Supuesto fracaso

"...se trata de una información inventada, lo que ahora llaman fakenews..."
Supuesto fracaso

Circula por redes desde hace algún tiempo –más evidente desde el confinamiento por la pandemia– una nota sobre la presunta aceptación de un funcionario de la Real Academia de la Lengua, RAE, por el fracaso de dejar de tildar los pronombres demostrativos (ese, este y aquel, con sus femeninos y plurales), así como el adverbio solo.

Al leer la nota, en realidad el funcionario acepta una resistencia de muchos por aplicar la recomendación académica de eliminar esos acentos gráficos. A ello el cabecero lo califica como fracaso (el funcionario nunca lo califica así en el cuerpo de la nota). Entonces, la información propicia falsas expectativas de algunos que suponen un recule de la RAE y molestia de otros porque ya aplican esa recomendación.

Vale la pena, entonces, varias consideraciones. Por una parte, una certificadora informativa (con tantos bulos en la red se hacía indispensable un servicio así) ha identificado como falsa la información. Es decir, se trata de una información inventada, lo que ahora llaman fakenews (gusto más del término en español, pero es un guiño para los anglófilos, ¡tan saturadas las redes sociales con anglicismos!).

Vale la pena puntualizar al respecto, suponiendo que fuera cierta. Por otra parte, los funcionarios no tienen nivel decisivo, son trabajadores que desarrollan una función de apoyo en investigación o administrativo. Me refiero a que el rumbo del idioma se refleja en el contenido de las obras académicas, como son el Diccionario de la lengua española, así como la Ortografía y la Gramática. Ahora, el contenido lo deciden los académicos y no los funcionarios de las Academias. Además, para que una decisión tenga validez –las opiniones son otro asunto– por una parte debe estar publicada en cualquiera de las obras y, por la otra, debe consensuarse en el seno de las 23 academias de la lengua española (entre las que está la Mexicana). Esto último es un proceso lento porque no todas las Academias tienen la misma agenda. Una vez consensuada la decisión se prevé su incorporación a las obras académicas, pero estas no se modifican con la primera decisión, esperan varios para que valga la pena la publicación.

Ahora, también debe considerarse que la resistencia o falta de aplicabilidad de un lineamiento por los hablantes no es sinónimo de desistimiento de las Academias. Pongo por ejemplo la norma de 1956 que elimina la tilde a los monosílabos. Palabra como fue, dio y fe (esta última, error común en la ciudad de Guanajuato) tienen más de 60 años que han dejado de tildarse. No obstante, tengo alumnos que aseguran haber tenido profesores de primaria que les indicaron lo contrario (lo tomo con reservas porque es común que culpen a sus maestros anteriores de sus errores actuales). Admitir que no están actualizados, olvidan la norma o francamente la desconocen muchos hablantes en nada se aproxima a que deba modificarse por fallida.

Finalmente, el criterio para que se dejen de tildarse los pronombres es lógico. El acento diacrítico tiene como propósito facilitar al lector la diferenciación de significados. Es decir, los vocablos ese, este y aquel (con femeninos y plurales) si son pronombres demostrativos, se tildaban; de ser adjetivos demostrativos, no. Antes, con tilde en casos como: *«¿Quién es ése?» (pronombre); pero sin ella en «¿Quién es ese muchacho» (adjetivo). Por razones evidentes, el adjetivo siempre está acompañado de un sustantivo (persona, animal, cosa o concepto); no así el pronombre.

Sin embargo, bien observadas las oraciones, no hay forma de que hubiere confusión con o sin tilde. Es decir, el acento diacrítico resulta innecesario para el hablante (que tampoco tiene la necesidad de clasificarlo). Por tanto, en la práctica escrita se hace innecesaria esa tilde de los pronombres.

Por el contrario, dejar de tildarlos es preferible pues en muchos textos tildan incorrectamente el adjetivo. Si la norma resulta confusa para el usuario, preferible modificarla.