viernes. 19.04.2024
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Lo publicado en el 2015

"La mayoría de las personas hacen una revisión de sus actividades en el año para valorar su actuación. No seré la excepción"

Lo publicado en el 2015

La mayoría de las personas hacen una revisión de sus actividades en el año para valorar su actuación. No seré la excepción. Amigo lector, le presento algunos de los temas abordados en el año para que, si resulta de su interés, los busque a través de Internet en la plataforma con que cuenta este medio.

El 2015 lo inicié con una colaboración sobre la escritura de los nombres propios. Señalé que cada padre tiene el derecho a llamar a su hijo como mejor crea, pero que conveniente será prever la posible mofa a causa de los diminutivos, por la ligera modificación fonética o por lo impropio de su escritura. Amplío este último punto: si alguien llama a una hija Yanet, como ejemplo, deben escribirlo con la consonante Y y no con J, pues esa letra no tiene el sonido que buscan. Eso puede llevar a burla o a confusión entre sus compañeros de escuela cuando aprenden los sonidos de las consonantes. Aquel artículo lo finalicé con la regla ortográfica que las formas cariñosas de los nombres (hipocorísticos), cuando terminen en sonido i, pero sin tono fuerte y estén antecedidos por una consonante, deben rematar con la vocal i. De esta forma se escribe Mari, Susi, Pati –como ejemplos, desde luego hay muchos más– y no con la consonante Y, porque eso solo sucede en el inglés.

Otro artículo también de mucho interés fue el titulado Escritura y liderazgo. En él traté cómo la redacción ofrece a quien la practica regularmente más habilidades que la simple correcta exposición de ideas. Aprender a redactar bien lleva a una mejor toma de decisiones. El concepto no es mío, ni reciente (aunque llevo mucho tiempo difundiéndolo), pero en esta ocasión lo retomó la revista Forbes de México, de gran influencia entre empresarios. Incluso, la propia revista precisó que es requisito de un líder empresarial contar con esta habilidad.

Relacionado con ello, meses más tarde abordé los beneficios de escribir cuentos desde niños, gracias a la experiencia de algunos profesores de Guerrero y Michoacán. Esta competencia (ahora así llamada por las nuevas corrientes pedagógicas) facilita a los niños la socialización, amplía su visión del mundo, les dota de instrumentos para la comunicación con distintos niveles y los hace ordenados, así como lógicos.

En un artículo muy divertido, a principios de febrero referí varias anécdotas que están vinculadas a la redacción. En él señalé cómo importantes personajes de la historia de distintos pueblos evitaron formas inapropiadas o se valieron de imprecisiones para dejar un momento memorable para nuestro idioma (Anécdotas de la puntuación).

Aunque en meses diferentes, se vinculan ahora en perspectiva varios artículos (algunos de ellos escritos por la oportunidad del momento). En el primero (Redacción de textos jurídicos) abordé la imprecisión de algunas normas por la falta de pericia de quienes las enunciaron (que conste, en su formulación intervienen muchas personas del poder Legislativo). En los siguiente, ante la proximidad de las elecciones del año que finaliza, la poca atención de los partidos en formar correctamente a sus cuadros en la redacción de todo tipo de normas. No faltó el dedicado a vocablos relacionados con los comicios y, por supuesto, a los enfoques erróneos de la ley con respecto a las lenguas indígenas.

Una serie de cuatro artículos fueron dedicados a ciertas imprecisiones que circulan por las redes sociales. Muchas personas reciben comentarios por Facebook o Twitter más o menos fundamentados. Una verdad a medias es una verdadera mentira. Sin mayor análisis, les dan crédito, como un correo que circuló hace ya tiempo que sostenía la inexistencia de la palabra ‘presidenta’, que aparece desde el siglo antepasado en el diccionario oficial de nuestro idioma. Lo anterior, fundado en un participio activo del latín, pero inexistente en español que lleva a sacar conclusiones inadecuadas.

Como casi todos los años, en varios retomé la influencia del inglés en nuestra forma de hablar. En particular, arremetí contra la forma de llamar a la etiqueta informática: el hashtag (¡tan sencillo que sería decirlo en español!).

Nuevamente, abordé la forma de escribir los prefijos. Al parecer, las reglas sobre este aspecto han pasado inadvertidas pues es observable una creciente ola de formas inadecuadas (particularmente en el sector oficial). Las reglas se fundamentan en una lógica impecable. Pero el sentido común es el menos común de los sentidos.

Casi para rematar el año, di cuenta de la reunión de todas las academias de la Lengua en la Ciudad de México. En la mayoría de los medios, solo anunciaron el encuentro; pero el desarrollo y sus conclusiones quedaron fuera de las publicaciones. No obstante, reporté los planes de fortalecimiento del idioma de las Academias.

Esta es una pequeña muestra de lo realizado en el año. Agradezco que me hayan permitido charlar con ustedes a lo largo de 2015. Espero haber contribuido, aunque sea en pequeña medida, a haber dejado una semilla de pasión por nuestro idioma. Y si la fortuna nos lo permite, espero contribuir en 2016 revisando y, junto a usted, aprendiendo cada vez más sobre nuestra hermosa lengua.