martes. 23.04.2024
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Palabrería al escribir

"Uno de los vicios más frecuentes al escribir es el uso excesivo de palabras."

Palabrería al escribir

Uno de los vicios más frecuentes al escribir es el uso excesivo de palabras. El estilo moderno de redacción invita a escribir breve, preciso y directo. Sin embargo, no es extraño encontrar en todo tipo de documentos frases inútiles, palabras de más y redundancias. Todo ello debido a la costumbre de escribir copiando formatos (lo que llamamos en México machotes –del náhuatl machiotl, que significa guía, forma o conducta–), lo que se transforma en un círculo vicioso: las personas no aprenden a escribir por los formatos, y los machotes perduran porque las personas no saben escribir.

Alguien podría ver innecesario el estilo moderno. Pero en las condiciones actuales de la economía, ahorra tiempo, dinero y esfuerzo. Es decir, escribir breve hace más rápidos los procesos administrativos. Ser preciso (no dar vueltas al tema), facilita la compresión rápida y, por tanto, la inmediata toma de decisiones. Al escribir directo, no se quita tiempo al lector en asuntos intrascendentes o vanos, ni el redactor se pierde en redondeos innecesarios. Es decir, el estilo moderno es eminentemente práctico.

Por otra parte, escribir como formato tiene varios problemas. El más grave es el que impide que el redactor desarrolle las habilidades necesarias para la comprensión lectora y expresiva (lo que hoy llaman competencias). Textos con palabrería de más se alejan totalmente de la sencillez al hablar y, por tanto, hacen más complicada la comprensión de un mensaje. Es mucho más difícil retener la esencia de un mensaje cifrado que uno sencillo. Eso repercute en la ortografía (no pocas personas confunden la exclamación «A ver» –que intenta expresar, «veamos»– con el verbo «haber»). Luego, entonces, la garantía de que comprendan lo que están leyendo o escribiendo es gravemente baja (si no es que nula). Ello, por supuesto, en los procesos productivos hace inútiles a muchos operarios (si no son capaces de entender los manuales de maquinaria, corren riesgo la producción y la persona). He aquí una de las razones por las que no se leen los manuales (de servicios o de operación). El bajo nivel comprensivo impide acercarse a los textos. Por ello, la mayoría prefiere explicaciones verbales.

En este aspecto, si se recrean los formatos (se repite una y otra vez el mensaje de forma irreflexiva), la capacidad expresiva de la persona se nulifica. Por ello, no es extraño toparnos con personas incapaces de explicar algo, por sencillo que parezca. Entonces, lo que causaba risa en los años 50 y 60 del siglo pasado, resulta una verdad cotidiana en el cantinfleo de cientos de personas en su diario trabajar.

La falta de habilidad de escribir no es característica de una clase social o de un sector de la población. Es un mal generalizado identificable en los sectores público, social y privado. Por supuesto es más evidente en donde deben producir muchos textos, como en las diversas oficinas públicas y en las escuelas. En estos lugares culpan a los niveles subordinados (empleados y estudiantes) de las deficiencias. Pero si un jefe firma un documento o un maestro admite un trabajo escolar (porque alcanza a medio interpretar la intención), están recreando una situación grave al permitir que se sucedan ese tipo de documentos. Tan responsable es el que mata la vaca como el que le agarra la pata. Lo que podría ser más grave es que los ejecutivos firmen esos documentos porque tampoco sean capaces de detectar los errores y los maestros acepten los trabajos porque… no los revisen.

Hace unos días, Gabriela Montejano, periodista de un medio radiofónico incluía en su muro de Facebook unos ejemplos de lo que se llama corrección de estilo. Es decir, enunciar lo mismo con menos palabras. Decía un profesor mexicano de filología, que así como los ojos son la ventana del corazón; nuestros textos son un reflejo de cómo son nuestros procesos mentales. Si son turbios, por supuesto que nuestra visión de la realidad tendrá esa misma característica. Entre más sencillo y claro, el mundo brillará mejor para nosotros.

Estoy próximo a iniciar un curso sobre la elaboración de Informes de Gobierno. Ese será un tema que combatiremos con especial ahínco en el taller porque el sector público es el más obligado a la claridad en múltiples sentidos.