Rusia 2018, día diez: emotividad a punto

"...Drama, furia y minutos más allá del noventa en los que sucedieron muchas emocionantes eventualidades"

Rusia 2018, día diez: emotividad a punto

La jornada sabatina resultó quizá la más atractiva al momento, con tres partidos llenos de sentimientos encontrados, grandes goles y episodios brillantes. Drama, furia y minutos más allá del noventa en los que sucedieron muchas emocionantes eventualidades.

Cuando se busca la portería de enfrente

A pesar de saberse inferiores, los tunecinos saltaron al campo sin complejo alguno para enfrentar al poderoso equipo belga, acaso con la delantera más explosiva del certamen. Y cuando el cuadro que no es favorito se anima a buscar el partido, éste tiene más oportunidades de terminar resultando muy atractivo, más allá del desnivel. Y así fue, muy distinto de esos enfrentamientos en lo que un conjunto se avienta al frente y el otro lo espera para al final perder solo por uno o dos goles de diferencia, dejando el espectáculo para mejor ocasión. Muy pronto, Hazard convirtió un penal cometido a él mismo y Lukaku anotó el segundo con buena jugada de desmarque: antes de los 15 minutos, los diablos ahora amarillos ya lo ganaban con ventaja de dos.

Y cuando parecía que la goleada sin respuesta era el destino del juego, la loable disposición de Túnez los llevó a acercarse en el marcador en forma inmediata a través de Bronn y continuar al frente en busca del empate, lejos de conformarse con haber anotado. El tono festivo permaneció durante los siguientes minutos, incluyendo la postrimería cuando Lukaku consiguió el tercero para su equipo, segundo para él en el partido y cuarto a lo largo del torneo: la primera mitad más movida al momento. El complemento se estrenó rápido con otro tanto de Hazzard y las oportunidades llovían a cascadas hasta que Batshuayi, puso el quinto después de varias opciones claras y todavía los norafricanos, de espíritu indomable, descontaron al cierre del maremágnum por conducto de Khazri.

Confirmar la sorpresa

Impulsada por su numerosa y festiva afición en Rostov, la selección mexicana tenía que corroborar la gran actuación que desplegó en su debut para quitarse ese estigma camaleónico que la persigue. Ahora enfrentaba a unos luchones coreanos que pusieron buena resistencia en su primer partido. Dejando las rotaciones para otro momento y con mayor posición de pelota aunque sin demasiada claridad, los norteamericanos intentaban imponer su juego en tanto los asiáticos no dejaban de meter la pierna y enviar mensajes al frente, conscientes de que un empate era poca cosa para su causa. Un penal bien ejecutado por Vela terminó de abrir el partido, pasada la mitad de la primera parte; a pesar de conservar posesión, México no terminaba de controlar a los sudcoreanos.

En el segundo tiempo el tono cerrado y de lucha persistió, con los de ahora enfundados de blanco inclinándose hacia el contragolpe y los de rojo adelantando filas; al ’66, pegándole a su estilo trompicado, Chicharito anota el segundo tras pase de Lozano en descolgada espejo que reflejó la conseguida frente a Alemania. Ya con dos de ventaja, mejor ajustar para evitar sustos con cambios de refresco y del otro lado redoblar esfuerzos para dar el resto por la permanencia en el certamen. Entre ciertos descontroles, los minutos transcurren con una lentitud angustiosa porque sabemos palpar el drama y hacia el final, un gran gol de Son recuerda lo obvio y por tal razón se olvida: que los partidos no están definidos hasta que el juez silba y señala al centro del campo o avienta los brazos al cielo.

Carácter y drama

En Sochi, los alemanes se jugaban la posibilidad de extender su permanencia en el Mundial, mientras que los suecos buscaban sacar al menos un punto para acercarse más a su clasificación, conscientes de que se enfrentaban a una bestia herida pero aún con vida. La primera parte arrancó con la presión teutona que exigía la situación pero con oportunidades más nítidas del cuadro nórdico que por fin pudo concretar pasada la media hora, vía gran definición de Toivonen aprovechando una descolgada tras error de Kroos. Suecia tuvo para rematar el partido pero dejó escapar la oportunidad justo frente al conjunto menos propicio para ser perdonado. Fin de un durísimo y notable primer periodo que dejó al campeón con un pie fuera de la oportunidad de refrendar.

Cambios de posiciones y hombres para la segunda parte y los alemanes se acordaron de origen, trayectoria y destino: invadieron sin piedad el área sueca y Reus emparejó los cartones rápidamente, abriendo el tiempo para la remontada. Los vikingos se atrincheraron sin renunciar del todo al ataque, incluso enviando avisos de peligro, y los alemanes sacaban el carácter para seguir luchando por aquello que cada vez se antojaba más complicado, sobre todo cuando Boateng fue expulsado faltando poco más de diez minutos, considerando el tiempo de compensación. Aún así, siguieron al frente buscando por todas las rutas posibles y después de estrellar una pelota en el palo y a 20 segundos de terminar, apareció el propio Kroos con un disparo impecable e implacable para recordarnos a todos que el rey no ha muerto.

 

 

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