Todos los rojos

"El rojo, como se observa, es uno de los colores con mayor número de sinónimos con diferente procedencia. Eso refleja la riqueza del idioma y es lamentable que al comunicarnos entre nosotros no recurramos a tal variedad de alternativas."

 

Todos los rojos

Si algo tiene nuestro idioma, es la enorme variedad de sinónimos. Eso fue debido a que España fue uno de los países más invadidos (con la suma de barbaridades que ello trae). Por tratarse del extremo del continente europeo, la mayoría de las culturas conquistadoras la invadieron y, por tanto, trajeron su idioma. Por supuesto, utensilios, armas, costumbres y enseres fueron incorporados a las culturas locales. Así, las palabras, las lenguas de los llegados, influyeron en los conquistados, en los grupos autóctonos de la península. Así, los idiomas se mezclaron. Por ello pervive en el español voces del griego, del latín, del vasco, del árabe, del godo, del ostro godo, del celta… Esta es la razón por la cual, el español actual es uno de los idiomas más ricos del mundo y con mayor número de sinónimos. Se llama sinónimo a las palabras que tienen un significado común, aunque casi siempre se caracterizan por una pequeña variante.

Una de los vocablos con mayor número de alternativas en español es el color rojo. El diccionario de sinónimos contempla de esta voz: arrebol, bermejo, bermellón, colorado, carmesí, cinabrio, encarnado, escarlata, grana,  granate, púrpura, rufo y sanguíneo. Sin embargo, aún hay más formas de referir ese color, como veremos más adelante.

Algunas de estas palabras se usan para determinadas variedades del rojo. Me refiero a que el vocablo encarnado, por ejemplo, se usa para definir una tonalidad fuerte de rojo, pero variará de lo que se conoce como bermejo que no es tan intenso. Ello se debe a que encarnado procede del vocablo carne que de los animales destazados es de un rojo intenso. En tanto, bermejo procede de un gusanillo que al ser exprimido se obtiene una variedad de rojo. Comparadas, ambos rojos son totalmente diferentes. Por ello, estas palabras se usan para el color rojo, pero en tonos distintos.

En otros casos, los sinónimos se refieren a vocablos diferentes para un mismo objeto. Cinabrio es un vocablo que viene del griego y se refiere a un mineral compuesto de azufre y mercurio. Es un mineral muy pesado de color rojo obscuro. Sin embargo, al ser reducido a polvo, al producto se le llama bermellón, que es una voz procedente del francés; de donde llegó la forma de trabajarlo.  

En otros, se funden el tono con el origen. Por ejemplo, la grana es una cochinilla que al exprimirse se obtiene el color rojo utilizado como colorante de ropa. Pero lo mismo sucede con el bermejo que procede de la palabra latina para referirse al mismo tipo de animalillo. Y no se diga del púrpura que es el nombre de un molusco, que segrega una sustancia amarilla que al contacto con el aire se torna verde, pero con el tiempo se transforma en rojo intenso.

También hay formas de referirlo por su presencia en un fenómeno. Por ejemplo, el arrebol se refiere a ese atardecer en que las nubes presentan un tono rojizo a causa de la refracción del Sol al atardecer o al amanecer. En la canción yucateca Peregrina, Ricardo Palmerín requiere de referir varias veces el color, pero poéticamente recurre a la metáfora para no repetir o usar de manera fría el color. Así enuncia «…mejillas encendidas de arrebol…» y más adelante habla de «…labios purpurinos…». Otra canción, pero ahora de María Greever titulada, Te quiero dijiste, pero más conocida como Muñequita linda, habla de «…labios de rubí…», que también es un mineral precioso de color rojo intenso.

En el periodismo internacional se escucha como sinónimo de cardenal el término purpurado. Por supuesto que los cardenales son aves de color rojo. Este nombre lo retoma la iglesia para nombrar a una jerarquía cercana al papa que visten atuendos rojos intensos, igual que la avecilla, el cardenal, pero también les llaman a estos jerarcas, purpurados.

El rojo, como se observa, es uno de los colores con mayor número de sinónimos con diferente procedencia. Eso refleja la riqueza del idioma y es lamentable que al comunicarnos entre nosotros no recurramos a tal variedad de alternativas.