Semiótica y política

“…sería una magnífica herramienta […] para reconocer, identificar o descubrir cómo se pretende inducir las simpatías por un candidato u otro. Es decir, cómo […] hacen todo por crear falsas impresiones para favorecer su punto de vista…”

Semiótica y política

Una de las ciencias modernas es la semiótica. Esta estudia los signos, esos elementos que pueden ser lingüísticos, sociales, psicológicos, iconográficos, fonéticos, etc. y la forma en que se relacionan. Esa composición ofrece un significado.  En la etapa que vive México, sería una magnífica herramienta para todo ciudadano para reconocer, identificar o descubrir cómo se pretende inducir las simpatías por un candidato u otro. Es decir, cómo algunos grupos, sectores o individuos hacen todo por crear falsas impresiones para favorecer su punto de vista.

Hace unos días vi una entrevista periodística a un candidato a la presidencia de la República. Los periodistas que le convocaron –supongo que no todos porque algunos tuvieron una actitud diferente durante el desarrollo– se dedicaron a exponer sus puntos de vista, más que obtener respuestas del candidato (eso ya habla de la calidad periodística). Es decir, más que una entrevista fue un deliberado encuentro para desprestigiar al candidato, parte de la guerra sucia en la que participan muchos medios de comunicación y periodistas.

El resultado fue todo lo opuesto a lo esperado por quienes hayan formulado el plan. Sin perder la compostura, el candidato con toda mesura dio respuesta (de forma evasiva o no; eso yo no lo valoro para que sea el propio espectador quien lo haga). El entrevistado supo llevar la entrevista, no cayó en el juego de las provocaciones e impuso el ritmo del programa.

Sin embargo, días después circuló en redes sociales un video editado de esa entrevista donde cambia radicalmente el resultado. Cortando las respuestas e incrustando imágenes que no respondieron al mismo instante de la misma sesión, se logra –en efecto– una impresión totalmente opuesta al resultado original.

Otros de los recursos de la edición, menos evidentes, sutiles, pero igual de efectivos, son el recurso de la cámara lenta –para destacar un tipo de reacción en específico– y el tiempo de permanencia de cada escena. Con ello imponen un ritmo que se asocia a la presunción de reacciones seleccionadas.

En semiótica, estos son los signos que se mezclan con el propósito de dar un significado. En verdad, la edición tiene un talento sobresaliente pues, en efecto, trastoca el original, le da un giro diametralmente opuesto.

Para saber reconocer o valorar adecuadamente un caso, vale más conocer el original y no los resúmenes, notas (que también están profundamente trastocadas, acorde a emisor), videos o comentarios.

Pero, incluso, al exponerse a este tipo de productos comunicacionales, también vale la pena identificar al emisor. Por supuesto que si se trata de un partido político o una corriente ideológica, se podrá valorar qué tanto está trastocada la visión. Para ello es suficiente con reconocer los signos de origen, y con ello se puede aventurar el nivel y grado de manipulación.

El proceso electoral exige a la sociedad un análisis de esa naturaleza para decidir un voto con total consciencia y no solo producto de manipuleo.

Un primer paso es identificar que hay partidos y candidatos que –sin aportación de su plan, proyecto o futuro actuar– recurren al recurso de criticar, descalificar o escandalizarse de lo que sus oponentes proponen. Cierto es que quien critica se arropa de una aureola de no tener la misma actitud. Con ello se pretende erigir por encima de su contrincante.

Un sencillo análisis identifica la ausencia absoluta de propuestas y la subordinación a la agenda del oponente. En el plano nacional, por ello uno de ellos está imponiendo su visión, y los otros…