar’. Sin embargo, mis amigos José Alberto Briseño, campechano, y Alicia Villegas, yucateca, me indican que ese verbo se usa más con el sentido de ‘degustar’, ‘saborear’. No obstante, no parece que sea un vocablo muy generalizado en el resto del país pues no es recogido por los diccionarios de mexicanismos de la Academia Mexicana y del Colegio de México.

Del vocablo ‘Campeche’ se desconoce exactamente su significado, pero no hay duda de su origen maya. Hay dos teorías, la primera sugiere que deriva de las palabras mayas ‘can’ (serpiente) y ‘pech’ (garrapata), por lo que significaría «Lugar de serpientes y garrapatas». La segunda teoría supone que deriva de las palabras ‘kin’ (dios Sol) y ‘pech’, lo que designaría el lugar del dios totémico. En ese poblado maya se encontraba una estatua de una serpiente con una garrapata en la cabeza a manera de animales totémicos y a cuyos pies se realizaban sacrificios humanos. A diferencia de otros topónimos, está en el DRAE por la acepción ‘cera de Campeche’.

‘Campechano’, por su parte, no solo se refiere al gentilicio para el originario de la ciudad o de la entidad; se usa en el sentido de: «3. (Por la fama de cordialidad de que gozan los naturales de Campeche, tierra de vida placentera según la creencia popular). adj. Que se comporta con llaneza y cordialidad, sin imponer distancia en el trato. 4. adj. coloq. Franco, dispuesto para cualquier broma o diversión». Mi amigo y periodista salvadoreño Manuel Eduardo Coto me confirma que por aquella zona también se aplica para referirse a alguien de personalidad apacible y despreocupada, al igual que en México.

La palabra ‘cenote’ (tz'onot, pozo, abismo) está muy generalizada. Internacionalmente, se usa para referirse casi en exclusiva a los depósitos de agua dulce característicos de la zona maya. Esa cultura usó los cenotes, además de lugar para abastecimiento, para ceremonias religiosas.

‘Cigarro’ procede de siyar. También es una palabra que ha influido otras muchas lenguas del mundo por la popularización de aspirar tabaco hecho en forma de rollo.

‘Cu’, según DRAE, es un vocablo común entre los cronistas de las Indias para referirse a los templos o adoratorios.  ‘Henequen’, por ser una fibra comercializada para cuerdas y sacos, fue un vocablo muy difundido que ahora se usa menos por la sustitución de esa materia prima por plástico.

‘Yucateco’ es el gentilicio del oriundo de Yucatán. Lo más probable es que esta última voz se deba a la típica confusión del conquistador que creyendo que todos estaban obligados a entenderles gritó a un lugareño «¿Cómo se llama aquí?»; ante las palabras incomprensibles, el maya respondió «¡Yec’ te tan!», que se traduce «No te entiendo». Entonces, aquella tierra pasó a llamarse Yucatán.

En el caso de ‘chilango’ (gentilicio en el DRAE, aunque no muy apreciado), Gabriel Zaid supone que viene del maya xiilan, que significa «desgreñado». Esa voz, según el autor, se desvirtuó en Veracruz donde al parecer está el registro más antiguo.

Hay otros muchos vocablos de origen maya que circulan también fuera de esa zona. En el centro del país (no muy general, pero sí en algunos casos) he llegado a escuchar a mujeres jóvenes decir «Voy a wixear» (se pronuncia güishear). Esta voz viene del maya wix, que significa orín.

A mi juicio deberíamos dejarnos influir más por las voces de lenguas naturales (para que se conserven lo más posible, aunque en palabras aisladas), que desplazar el español por anglicismos (del inglés).