sábado. 20.04.2024
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Terry Riley en León

"Sus famosas sesiones que duraban toda la noche hasta el amanecer, se convertían en una especie de viajes astrales cuyo vehículo era esa creación de una envolvente atmósfera sonora capaz de trasladarnos a (im)posibles mundos mentales."

Terry Riley en León

Músico esencial de las vanguardias del siglo XX, particularmente la vinculada con el minimalismo, ha visitado con mente abierta diversos géneros y especies derivadas, tanto de las estéticas predominantes de occidente como de las propuestas sonoras de oriente, sobre todo de las reiteraciones meditativas provenientes de la India que entran por los oídos e invaden todo el sistema nervioso para colocarlo en otra dimensión. Sus famosas sesiones que duraban toda la noche hasta el amanecer, se convertían en una especie de viajes astrales cuyo vehículo era esa creación de una envolvente atmósfera sonora capaz de trasladarnos a (im)posibles mundos mentales.

Terry Riley (California, 1935) empezó a tocar piano en los años cincuenta del siglo pasado, mientras estudiaba composición en Berkeley, donde tuvo de compañero a La Monte Young, otro prominente exponente del avant-garde. Con una mano puesta en las ideas minimalistas de John Cage, compartidas con Philip Glass, y con la otra en el jazz que ampliaba sus fronteras justo en esos años buscando atonalidades significativas, compuso Mescalin Mix (1960), aprovechando las posibilidades de la música concreta en cuanto a tratar ciertas secuencias de sonido en forma separada, para después realizar innovadores procesos de cortar y pegar, insertando las reconocidas repeticiones que terminan por ser hipnóticas.

Compuso Music for the Gift (1963) para la obra de Ken Dewey que abrió paso para el clásico In C , compuesto en 1964 aunque editado en disco en 1968, una de las obras pioneras del minimalismo integrada por 53 fraseos rigurosamente organizados que podrían ser interpretados por un grupo numeroso de músicos: insignes colegas como Steve Reich, Jon Gibson, Pauline Oliveros y Morton Subotnick fueron de los primero en interpretar la hipnótica pieza. Una notable recreación de la obra fue la que se realizó Malí por parte de Africa Express, uno de los múltiples proyectos apoyados por Damon Albarn, líder de Blur (https://www.youtube.com/watch?v=_FXQ68ZkWVw).

Fueron años de producciones clave con la incorporación del saxofón como instrumento distintivo que entraba como anillo a la partitura de absorbentes loops: Poppy Nogood and the Phantom Band (1968), conformado por un solo corte en continua involución cual escalera que parece ir hacia abajo o para arriba pero nunca se sabe (cual dibujo de Escher) y el mayúsculo A Rainbow in Curved Air (1969), muy a tono con los tiempos progresivos y sicodélicos que se respiraban en el ambiente, cerraron la década en la que Riley cimentó su propuesta musical y, aun sin saberlo, su enorme legado para la música por venir.

Empezaron los viajes a la India y entretanto produjo con John Cale (The Velvet Underground) Church of Anthrax (1971), seguido de Les Yeux Fermes (Happy Ending) (1972), oscuro soundtrack para el corto francés homónimo y Persian Surgery Dervishes (1972), capturando un par de narcóticos conciertos de órgano. Vinieron después el score Le Secret de la Vie (Lifespan, 1975),  Descending Moonshine Dervishes (1975) y Songs for the Ten Voices of the Two Prophets  (1983), experimentando con sintetizadores y acaso buscando clamar en los distintos ámbitos musicales los nuevos sonidos por venir.

El feliz encuentro con David Harrington del mítico Kronos Quartet derivó en varias presentaciones y grabaciones de impecable interpretación y cautivante composición como se deja escuchar en Terry Riley: Cadenza on the Night Plain (1985), el afamado Salome Dances for Peace (1989), Terry Riley: Requiem for Adam (2001), Sun Rings (2002), The Cusp Of Magic (2004) y G Song (2015), éstos últimos para celebrar su septuagésimo y octagésimo cumpleaños, respectivamente. El prestigiado cuarteto le rindió un homenaje vía One Earth, One People, One Love (2015), una caja de 5 discos que es todo un tesoro.

Shri Camel (1980), The Harp of New Albion (1986) y Terry Riley and Krishna Bhatt (1984), en conjunto con el maestro de la cítara indio, son muy buenos ejemplos de la lograda imbricación de elementos musicales provenientes de tradiciones distintas, interviniendo el órgano para experimentar con sonidos y secuencias, y aludiendo a los espíritus de la India para crear paisajes de inquietante relajación. Continuó grabando en diversas direcciones como lo muestran el paisajismo del destierro de No Man´s Land (1985) y Chanting the Light of Foresight (1987), explorando pequeñas frecuencias con el Rova Saxophone Quartet.

Entre guitarras españolas y tangos argentinos, grabó The Book of Abbeyozzud (1999), seguido por el casi imposible de conseguir en físico Atlantis Nath (2001); con el poeta Michael McClure grabó I Like Your Eyes Liberty (2005) y con el bajista experimental Stefano Scodanibbio hizo lo propio en Lazy Afternoon Among the Crocodiles (1997) y Diamond Fiddle Language (2005); siguieron Reed Streams (2007) con todo y enfáticos mantras; Banana Humberto (2008), concierto de piano de corte más lúdico con Paul Dresher, y Autodreamographical (2010), en el que se volvió hombre equipo, incluso narrando historias.

Vendría Aleph (2012), desplegado a partir del sintetizador y creado para un proyecto del Museo contemporáneo judío de San Francisco, si bien puede remitir a sumergirse un par de horas en el famoso concepto borgiano. Con su hijo Gyan, después del álbum Live (2011), compuso el score para el filme canadiense Hochelaga, Land of Souls (2017) y Way Out Yonder (2019); a partir de un entusiasta piano, presentó The Lion’s Throne (2019) con la cantante Amelia Cuni en una especie de diálogo litúrgico. Su presencia en nuestra ciudad por segunda vez, todo un acontecimiento cultural.