Al reflexionar sobre los posibles temas para la revista, inmersos en la tercera ola de la pandemia global del coronavirus, la peste surgía como un tema conveniente y hasta obvio. No obstante, preferimos abordar un tema mucho más profundo que subyace siempre bajo la enfermedad física, la muerte.  

Parte inseparable de la existencia humana, vivimos una era donde, como en ninguna otra y gracias al desarrollo de la ciencia, la humanidad se ha acercado a una posible amortalidad, bajo un cambio esencial de premisa: considerar la muerte como un fallo técnico que tiene siempre una posible solución. Ésta puede traducirse en transplantes de órganos o tejidos, terapias genéticas y una innumerable variedad de dietas o productos que prometen detener el envejecimiento a una escala nunca antes alcanzada. Llevamos la longevidad del cuerpo a extremos que sólo se imaginaban en los antiguos patriarcas bíblicos, con el fin de transformar la muerte de un destino inexorable a una contingencia indeseada. Incluso la tecnología considera factible y no muy lejano algo propuesto por la ciencia ficción hace varias décadas: transferir la conciencia humana a receptáculos digitales donde podría preservarse eternamente, quizá supeditada sólo a un fallo eléctrico o de software. 

Fenómenos naturales como la pandemia vivida en el último año y medio, ha llevado a cuestionarnos sobre la fragilidad de la vida y la fugacidad de nuestra existencia. Pensamos que no estaría de más preguntarnos si reconocemos aún a la muerte como ese destino común del cual nadie puede escapar. Gran parte de nuestra creatividad artística, nuestro compromiso político y nuestra devoción religiosa se alimentan del miedo a la muerte, según comenta Harari, y por tal motivo, buscamos a diversos creadores de la zona para explorar el tema a través de su trabajo. Al llamado respondieron escritores como Mónica Lavín, Manuel Ramírez Palomares, César Tejeda, Omar Rivera, Ricardo Negrete y Zyanya Mariana. La portada de este número y del siguiente, Eros, estuvo a cargo de El pinche grabador.

Desde Irapuato, tuvimos diversos acercamientos: Marco Vanzzini escribió sobre el concepto de la muerte a través de diferentes culturas de la antigüedad; el historiador Jorge Luis Conejo nos acercó a las múltiples causas de muerte registradas en las partidas de defunción del siglo XVII; Esteban Vivas reflexionó sobre la arquitectura mortuoria en la ciudad; Alberto Beuchot compartió trabajos poéticos inéditos; y tanto Patricia Rosiles como Héctor Hugo Acosta, a través de la ficción breve, nos brindaron una imagen amable del paso que todos daremos.

El número incluye dos reportajes: la muerte como espectáculo y negocio, con Paloma Robles Lacayo, exdirectora del Museo de la Momias en Guanajuato; y sobre la desaparición forzada y las fosas clandestinas en nuestro estado, con Bibiana Mendoza del colectivo irapuatense Hasta encontrarte.

La sección de artes plásticas, Portafolio, recayó en esta ocasión en Ray González, un versátil exponente de diversas técnicas, con quien realizaremos un viaje visual hacia las raíces de su tierra natal, Puentecillas, Guanajuato.

Este número sirve también como un homenaje a quienes se nos adelantaron durante estos últimos meses, personas de letras allegadas al proyecto cultural de Argonauta, que saludamos desde este lado, con nostalgia y afecto: José Luis Calderón Vela, Iván Trejo y Mauricio Molina, cuya intempestiva partida nos llenó de pena.

El próximo jueves, 4 de noviembre, a las 6:00 pm, haremos el lanzamiento de Argonauta 17, Thánatos, en la librería Emma Godoy del Fondo de Cultura Económica en Irapuato. La entrada, como en todos nuestros lanzamientos, es libre.

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