miércoles. 24.04.2024
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Rusia 2018, día 15: juego limpio y suplencias

"La falta de presión puede provocar hastío..."

Rusia 2018, día 15: juego limpio y suplencias

En la jornada final de la primera fase, por primera vez se recurrió al número de tarjetas como criterio de desempate: mucho mejor que el sorteo, por supuesto, aunque sabemos que amonestar o expulsar a un jugador es una de las decisiones más subjetivas y situacionales en el fútbol. Largas discusiones acerca de si era o no amarilla o si ameritaba la roja directa o nada más la amonestación. En el otro sector, nada más definir primera y segunda posición y despedirse con honorabilidad.

Grupo g: claras diferencias

Belgas e ingleses optaron por movilizar a las bancas, darle oportunidad a varios jugadores suplentes y descanso a varios titulares. La prioridad estaba claramente ubicada en la siguientes fase: dos de los mayores goleadores del torneo no vieron actividad y el asunto del lugar que se ocupara en el grupo no pareció importarle demasiado a los respectivos entrenadores. Así, uno de los partidos más esperados de la primera fase terminó siendo disfrutable, aunque suponemos que no al nivel en el caso de contar con los principales elementos de ambos cuadros. Se jugaba también la ruta por la cual se puede transitar en las siguientes fases del Mundial, una en apariencia bastante más complicada que la otra. Nunca se sabe.

La vocación ofensiva se mantuvo, con un conjunto belga manejando mejor la pelota y llegando al arco de enfrente, en tanto a los británicos, no obstante tener buena posesión, les costaba más trabajo el arribo organizado, si bien tuvieron sus respectivas opciones. Para la segunda parte, se presentaron algunos movimientos y la tendencia hacia el frente se mantuvo: a seis minutos del silbatazo inicial, Januzaj nos regaló uno de los grandes goles del mundial, enfilando hacia dentro y dando pausa precisa para que se abriera el espacio por donde lanzó en estético disparo cerca del ángulo superior. Intentaron empatar con cierto peligro los de la isla, al tiempo que sus rivales seguían lanzando mensajes dirigidos a su puerta pero el marcador permaneció.

La falta de presión puede provocar hastío. O bien puede generar soltura y flexibilidad, riesgo y aventura. Encontrar las motivaciones más allá de la competencia ayuda a comprometerse en un partido en el que ya no se decide nada a nivel general. Sin puntos, Túnez no ganaba en un mundial desde su triunfo ante México en 1978. Ésta era su oportunidad. Enfrente, Panamá buscaba su primer punto mundialista y recuperar el ánimo tras las goleadas recibidas. Cada equipo en lo suyo y respondiendo con profesionalismo al compromiso, no obstante que el interés general estaba depositado en el otro duelo del grupo.

Con problemas en la portería por lesiones y falta de suplentes, los tunecinos salieron al campo buscando ocupar los espacios y orientarse hacia delante; los panameños empezaron a mejorar conforma avanzaban los minutos y se fueron al frente pasada la media hora con disparo de Rodríguez desviado por Meriah y que fue festejado en grande, como se debe. Túnez presionó el resto del primer medio y cerca del inicio del segundo consiguió el empate en buena jugada labrada bien finiquitada por ben Youssef. Quince minutos después, Khazri confirmó su valía y talento anotando el del triunfo. Ambos equipos se despiden con la tarea de seguir en la línea de asistencia a los mundiales para construir currículo que los vaya acercando a mejores resultados.

Grupo h: tarjetas y especulación

Después de su desafortunado inicio, Colombia requería poner las cosas en orden y mostrar su verdadero potencial: lo hizo contra Polonia y ahora lo tenía que confirmar ante Senegal, el equipo africano más prometedor pero acusando inconsistencias incluso dentro de un mismo lapso. No fue sencillo para los cafetaleros, en parte porque el rival se mostró aplicado sobre todo en la primera parte, incluso teniendo la opción en un penal marcado pero corregido gracias al VAR, y en cierto sentido por la falta de creatividad que padecían en algunos momentos, recurriendo a centros o trazos inocuos.

Ante la eliminación temporal en combinación con el otro partido del grupo, el experimentado Pékerman hizo ajustes y los colombianos salieron más decididos para el complemento, al grado que se fueron arriba una vez con gol de cabeza, derivado de un tiro de esquina cobrado por Quintero bien rematado por Mina. Ahora la presión era para el cuadro africano, necesitado de anotar para mantenerse en la competencia: lo intentaron con el resto de fuerza y capacidad que les quedaba pero fue insuficiente. Los sudamericanos arañaban la calificación con buena dosis de angustia, mientras que la última esperanza del continente originario quedaba fuera por tener más tarjetas amarillas que los japoneses.

Justo los japoneses salieron al campo en el entendido de que un empate frente a los eliminados polacos, una de las decepciones del torneo, les daba el pase a la siguiente ronda sin importar lo que sucediera en el otro encuentro del sector. Con varios cambios en su alineación, la escuadra nipona planteó un partido conservador sin renunciar del todo al ataque, en tanto Polonia buscaba llevarse algo a casa tras dos derrotas: fueron los centroeuropeos quienes propusieron un poco más en la primera parte, particularmente un remate de cabeza sacado en la línea, pero las imprecisiones predominaron en el curso de las acciones, ralentizadas por los 36 grados que caían como plomo en el estadio de Volgogrado.

La segunda parte empezó con un poco de mayor prestancia y a media hora del final, Badnarek remató en el segundo poste un servicio medido en pelota parada para romper el cero. Ahora los japoneses parecían preocupados y el entrenador empezó a meter a sus hombres importantes buscando la igualada, hasta que se enteraron que Colombia había anotado un gol: aún perdiendo y manteniéndose ese marcador, los del sol naciente estaban clasificados. Y entonces surgió una premisa curiosa de la teoría de juegos: los dos equipos que debían enfrentarse estaban satisfechos, a pesar de la diferencia en el marcador y con el riesgo de que el equilibrio se rompiera. El resultado fue un insulso peloteo durante los minutos finales para evitar goles o tarjetas, en detrimento del espectáculo.

 

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