Rusia 2018: Día uno

"Enfrentar al equipo más débil del grupo en el partido inaugural es un evento afortunado en todos sentidos..."

Rusia 2018: Día uno

Una inauguración sencilla, breve, lo suficientemente colorida y poco autóctona, quizá apostando más a gustos globalizados. Un niño conduce la pelota con habilidad por calles y parques, mientras suena Tchaikovsky, por supuesto, interpretado por Yuri Bashmet (violín) y Danil Triifonov (piano) en una plataforma flotante por el río de Moscú. Dentro del estadio, el arquero español Íker Casillas y la modelo Natalia Vodionova llevan la Copa bien guardada en el cofre del tesoro diseñado por Vuitton, ante el majestuoso estadio olímpico Luzhniki.

Aparece el brasileño Ronaldo en el campo con un niño y lo deja con Robbie Williams, quien jugó a la segura (Let Me Entertein You, Feel y Angels en el repertorio) y alternó con la soprano Aida Garifullina cual joven ave en llamas. Por ahí deambulaba Zabivaka, la mascota del torneo y Victoria Lopireva, la embajadora del mundial, que entregó el Telstar 18, balón oficial manufacturado por Adidas. Pronto llegaron los discursos: la gente en el estadio, hasta donde se alcanzó a percibir, respetuosa. Gianni Infantino mostrando habilidades que ya quisieran nuestros candidatos y Vladimir Putin en tono conciliador y mandando el mensaje esperado: ya en ese plan de buena onda hubiera invitado a las Pussy Riot para aventarse un palomazo y dejar atrás las diferencias.

Por su parte, las marcas comerciales involucradas aprovechan para generar presencia, con las consecuentes críticas hacia los daños de la comercialización del fútbol, por supeditar lo deportivo a lo mercadológico. Las banderas de los equipos desplegadas en forma circular abren espacio anímico para la entrada a la cancha de los equipos junto con los niños ya vueltos tradición, entre los que se encontraba una pequeña en silla de ruedas. Suenan los himnos correspondientes y, tras cuatro años de espera, suena el silbatazo inicial cuyos ecos durarán un mes en el que se reconfigura la vida cotidiana.

LA FORTUNA DEL ANFITRIÓN

Enfrentar al equipo más débil del grupo en el partido inaugural es un evento afortunado en todos sentidos: las posibilidades de ganar son altas; el nerviosismo disminuye dadas las limitaciones del conjunto de enfrente y se puede ganar muy pronto en confianza para los siguientes encuentros. El partido arrancó con la esperada aceleración descontrolada, sobre todo por parte de los árabes, mostrando desde el inicio más enjundia y destellos que consistencia, a diferencia de unos rusos esquemáticos e inflexibles pero insistentes, buscando paliar sus carencias con la técnica del amontonamiento.

Muy pronto llegó el primer tanto en remate de cabeza de Gazinsky, tranquilizando ímpetus rivales y ansiedades propias; los de casa lucían dominadores sin desplegar un gran juego, quizá también porque el equipo de oriente próximo mostraba poco. Transcurrieron los minutos sin demasiadas emociones hasta que cerca del final de la primera parte, el jugador del Villarreal Cheryshev, que entró de cambio por la lesión de Dzagoev, anotó el segundo gol después de una gran jugada en miniatura, dejando a dos defensores patinando hasta el infinito: un duro golpe anímico para los de Pizzi, dado que no se veía tan lejana la posibilidad del empate.

En los primeros minutos de la segunda mitad, los llamados espectacularmente Halcones verdes del desierto, intentaron levantar el vuelo pero sus propias carencias impidieron que generaran amenazas, ante un cuadro ruso demasiado acomodaticio y poco ambicioso; incluso tuvieron una oportunidad, la única en todo el juego, aprovechando la pasividad del anfitrión ya reclamada por el respetable. La entrada de Dzyuba, como salido la novela El hielo de Vladimir Sorokin, le dio fuerza al ataque con resultados concretos: este gigante anotó el tercero con testarazo bien colocado, seguido de una celebración digna de ser tomada en cuenta por el universo Marvel.

Ya con tres de ventaja el partido estaba puesto en hibernación siberiana, si bien hacia el final el propio Cheryshev volvió a lucirse con soberbio disparo cerca del ángulo lanzado con parte externa y Golovin, el motor creativo del equipo, sentenció la velada con la quinta anotación en impecable tiro libre. Cambios oportunos por parte del técnico ruso Stanislav Cherchesov, duramente cuestionado incluso desde altas esferas gubernamentales, acompañados de un paulatino derrumbamiento del equipo peninsular que en los últimos mintuos, como si se tratara de un guion triunfalista para el local, no resistió el embate de brillantez que se extrañó durante largos lapsos.

El experimentado y teatral árbitro argentino Pitana no tuvo ninguna dificultad durante el desarrollo de las acciones y solo hacia el final del partido amonestó con justeza a un jugador por bando; no fue necesaria la intervención del VAR, por lo que tendremos que esperar para ver cómo funciona una de las intervenciones más discutidas en el ámbito futbolero. Mientras que en la tribuna, el príncipe treintañero de Arabia Saudita Mohammed bin Salman y Putin intercambiaban comentarios mediados por Infantino: entre goles, gaseoductos y pozos petroleros te veas.

El reino saudí, justo por la influencia del hijo del rey Salman, ha flexibilizado ciertas políticas absurdas y primitivas que todavía persisten en algunas regiones del mundo: ahora las mujeres ya pueden conducir un automóvil y asistir a los estadios de fútbol, aunque en tribunas separadas. Por su parte, el gobierno ruso, con esa extraña mezcla de totalitarismo y democracia muy controlada, mantiene la censura en ciertas áreas de la vida social, libertad de expresión incluida. Ojalá este tipo de encuentros sirva también para erradicar la discriminación en todas las naciones del planeta y abrir canales de libertad en la vida pública.