viernes. 19.04.2024
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Rusia 2018, día 18: últimas instancias

"Los primeros tiempos extra del Mundial se desarrollaron entre el agotamiento y la intención de unos por finiquitar y de otros por llegar a la tanda de penales..."

Rusia 2018, día 18: últimas instancias

Ya entrados en gastos, la segunda jornada de los octavos acabó resolviéndose hasta las últimas instancias, después de un par de empates con un gol por bando. Una sorpresa y una confirmación quedan como reflejo de lo sucedido a lo largo del certamen, entre lo predecible y la incertidumbre. Los penales aparecen como reducto para definir al ganador después de largos 120 minutos de juego más los respectivos acumulados, ahora con la novedad de que se puede hacer un cuarto cambio si el partido se va al alargue: la resistencia física, si bien importante, en este tipo de situaciones se puede volver fundamental para mantener al equipo a flote frente al inclemente cansancio que paraliza y limita el habitual accionar colectivo. Y por supuesto, el temple para tirar un penal y la capacidad adivinatoria o de reflejos del portero en cuestión.

Continuidad del local

Rusia no se deja invadir. La selección española estuvo encima durante todo el partido, asediando la portería del anfitrión con más control que peligro, más acecho que penetración. Tocaban la pelota, intentaban por un lado y otro, recomponían líneas y cambiaban de perfil: eran superiores en el campo pero no en el marcador, al final el registro que indica la despedida o la permanencia en el torneo. Los anfitriones no solo cedían el porche y el vestíbulo de la casa, sino incluso la sala y el comedor, pero al llegar a la cocina, ponían sus límites no solo amontonando gente de rostro impertérrito, sino organizándola para cubrir todos los espacios y recovecos posibles.

Tal fue la lógica del partido que Ignashevich terminó por anotar en propia puerta pasados los diez minutos cuando marcaba a Ramos en el área para defender un ataque a pelota parada. Parecía que el esquema planteado por el rudo Cherchesov, como salido de tiempos oscuros, se desmoronaba y la estrategia tendría que cambiar de manera radical. No fue así. Los locales siguieron en lo suyo sin inmutarse en tanto los españoles continuaban manejando la pelota entre la precisión y la intrascendencia. En lugar de lanzarse a buscar el segundo, los ibéricos parecían conformes con ese dominio que parecía definitivo, sobre todo ante la escasa amenaza del rival.

Pero cerca del final de la primera parte, un centro al área fue rematado por el gigantón Dyzuba y la pelota se estrelló en la mano de Piqué, mantenida en alto: el propio cabeceador cobro y anotó sin problema el tanto de la igualada, a todas luces desproporcionada por lo visto en la cancha. El segundo tiempo se presentó como una repetitiva secuela de su antecesor: los visitantes con la pelota pero sin conexiones claras, demorando demasiado los cambios desde la banca y la trinchera rusa defendiendo con todo el empate, recordando a su viejo aliado el invierno pero ahora en pleno verano. El tardío ingreso de Iniesta le dio algunas luces a la ofensiva pero no alcanzó para romper el empate.

Los primeros tiempos extra del Mundial se desarrollaron entre el agotamiento y la intención de unos por finiquitar y de otros por llegar a la tanda de penales: prevalecieron los segundos, no obstante una jugada dudosa que se pudo marcar como penal a favor de la furia roja, languideciendo ante la desesperación de ser mejores y no poder plasmarlo en el marcador. Los inevitables penales terminaron siendo a favor de los rusos, sobre todo por la gran parada de su arquero con el pie cunado parecía vencido. Inesperadamente, el dueño de la casa sigue compitiendo a pesar de que se consideraba más que suficiente su pase a la ronda de octavos: sucede cuando se tiene la confianza de estar con los suyos.

La inmediatez del gol

Los croatas se presentaban como uno de los equipos con mejor desempeño en la primera fase, ganando sus tres partidos y mostrando solidez en todas sus líneas. En tanto, los daneses se aplicaron con la suficiente eficacia para calificar y mantenerse sin derrota en los tres partidos disputados. Se preveía un partido cerrado y así fue, a pesar del revolucionado inicio que parecía anunciar una mayor apertura al frente. Primero fue Dinamarca por conducto de Jorgensen quien se fue al frente apenas al primer minuto de partido, empujando una pelota extraviada en el área chica que reclamaba ser empujada dentro de la portería.

Muy pronto, tres minutos después, Mandžukić estuvo atento a una serie de rebotes y emparejó el marcador para dejar las cosas como si nada hubiera sucedido: cinco minutos de partido y dos goles que podrían anunciar una apertura por parte de ambos cuadros o un redoble de fuerza para cuidar la retaguardia y andarse con tiento. Prevaleció la segunda tendencia: dureza típicamente europea en un despliegue en el que la fortaleza física y el juego de contacto aparecieron con mucha mayor frecuencia que la creatividad y la imaginación. El medio campo era dominado por los croatas pero la profundidad quedaba pendiente, en tanto los daneses esperaban atrás y de vez en vez intentaban ir al frente de la mano de Eriksen.

En el tiempo extra, Modrić pudo definir el partido pero su disparo desde los once pasos fue detenido por Schmeichel, ante la algarabía de su orgulloso padre, arquero histórico de su selección. Todavía en la tanda de penales, el joven heredero se comportó a la altura, aunque el propio mediocampista del Real Madrid esta vez sí acertó y Rakitić anotó el definitivo, una vez que el portero Subašić se encargó de neutralizar el primer disparo y los dos últimos de los daneses para ayudarle a su equipo a colocarse en la siguiente ronda. Sin convencer del todo, Croacia se apunta como fuerte contendiente para seguir avanzando en una llave que al parecer le puede favorecer.

 

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