jueves. 25.04.2024
El Tiempo

Violencia a causa del idioma

"He decidido sumarme a la campaña contra la violencia de sustantivas y sustantivos, promovida por nuestras autoridades"

Violencia a causa del idioma

A mis queridas y queridos, respetadas y respetados, lectoras y lectores:

He decidido sumarme a la campaña contra la violencia de sustantivas y sustantivos, promovida por nuestras autoridades (¡uf!, que fortuna que esta última palabra no terminó en vocal a, porque eso me hubiera obligado a masculinizarla, para ser congruente en este texto), del orden federal. He cambiado el nombre (es mi propuesta) de ‘violencia de género’ (a la que le faltaría, desde luego, génera, porque también hay mujeres que pegan a los hombres) por el de ‘violencia de sustantivo y sustantiva’. Doy preferencia a esta clasificación gramatical porque es la que se refiere a hombres y mujeres. El vocablo ‘género’ (y, ahora génera, porque así como todo lo feminizable se debe feminizar, igual debe suceder con femeninos, que se masculinicen para tener un lenguaje equilibrado, neutro, sin tendencias machistas o feminizantes) aplica para la clasificación de los sustantivos y sustantivas y lo que interesa es ir al origen de la violencia y el violencio, así como encasillar perfectamente a hombres y mujeres (para que no se mezclen y luego se anden agrediendo).

También quiero proponer que ya deje de decirse el idioma. Hay dos razones para ello. Uno (de carácter profundo y apegado a esta nueva perspectiva), el machismo y su derivado en violencia contra las mujeres, nos viene del lenguaje (al fin encontramos al culpable, seguramente no existen otras razones –por cierto, cuando sea a la inversa, debemos ahora clasificarle como ‘la machisma’, porque también debe recibir un nombre la violencia de mujeres a hombres–), por lo que esta palabra también debe evolucionar por decisión de las autoridades federales; dos, esta palabra idioma es incongruente: termina con la vocal a y ¡es del género masculino! Por lo tanto, ahora deberá de ser ‘lo idiomo’, para transformarle por decreto a género neutro.

En estos momentos en que escribo, confieso humildemente querido lector, me doy cuenta que no estoy siendo congruente con suficiencia. He usado con regularidad la vocabla ‘palabra’. Si la intención es que el fenómeno del machismo no se revierta y genere la machisma (ya considerado líneas atrás), adecuaré las palabras y, cuando corresponda, enunciaré ‘los palabros’. En caso de haber palabros masculinos y palabras femeninas, recurriré a ‘palabres’ para reducir las repeticiones… (surgido en el momento en que redacto estas líneas).  

Debo confesar que con este tema les autoridades (si uso el género femenino de le palabre ‘autoridades’ podría suponerse que solo ha sido idea y voluntad de las mujeres, pero en esto está comprometida la sociedad en su conjunto) han abierto una nueva línea de evolución de lo idiomo.

También propongo que ya no se hable de ‘género femenino’. Es tan machista como todo lo que se trata de combatir y a lo que ahora apasionadamente me sumo. Deberá ser ‘génera femenina’, para dar total y absoluta congruencia a esta nueva etapa de lo idioma (norma básica de concordancia).

También sería bueno decidir cuál irá primero. Es decir, si se enuncia ‘mexicanas’ y luego ‘mexicanos’ o a la inversa, porque la equidad debe prevalecer. Colocar a alguno de les sustantives antes, puede dar al traste todes estes buenes intenciones de trato igualitario. Debemos y debemas evitar enfrentamientos con enfrentamientas al mencionar a alguno de los géneres antes que el otro y otra (u otra y otro). Esto sí será un serio escollo.

Ahora solo falta convocar a las académicas y a los académicos del lenguo para que modifiquen la gramática, la ortografía y el diccionario (¡ag!, me aterra ver que en estes últimes palabres hay dos femeninas y una masculina… otro tema por resolver; pero eso que ya sea de les académiques). Eso sí, que el Gobierno federal encabece el cambio de lo idiomo (y aproveche para que las y los barbaridades del libro de primario –otro cambio– las regularice y ya no sean consideradas fallas). La autoridad no se comparte. Por un lenguaje que pierda el obsolescencio machisto.