Introspección ética, cambio de cultura y sociedad sustentable

Introspección ética, cambio de cultura y sociedad sustentable

En este mundo, que es un gran sistema donde se entretejen conexiones asombrosas entre todos los seres vivos, la reflexión sobre el lugar que ocupamos los humanos se vuelve un acto no de supervivencia, sino de coherencia natural.

Los humanos olvidamos la armonía con el mundo natural en el que vivimos durante siglos, hasta que nuestra separación de esa unidad primaria nos colocó por encima de la naturaleza y nos convertimos en seres voraces que tomamos sin devolver nada.

No obstante, después de todos estos siglos los humanos volvemos a repensar nuestra humanidad. Nos sabemos en dificultades y tomamos seminarios de sustentabilidad y queremos generar cambios en nuestras culturas, porque sabemos que de seguir haciendo las mismas cosas, no nos espera otra cosa que el sufrimiento y la desaparición.

Esto sólo nos puede llevar a pensar que el hombre, en su búsqueda por la liberación de la naturaleza, busca afanosamente la individualidad, pero al hacerse con ella es incapaz de comprenderla. Necesita reintegrarse, regresar a la comunidad con lo demás, y de esta manera retornar a la unidad primera.

Como seres humanos requerimos un mínimo de certezas que garanticen nuestra permanencia y sobrevivencia en el planeta. Por eso, la toma de medidas sustentables representa hoy día una máxima prioridad para las sociedades modernas y para toda la humanidad.

La persona y la reconfiguración de valores son los ejes fundamentales en este cambio de cultura.

La introspección reflexiva por tanto es el primer paso, porque las personas éticamente conscientes se convierten en agentes generadores de cambio, provocando a su vez reacciones en los otros.

La evidente separación de naturaleza y cultura nos impide observar la problemática ambiental de un modo holístico, cuya solución no radica en normas ni leyes, sino en una nueva racionalidad ambiental y una reflexión profunda sobre nuestra cultura.

La crisis ambiental es el resultado del carácter autodestructivo y la propia crisis cultural. Esto se evidencia en la gran mayoría de las prácticas del hombre moderno, desde sus formas de vida, hábitos y costumbres, hasta la apatía abúlica frente a su ambiente.

Es por ello que la sensibilización personal sobre esta problemática es un punto crítico para generar modos de pensamiento diferentes. Tiene sentido que una persona que está bien consigo misma esté también en armonía con su entorno; que una persona equilibrada se vuelva más reflexiva respecto de las cosas y seres que le rodean. Apelar a esa inteligencia de las emociones y la reflexión sobre nuestros hábitos y conductas es, pues, una forma legítima de generar una nueva cultura sustentable.