martes. 23.04.2024
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Cuartos de final de la champions 2017

"Se disputó la esperada ronda del torneo de club más prestigioso del mundo... Es la playera y no el acta de nacimiento lo que importa".

Cuartos de final de la champions 2017

Se disputó la esperada ronda del torneo de club más prestigioso del mundo, en el que convive buena parte de los mejores jugadores no sólo europeos, sino del resto de las naciones: todo un encuentro muy a tono con las lógicas globales, en las que la nacionalidad de los jugadores ya es lo de menos. Ahora importa la identificación con el club al paso de los años, a través de la permanencia sin caer en las tentaciones de los jugoso contratos ofrecidos por el equipo de enfrente. Es la playera y no el acta de nacimiento lo que importa.

Fiesta en Turín

En uno de los partidos más anhelados de la jornada, Juventus recibía al inestable Barcelona, que últimamente no se sabe cómo va a saltar al campo: puede ser el equipo imparable que tanto tiempo hemos visto, o un conjunto esclerótico y plagado de dudas. Ahora se presentó de manera temeraria con formación ofensiva, y muy pronto mostraron su vulnerabilidad, bien aprovechada por los locales e impulsados por su talento sudamericano: el colombiano Cuadrado realiza gran jugada para ceder a Dybala, quien resuelve a segundo palo en un ángulo casi imposible, cuando la gente se seguía acomodando en la tribuna.

Quince minutos después, Mandzukic desprende por el costado y mete servicio al propio juvenil argentino, para que con disparo fulminante dejara puesto el segundo para él y su equipo: hoy es día de un argentino y no se trata de Messi, quien había filtrado genial pase al movimiento preciso de Iniesta, que Buffon salvó en el fondo con manotazo lleno de experiencia. Ajuste tardío para la segunda parte por parte de Luis Enrique, que contribuye a establecer un poco de mayor control. No obstante, Chiellini anota el tercero en remate de cabeza frente a débil marca de Mascherano, viviendo un día para el olvido, junto con el resto del club.

Carnaval en Dortmund

Después del gran susto por un estallido que provocó que el partido se pospusiera un día, y la consecuente solidaridad de los aficionados alemanes, quienes recibieron en sus casas a los franceses para que no se tuvieran que regresar, Borussia Dortmund y Mónaco nos regalaron un entretenimiento en estado puro, lleno de goles tejidos de formas múltiples, jugadas deslumbrantes y errores que lo hicieron ver todavía más humano. El carnaval inició con elusiva anotación de Mbappé, que sumada a un autogol colocaron al visitante, toda una revelación en el certamen, con dos de ventaja en el primer medio.

Para la segunda mitad, los de casa mostraron reacción característica de su origen teutón. Se acercaron pronto con tanto de Dembélé, dándole al juego lo único de le faltaba: sentido de incertidumbre. Pero un yerro en defensa le regaló el tercero a los franceses y el segundo para Mbappé, vuelto un jugador digno de los mejores reflectores. Todavía Kagawa, cerca del final, le devolvió la vida al cuadro alemán con elegante gol, y por poco consiguen la igualada cuando la luz estaba por apagarse. Dado el ímpetu de ambos, todo puede pasar en la vuelta.

Embate en Madrid

El conjunto local salió dispuesto a resolver la eliminatoria cuanto antes, y se lanzó al abordaje sobre la puerta de la visita, pronto rebasada por el talento decidido de los colchoneros. Sin embargo, el gol no aparecía entre fallas en la definición y salvadas del arquero. El Leicester City jugaba contra la intimidación e inexperiencia en estas instancias, mientras que el Atlético de Madrid enfrentaba a su propia resistencia para ser el protagonista de los partidos, y quien manda en el campo de juego.

Fue a través del tiro penal, provocado y ejecutado por Griezmann, como los de casa se fueron arriba en el marcador, que pudo haberse aumentado en la primera parte. Para el complemento, el equipo inglés intentó mostrar una pequeña reacción, rápidamente neutralizada por los madrileños, arrastrando ese colmillo por todo el terreno, y dejando que el tiempo siguiera avanzando, confiando en que si no recibían gol como locales, la vuelta se antojaba para finiquitarla en algún contragolpe. Mucha confianza en sí mismos.

Descalabro en Berlín

El lugar común plantea que se trataba de una final adelantada. Pero los demás equipos parecen opinar distinto, sobre todo después de ver que tanto el Bayern Munich como el Real Madrid son falibles. La primera parte fue controlada por el gigante alemán, poniéndose en ventaja con remate implacable de Vidal, celebrando tan efusivamente como lamentándose después, tras fallar un penal al término de la primera parte, que pudo significar un golpe casi definitivo a la autoestima del campeón vigente, al que ciertamente nunca se le puede dar por destronado.

Para la segunda parte, Zidane ajustó, acaso aprendiendo de su maestro Ancelotti, y pronto la visita empató el marcador con tanto de Ronaldo, culminando jugada eficaz de sus compañeros. El desconcierto del local se derramó cuando regaló una expulsión, que los dejó no sólo en inferioridad numérica, sino también anímica, situación aprovechada por el conjunto español para que su estrella portuguesa anotara el segundo, poniendo la eliminatoria en un lugar difícil de revertir para los teutones, aunque conociéndolos, la posibilidad permanece.

Cierre de los cuartos de final

De los partidos de vuelta, uno alcanzó los tiempos complementarios, otro ciertos momentos de dramatismo inesperado y los dos restantes mantuvieron la tendencia observada en los resultados precedentes, ya vaticinando definiciones prematuras. Otra vez la ciudad de Madrid tiene el 50% de los aspirantes a llevarse la orejona y los cuatro equipos son de países latinos.

Prohibido darse por vencido

Equipos de este calibre no pueden asumirse como derrotados antes del silbatazo final. No está ni en su ADN ni en su horizonte. El Real Madrid le dio la vuelta al marcador en su visita a tierras alemanas y ahora el Bayern Munich estaba llamado a hacer lo propio. Si bien en la primera parte Neuer tuvo que poner el ejemplo evitando prácticamente la eliminación de la visita, para la segunda mitad reaccionó a la altura de su historia y se puso en ventaja con penal cometido (es un decir) a Robben, siguiendo el sketch de aquel doloroso recuerdo para la selección mexicana. Lewandowski se encargó de cobrar para poner el primer tanto aunque, después de inquietantes veintitantos minutos, Cristiano emparejó vía cabezazo bien colocado.

Pero como para mantener la angustia, de inmediato el conjunto muniqués se volvió a ir arriba con desafortunado autogol de Ramos, poniendo la situación en igualada global que permaneció hasta el silbatazo final del tiempo regular, no sin antes presentarse la expulsión de Vidal, que a la postre resultaría decisiva. Si lo hizo en casa ajena, porqué no hacerlo en la propia: un errático Cristiano Ronaldo volvería a demostrar su gran capacidad para la reivindicación. En el tiempo complementario controló con el pecho en posición adelantada y anotó el segundo para su causa y la del equipo; recibió después en bandeja un servicio de Marcelo, que se coló ante un rival agotado para el tercero, y Asensio sentenció el partido con el cuarto gol. Imposible darse por vencido.

El atrapador de sueños

Terminó la ilusión para el Leicester. Tuvo que enfrentarse al Atlético de Madrid, un equipo que de hace un tiempo para acá se ha encargado de hacer que sus rivales pongan los pies en la tierra: realidad, le llaman. A ritmo de Kasabian y con una colorida escenografía, el cuadro revelación del torneo pasado en la Premier buscaba, con todo y su cambio de entrenador, que de verse como traición se volvió visionario, trascender del sueño local al ámbito continental. Salieron entusiastas y tuvieron sus acercamientos, pero un centro justo de Filipe Luis encontró la cabeza venturosa de Ñíguez para silenciar el febril entusiasmo en el Poder del Rey, casa de los zorros ahora necesitados de más astucia que nunca.

Hubo movimientos atinados del entrenador de apellido ilustre para la segunda parte y los locales revivieron la esperanza, sobre todo con el tanto de Vardy a media hora del final: dos goles más no se veían tarea imposible y por algunos minutos la sensación de logro recorría la tribuna y el campo, pero los matasueños de playera rayada ajustaron a tiempo, y poco a poco fueron poniendo el partido en atmósfera cero con sobrecarga en la defensa, justo donde las expectativas se marchitan sin remedio. No obstante, los de casa dejaron el resto y un poco más, en busca de revertir el resultado: lograron dejar constancia de su inquebrantable deseo de no permitir que nadie atrape sus sueños. Será para la próxima. En tanto, los colchoneros empiezan a tener el buen hábito de estar entre los cuatro mejores de Europa.

El milagro que nunca llegó

Quizá una vez, pero dos es demasiado, sobre todo considerando la diferencia del rival, y su experiencia en relación con la eliminatoria anterior. En efecto, la Juventus sacó el sello de origen y clausuró su puerta para mejor ocasión, ante un Barcelona luchón pero sin la necesaria puntería ni el suficiente volumen de llegada como para revertir un marcador lapidario, en particular si enfrentas a un equipo italiano. La primera parte se escurrió entre la escasez de peligro para la puerta de Buffon, testigo de sólo una llegada de peligro, y algunos contragolpes que le recordaban al anfitrión que no podía olvidarse del todo de la retaguardia.

Para la segunda mitad, el asedio aumentó y tanto Messi como Neymar, junto con un Suárez más enjundioso que atinado, lo intentaron en diversas ocasiones pero sin la mira del todo enfocada: se generaron opciones que terminaron en el suspiro que anuncia la inminente eliminación. Mientras tanto, la defensa de Turín se revolvía, encimaba y buscaba cerrar caminos principales y alternativos para que la ventaja no sufriera ningún tipo de amenaza. Al final del día, el cuadro culé se despide con dignidad aunque con cierto aroma a decepción de acuerdo con lo planeado, al tiempo que la Vecchia Signora ya está instalada con paso sólido en la siguiente instancia.

La confirmada revelación

El conjunto monegasco confirmó que la alegría a la hora de jugar también se puede acompañar de la eficacia. Tras obtener una ventaja en campo contrario, se mostraron confiados sin exceso desde que se les vio ingresar a la cancha; de hecho, muy pronto anotaron vía Mbappé –apenas en su mayoría de edad- y el resurgido Falcao, sus dos atacantes estelares, para definir el rumbo de la eliminatoria cuando todavía no llegábamos a los veinte minutos de partido; la apuesta lógica del Borussia Dortmund de adelantar filas abrió espacios para el vértigo del Mónaco, viviendo del talento y la inspiración en completa y feliz coincidencia.

Pero el espíritu alemán salía a flote. El reaparecido Reuss, quien había lanzado un peligroso aviso en busca de la igualada, recortó distancias al inicio de la segunda parte. La motivación no fue suficiente y el cuadro local lucía controlador de las acciones ante la precipitación de la visita, a la que parecía ganarle no sólo el rival sino su propia ansiedad, no obstante la insistencia, que nunca faltó para buscar el arco de enfrente. Para sellar en definitiva el resultado, Germain anotó el tercer tanto a diez minutos de un final soñado para la tribuna, explotando de júbilo al ver a su equipo convertido en la confirmada revelación, y vuelto el gran animador del torneo.