viernes. 19.04.2024
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Legalizar la marihuana: Me están tocando las bolas

" ... ¿Qué es lo que se va a legislar? Así que sería bueno saber qué es la marihuana"

Legalizar la marihuana: Me están tocando las bolas


 

No es broma. Me están tocando los huevos con la multitud de opiniones que no dicen nada y van argumentando sobre legalizar o seguir penalizando el consumo de marihuana. Y ya me lo sé, eso de sus argumentos Ad Hominem: acusar que consumo o no, no cambia un ápice decir tonterías de su parte.

Pero vayamos viendo de qué hablamos antes de tener un criterio más o menos concreto sobre la situación.

El primer punto sería poner en claro que no existe aún una legalización para el cultivo, procesamiento y consumo de marihuana en el país. Lo único que hizo la Suprema Corte de Justicia fue darle la autorización a un grupo de cuatro personas para que lo puedan realizar; pero la legislación actual contradice lo juzgado por los magistrados. En palabras llanas, sólo se puso en duda tal legislación. Está en manos de nuestros legisladores que ello cambie o se mantenga.

Como segundo punto conviene preguntar ¿Qué es lo que se va a legislar? Así que sería bueno saber qué es la marihuana.

 

Qué sabemos de la mota

El lugar común es afirmar que la mota te pone, te embriaga o te apendeja. Pero pocas personas saben que no hay un solo tipo de marihuana: Por lo menos podemos diferenciar tres clases: Cannabis Sativa, Cannabis Indica y Cannabis Ruderalis. Es un arbusto que se da en casi todo el mundo con extremada facilidad, y eso ha logrado hacer variedades regionales (en México se reconocen algunos tipos muy específicos: Cola de Borrego, Verde Limón, Pelirroja o Golden Acapulco, etc.). La Sativa tiene más THC (tetrahidrocannabinol) y la Indica más CBD (cannabidiol). Pero todas presentan un aproximado de sesenta cannabinoides. El caso de la Ruderalis tiene niveles extremadamente bajos de estas sustancias, que al consumirla sólo se obtendrá un fuerte dolor de cabeza (en la calle se le conoce como guarumo).

Si bien, el cannabis se ha consumido desde hace mucho tiempo, poco se sabía sobre el porqué el ser humano la ingería. Serán los estudios de Raphael Mechoulam los que resuelven dicho dilema: producimos endocannabinoides a través del consumo de grasas y sirven para regular diversas funciones como el sueño, el hambre, la resistencia al dolor y el estado de ánimo. Estos estudios llevaron a otros más actuales que han dado con que el CBD es un excelente regulador en casos precisos como los ataques epilépticos. Pero también baja la sensación de dolor, ayuda al control de ansiedad y da hambre. El THC induce a la alegría, da sensación de energía como la cafeína y en casos de algunas enfermedades mentales, da la sensación de autorregulación del pensamiento. Pero no me crean a mí, pueden consultar las investigaciones de Mechoulam (R. Mechoulam, A. Shani, H. Edery and Y. Grunfeld., 1970) (W.A. Devane, L. Hanus, A. Breuer, R.G. Pertwee, L.A. Stevenson, G. Griffin, D. Gibson, A. Mandelbaum, A. Etinger and R. Mechoulam., 1992) (D. Panikashvili, C. Simeonidou, S. Ben-Shabat, L. Hanus, A. Breuer, R. Mechoulam and E. Shohami., 2001).

Por cierto, entre los diversos descubrimientos de los endocannabinoides hay uno en concreto que llama la atención y es conocido como Anandamida o araquidonoiletanolamida. Pues contribuye de manera efectiva en la memoria. En la actualidad se experimenta con él para tratamiento contra el alzhéimer.

Hasta aquí todo se oye muy bien, pues parece que la marihuana es la panacea. Pero en todo esto también hay trampa: el consumo consuetudinario tiene consecuencias: abulia, apatía, pasividad, indiferencia o irritabilidad, dificultad en mantener la atención y fatiga. Pero para llegar ahí se tarda un tiempo, que va de un año de consumo diario hasta veinte años. Dependiendo de las variedades que se consuman y la cantidad. Otras variables a considerar son la personalidad, cómo y en qué contexto se consuma, así como la combinación con otras drogas como el alcohol, que producen accidentes cerebro – vasculares.

Conociendo esto podemos llegar al siguiente punto.

 

A quién le conviene la legalización

Aunque es una tautología, pero no a muchos convence la respuesta: a todos.

En primer lugar están los consumidores que hasta ahora han sido tratados como delincuentes o como enfermos. Se tiene una frecuencia de adicción de entre el 10% y 20% de consumidores crónicos (Danovitch I, Gorelick DA., junio de 2012). Es decir, que en comparación con la frecuencia de adicción que presenta el alcohol, es extremadamente baja.

Pero los estudios también han encontrado que un alto número de enfermos mentales que consumen marihuana y otras drogas, encuentran en ellas una sensación de autorregulación o de justificación a sus pensamientos al usarlas. Lo cual cambia el panorama: muchas de la “adicciones” son meros síntomas de una enfermedad distinta. Ni todos los consumidores de marihuana son enfermos, ni todos los enfermos mentales consumirán marihuana. Aunque muchos médicos nos quieran engañar con el petate del muerto. Son los valores morales y/o religiosos los que se anteponen a una discusión seria e informada. Lo que los investigadores han encontrado es que el consumo moderado de marihuana es un tanto beneficioso para el cerebro humano (W.A. Devane, L. Hanus, A. Breuer, R.G. Pertwee, L.A. Stevenson, G. Griffin, D. Gibson, A. Mandelbaum, A. Etinger and R. Mechoulam., 1992).

En segundo lugar se beneficiaría el entorno social. Pues hemos dejado en manos de los delincuentes la producción, trasiego y venta del cannabis. Al quitarles esta posibilidad de “delinquir” podremos diferenciarla de sus otras actividades delictivas (secuestro, cobro de piso, violencia, homicidio, etc.) y se le “secaría” una entrada económica muy alta. Si se deja al libre uso el cultivo y el autoconsumo, tendremos variedades concretas y una actividad recreacional directa.

Hay qué recordar que lo que se fuma, se come o infusiona sólo es la flor feminizada (son una especie dioica –que tiene macho y hembra-), de preferencia sin que haya producido semilla, que es cuando mayor concentración de cannabinoides contiene. Consumir hojas, tallos y semillas no produce casi ningún efecto.

Socialmente tenemos dos opciones, por un lado la simple despenalización (lo que sería más obvio, pues se consideraría a los ciudadanos mexicanos como adultos que pueden tomar decisiones por sí mismos, pero la más difícil de lograr por razones de índole moral) y la legalización sobre cómo, cuándo y hasta qué posibilidades hay de consumo.

Con esto llegamos a otro punto.

A quién no le conviene la legalización

En primer lugar a quienes han mantenido el control del mercado: los narcotraficantes. Mientras esto sea prohibido, el mercado estará al alza. Nos guste o no, son una industria en toda la extensión de la palabra: desde la producción hasta la venta, así como negocios asociados a esta industria que van desde la delincuencia hasta subculturas como estilo de vida (narcocorridos, buchones, sueños de policías tipo Rambo, etc.). Esto es fácil de corroborar en diversos documentales como Narco Cultura, Cartel Land, The Culture High, Square Grouper y varios más. Hemos convertido la apología a la delincuencia en modo de vida.

En segundo lugar, y el más difícil de expresar: a cierta clase política le resulta muy conveniente la prohibición. Esto va desde la obtención de recursos para la “guerra contra las drogas” hasta los que hacen uso de la corrupción para la obtención de recursos para financiar sus proyectos políticos. Tampoco estoy afirmando que todos lo hagan, sino que hay un grupo de estos políticos que lo hacen y terminan siendo expuestos públicamente, pero muy pocos acaban en prisión (Burzaco, Eugenio y Berensztein, Sergio, 2014). Siempre se acusa a los narcotraficantes de corromper el sistema para obtener cobertura judicial, política y policial para funcionar. Sin embargo, la sensación pública en la calle es distinta: que son los políticos los que han corrompido a los narcotraficantes para obtener recursos para sus fines personales. Lo cual hace que el deterioro social sea mucho mayor.

Así que a grandes rasgos, cuando alguien argumenta en contra de la legislación abierta y clara sobre la marihuana, no aparece como alguien preocupado por el entorno social o la salud pública; por el contrario, nos hace saber que tiene algún tipo de compromiso con un giro ilegal. Ante argumentos de que los niños pueden consumirla, hay que ver las encuestas del INEGI: son los menores de edad los que mayor consumo tienen de drogas ilegales, pues son más fáciles de conseguir.

Por favor, ya no molesten con argumentos insulsos y oligofrénicos. Si harán su debate, hágalo serio. En caso contrario, recuerden que nos seguirán pateando las bolas al considerarnos más estúpidos que sus argumentos.

Burzaco, Eugenio y Berensztein, Sergio. (2014). El Poder del Narco. Editorial Sudamericana.

D. Panikashvili, C. Simeonidou, S. Ben-Shabat, L. Hanus, A. Breuer, R. Mechoulam and E. Shohami. (2001). An endogenous cannabinoid (2-AG) is neuroprotective after brain injury. . Nature(413), 527-531.

Danovitch I, Gorelick DA. (junio de 2012). State of the art treatments for cannabis dependence. Psychiatr. Clin. North Am., 309–26.

R. Mechoulam, A. Shani, H. Edery and Y. Grunfeld. (1970). The chemical basis of hashish activity. Science(169), 611-612.

W.A. Devane, L. Hanus, A. Breuer, R.G. Pertwee, L.A. Stevenson, G. Griffin, D. Gibson, A. Mandelbaum, A. Etinger and R. Mechoulam. (1992). Isolation and structure of a brain constituent that binds to the cannabinoid receptor.  Science(258), 1946-1949.