Cuando no dicen nada

"A los funcionarios los embota su ignorancia y ciertos medios creen que deben defender eso. Lo que debemos conocer es qué intereses defiende el medio electrónico"

Cuando no dicen nada

Qué fácil abrir la boca pa’ comerse una pastilla o esnifar; pero mucho más difícil es levantarse pa’ correr, ¿verdad? Y entrenar y sudar en lo físico; mucho más real que todo lo artístico. Estoy cansao’ de las palabras que no dicen na’.

Tote King

Una forma de entender la política puede ser la de una negociación entre dos o más intereses. Es decir, no es una forma de bondad. La política no es bondad, es saber que para poder cuidar mis intereses, necesito negociar. La política cultural es lo mismo: intereses. Posiblemente de otro tipo, pero intereses a fin de cuentas. Aunque el interés económico es el más visto hoy en día.

Esto lo digo porque el fin de semana me encontré con el texto más desafortunado, en lo que a cultura toca, de la ciudad de León, Guanajuato. Y vamos, romper ese récord es bastante difícil; competimos por ver quién es el más idiota. Pero conjuntar mezquindad, ignorancia y odio, da una mezcla explosiva. En el Cuarto de Guerra del 29/11/2015, en su apartado 10, podemos encontrar todo esto: argumentos Ad Hominem hacia los nuevos consejeros del ICL, un profundo desconocimiento de la historia del arte de la ciudad en los últimos quince años, y unas profusas ganas de ser sórdido.

Entiendo que la sordidez de la que se hace uso es entendible y hasta obligatoria: los medios no sólo informan de manera filántropa: tienen intereses y los cuidan. Eso no los hace ni mejores ni peores.

Dice el texto que el presidente municipal “da muestras de su muy poco interés de sumar voces diversas para la institución que pretende dictar las políticas culturales municipales”. Cuando parece lo contrario, parece tener una idea clara sobre eso: eligió a un grupo con una imagen más o menos despejada. Primero, la mayoría de ellos son consumidores activos de arte (pagan por sus gustos). Segundo, todos ellos entienden que pagan por mercancías críticas –objetos que critican o ponen en jaque su concepción del mundo, asumiendo que se enmarcan en algún tipo de tradición histórica o epistémica– y que, por ello, no suelen ser de un atractivo masificado. Tercero, que existen nichos de mercado precisos para estas actividades relacionadas con el ocio comunitario.

Y ya que ese mismo texto abre la posibilidad para hablar directamente de David Ramírez Chávez, nos ayuda a observar que él personifica lo que afirmé hace un momento. Ramírez Chávez es uno de los coleccionistas más importantes de la región y a nivel nacional; algunos catálogos lo citan. Estuvo relacionado con uno de los espacios que tanto educaban, creaban público e invertía en proyectos de arte visual: Arte 3. Tanto los socios de ese espacio, como los usuarios, tuvieron acceso a muchas formas de percepción de arte actual, lo que creó un mercado, y a la manera en que diversos artistas abordan su trabajo. En ese espacio también confluyeron varios de los curadores destacados de la región, y hoy son referencias de nivel nacional, dos de ellos a nivel internacional –Miguel Maestro y Leonardo Ramírez–. Dentro del coleccionismo internacional Ramírez Chávez es conocido por las piezas que tiene de Nan Goldin, artista norteamericana, y la referencia se puede consultar en los catálogos del Museum of Contemporary Photography. El cirujano en cuestión también tiene la licenciatura en Historia del Arte y una maestría en la misma rama por la Casa Lamm. Si hacemos caso a los estudios contemporáneos de estética y artes visuales, así como a los de poética, podremos llegar a concluir que dentro del entorno del arte, David Ramírez Chávez funciona como artista, dado que su consumo y su capacidad para decodificar dicho trabajo comunicativo lo transforman en eso, pues la concepción del artista como creador unívoco ha quedado relegada desde los años 20 del siglo pasado. Hay bibliotecas enteras sobre el tema. Para comenzar están El cubo de Rubik, arte mexicano en los años 90 de Daniel Montero, Poética de Josu Landa, Asalto a la Cultura y Neoism, Plagiarism and Praxis de Stwart Home, Immediatism y Pirate Utopias: Moorish Corsairs and European Renegadoes de Hakim Bey, además de las novelas –Q, 54, New Thing y Manituana– y los trabajos electrónicos del Grupo Wu Ming. Varios de ellos se encuentran para su consulta gratuita en la red.

Frente al argumento de que es una posición única, si se lee tan sólo los textos que expongo como consultas, veremos que no es así. La visión señera es la de esta falsa izquierda, centrada de una ideología retrógrada y amargada, donde sólo lo que te da caché es cultura. La que margina cualquier pensamiento que se oponga a sus intereses.

Claro ejemplo de ello es la exposición abierta en el MIL: la policía y el sistema de justicia son vistos como un sistema de punición, sin un entramado social ni con un origen. Son el mal sin sentido, como en las telenovelas de Thalía. Y ahí sólo importan los números: llevando a los niños de las primarias para llenar informes sin mayor contenido. Es comprensible que provoquemos en ellos la idea de que ser narcotraficante o delincuente es bueno; las mismas instituciones lo promueven. Terminamos viendo que el chiste de que el historiador sólo sabe de los cultivos de chayotes en San Juan de los Palotes entre 1923 y 1924 es anécdota. A los funcionarios los embota su ignorancia y ciertos medios creen que deben defender eso. Lo que debemos conocer es qué intereses defiende el medio electrónico.

No sé quién escribió el fragmento en Zona Franca, pero se nota que de cultura e historia del arte –regional e internacional– no sabe nada.