miércoles. 24.04.2024
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Signos no alfabetizados

"El signo no alfabetizado es un rasgo auxiliar que sirve como apoyo a la escritura. Su propósito es comunicar sentidos abstractos"

Signos no alfabetizados

El signo no alfabetizado es un rasgo auxiliar que sirve como apoyo a la escritura. Su propósito es comunicar sentidos abstractos. Los hay de varios tipos: números, de puntuación y conceptuales. En otras ocasiones me he referido a casi todos los símbolos, con excepción de los últimos. Veamos algunos de ellos y aspectos relacionados. Agradezco al escritor colombiano-mexicano Jaime Panqueva su amable sugerencia para abordar este tema.

Los signos a los que me refiero son casos como # (signo de número), & (et), / (diagonal), ° (grado), * (asterisco), ‘ (apóstrofo), § (párrafo), @ (arroba) y otros más que no ofrecen gran dificultad. El problema es que muchos de ellos, por razones diversas están siendo mal empleados o les da nombres que no les corresponde. Aquí solo me referiré a los más comunes.

No es admisible, ortográficamente, combinar signos alfabéticos y no alfabéticos para construir palabras. Los signos de puntuación –también signos no alfabetizados– rodean las palabras formadas por letras, pero en ningún caso forman parte de ella. Caso excepcional es cuando en literatura el autor pretende reflejar el habla popular y escribe «¡Hágase pa´ca» (hágase para acá). El uso del apóstrofo, en este caso, es una licencia literaria, pero desde luego se sigue considerando erróneo ortográficamente. Lo mismo sucede cuando se pretende pluralizar siglas, que aparece el apóstrofo antes de la consonante 's' al finalizar la palabra: *ONG's.

Una moda en la política ha puesto en boga referir los géneros gramaticales –cuando se trata de hombres y mujeres–, en vez de recurrir al genérico gramatical (a muchos sexistas este último les parece machista). Así los discursos suelen iniciar por: «señoras y señores», «muchachos y muchachas»; «chiquillos y chiquillas». Como es engorroso repetir la misma palabra con género distintivo, a los muchachos les ha dado por recurrir a la arroba como sustitución de la letra diferenciadora. Así, escriben *señor@s, *muchach@s y *chiquill@s, para que se interprete que se dirigen a ambos sexos. Recurren al arroba porque al centro del símbolo se observa una vocal 'a', rodeada de lo que semeja una vocal 'o' no terminada. Esto es, las letras características en la diferenciación de género. Desde luego, con base en lo señalado en el párrafo anterior, se trata de una barbaridad.  

Por otro lado tenemos el caso de la línea inferior horizontal. Popularmente, se le llama en México «guion bajo». Este último nombre no le corresponde. Se le ha citado así para diferenciarlo de la línea horizontal trazada a la mitad del renglón por arriba de la línea imaginaria de escritura. Básicamente, esta línea horizontal inferior es para subrayar. Sin embargo, su uso tiende a reducirse porque en textos electrónicos el subrayado implica un hipervínculo (las letras de las palabra cambian automáticamente a color azul y con un clic en ella se despliega otra pantalla).  Su nombre es simplemente raya, porque los trazos por encima de la línea de escritura se llaman guiones. Entonces no debía haber confusión.

Los guiones hay tres tipos y uno duplicado. El más corto es el signo de menos (-) y también se usa para la división silábica (es-drú-ju-la); duplicado paralelamente es el símbolo de igualdad (=). El guion horizontal medio, se usa para insertar explicaciones al igual que los paréntesis y las comas (–). Y el guion horizontal largo, aplica para inicio de diálogo en obras literarias.

Otro símbolo al que se le reconoce inadecuadamente en México es et (&). Entre personas ligadas a la informática le nombran amperson (este vocablo es un extranjerismo, no está recogido en el Diccionario de la Real Academia Española, DRAE). Como en otros alfabetos, en el que usamos es un símbolo de concatenación, conjunción. Equivale a la ‘y’ en español y ‘and’ en inglés. Sin embargo, su nombre en nuestro idioma es ‘et’.

Finalmente, hay dos rasgos muy parecidos que suelen confundirse. Me refiero al símbolo de grado y a la ‘o volada’. El primero se distingue porque se ubica inmediatamente después del símbolo alfabético o número sin otro símbolo de por medio: N° y 6°, que se lee «norte cero grados» (se usa para la ubicación geográfica en latitudes) y seis grados (que puede ser temperatura o intensidad alcohólica). La ‘o volada’ es la terminación ‘o’ de los números ordinales: 6.° (sexto). Este último, como es la terminación ordinal, puede ser una 'a' (en la página de la Real Academia Española cuando hacen referencia a la edición del Diccionario enuncia 23.a) o las dos últimas letras: 22.do (que se lee, vigésimo segundo) o 6.to (sexto). Lo importante es que el punto aparezca antes de la terminación volada (así llamada cuando aparece lo que el procesador de texto llama superíndice).

En lo personal y por imitación de los primeros textos de don José G. Moreno de Alba, quien fuera director de la Academia Mexicana de la Lengua, uso el asterisco antes de un vocablo para señalar que estoy usándolo con todo propósito de forma incorrecta. Es decir, que suelo incluir en mis textos palabra u oraciones mal escritas con todo propósito por razones didácticas. Este es un uso poco regular del asterisco. Normalmente cuando se usa, se ubica al final de la palabra y siempre se refiere a una llamada de atención hacia el pie de página.