Tigres de Papel • Fosas sin cruces • Francisco Javier Mares

“…las fosas clandestinas que no existen en Guanajuato, un escándalo nacional que no cesa…”

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Las autoridades del estado lo lograron de nuevo: las fosas clandestinas que no existen en Guanajuato, un escándalo nacional que no cesa.

Tarde o temprano iba a suceder. El hecho se ocultó durante años. Se negó. Se intenta todavía maquillar el fenómeno aparejado a la impunidad del crimen organizado. Ensayan aún el viejo truco de manipular la clasificación del delito, para no llamar a esos hallazgos por su nombre: son fosas clandestinas.

Un intento vano. En cosa de meses, menos de un año, el estado de Guanajuato fue de las cero fosas de las que alardeaba en febrero de 2020, al segundo escaño del podium nacional de los estados con el mayor número de inhumaciones clandestinas descubiertas, en la estadística oficial del gobierno federal.

A julio de 2020, en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas o No Localizadas, el estado de Guanajuato ni siquiera actualizaba los datos de las personas inmiscuidas, menos aceptaba localización alguna de fosas clandestinas.

Sin embargo, a diciembre, la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas confirmaba el descubrimiento de 159 cuerpos humanos en cuatro fosas clandestinas en la entidad. Tomaba por asalto los espacios informativos del país el hallazgo de restos humanos en Irapuato, Salvatierra, Cortazar, Uriangato... En Acámbaro, en la segunda mitad de los 80 ya se exigían búsquedas en las inmediaciones de la granja de rehabilitación de adictos de Martha La Piadosa, a las que siempre se negó olímpicamente el gobierno priista en turno.

Tres décadas después, a los panistas les es imposible. Hoy las búsquedas se realizan a pesar de que los colectivos toparon una y otra vez con la negación sistemática de las autoridades estatales: “nuestra función es buscar, la de la Fiscalía General del Estado es investigar”, persisten los grupos. Todavía les atienden interlocutores de oídos sordos: “En Guanajuato no hay fosas clandestinas, sino que se trata del hallazgo de restos óseos...”, hacía malabares verbales la vocera de seguridad estatal Sophia Huett López, en septiembre de 2019.

Como sea, las fosas de Salvatierra significaron un parteaguas. Con su descubrimiento, la Comisión Nacional de Búsqueda, nombró al pan, pan: al vino, vino; y a las fosas clandestinas, fosas clandestinas.

Antes, las fosas en la presa El Pionero, en Irapuato, abrieron al escrutinio público el fenómeno. Fueron las primeras. Salvatierra y Cortazar siguieron en cascada. En enero, en su informe anual la Comisión Nacional de Búsqueda confirmó el hallazgo de 103 fosas y la exhumación de más de 200 cuerpos en el estado de Guanajuato.

En la estadística oficial, las entidades con el mayor número de cuerpos recuperados en 2020 son: Jalisco, Guanajuato, Colima, Michoacán y Zacatecas. Para entonces ya, fosas en 29 de los 46 municipios guanajuatenses.

Guanajuato es también uno de los cinco estados con el mayor número de reportes de personas desaparecidas, de diciembre de 2018 a diciembre de 2020: 37 mil 808 personas, de acuerdo con la propia Comisión Nacional de Búsqueda.

Y que no se nos olvide: Guanajuato es el estado más violento de México. La violencia se disparó a partir de 2018. El estallido se adjudicó a la guerra entre los cárteles Santa Rosa de Lima y Jalisco Nueva Generación. Se agudizó con la caída del huachicoleo, que les obligó a diversificar sus actividades criminales. Contra lo prometido por el presidente de la República y el gobernador del estado, con la captura de José Antonio Yépez, el marro, la violencia ni siquiera disminuyó.

En el mundo paralelo en el que habita el Congreso del Estado, esta semana los diputados, los magistrados del Poder judicial y los asesores, hurgan en los diccionarios en busca de un término que les acomode y no ese, muy feo, de las fosas clandestinas. Desde marzo de 2020, al menos, los buscadores les exigen claridad en la legislación. Se lo toman con calma. Nada qué ver con la celeridad que se permitieron en la designación del panista Vicente Esqueda como nuevo Procurador de los Derechos Humanos de Guanajuato, por ejemplo. Hay prioridades, claro.

La tormenta que viene

Es inútil. Esto ahora es un alud ineludible.

En Celaya, que tiene como alcaldesa a la panista Elvira Paniagua, los buscadores llegan bajo amenazas policiales hasta las fosas descubiertas en El Sauz de Villaseñor, al sur del municipio. De manera extraoficial, trasciende que se han encontrado ahí los restos de quince personas.

En Salamanca, que gobierna —es un decir- la morenista Beatriz Hernández, en las inmediaciones de la comunidad Los Prietos, campesinos encontraron restos enterrados y los reportaron a la Guardia Nacional.

En la ciudad de Guanajuato, donde sufren al alcalde panista Alejandro Navarro —toda una tragicomedia en busca de su segunda edición-, el jueves se localizaron los cuerpos de dos personas en las inmediaciones del cerro de La Crucita. Los buscadores programan recorridos y, dicen, la incorporan en su agenda —hasta hace unos pocos años, la ciudad de Guanajuato, ayuna de nota roja, se distraía con el recuento de las peleas campales del fin de semana en el cerro de Los Leones y los arrestados en los bares del centro; no es más así.

En León, la Barranca de Venaderos convoca ahora a las autoridades de los tres niveles de gobierno y a los colectivos de buscadores, que recorren la zona en busca de fosas. Nadie descarta las eventuales confirmaciones. Este cinturón de miseria al poniente de la ciudad lleva meses en los encabezados de la nota roja. El caso más reciente, el hallazgo de 300 kilogramos de mariguana, el fin de semana, en un ducto del drenaje pluvial. El catálogo de municipios que esconden fosas clandestinas se abulta.

La identificación de los restos de dos desaparecidos sacudió al estado. La maestra de primaria Guadalupe Piña, la maestra Lupita, y la del joven Ulises Blanco. A ambos los reportaron como desaparecidos en febrero de 2020, justo un año atrás. Fueron identificados entre los cuerpos hallados en las fosas de Salvatierra. La maestra Lupita enseñaba en una escuela rural de Irapuato.

A tres meses y medio de la jornada electoral más grande de la historia en México, Guanajuato, donde ni siquiera está en juego la gubernatura, se perfila como huésped del escenario más convulso del país. Afortunadamente, las autoridades no parecen muy preocupadas por ello.


 

(A) La Jaula

El Fiscal.

Este jueves el Fiscal General de Guanajuato, Carlos Zamarripa Aguirre, entrega por escrito al Congreso del Estado su segundo Informe Anual de Actividades. Aplausos -diría Memo Ríos- que si, hombre, no le faltaron en su cumple, menos en su Informe.

En él haría un recuento pormenorizado de las fosas clandestinas encontradas en cada uno de los municipios del estado, su ubicación exacta, el número de cuerpos hallados, su identificación plena y las fechas de entrega de los restos a sus deudos. Anunciaría también la incorporación de los colectivos de búsqueda a las tareas permanentes de la Fiscalía en esta materia.

No, en realidad nadie espera que haga eso. Y no se aceptan reclamaciones.


 

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