jueves. 18.04.2024
El Tiempo
Jaime Panqueva
06:25
24/11/18

En boca cerrada...

“Vivimos la posverdad y la era del reality; todo el mundo tiene derecho a abrir la boca para decir estupideces…”

En boca cerrada...

Vivimos la posverdad y la era del reality; todo el mundo tiene derecho a abrir la boca para decir estupideces. Umberto Eco los llamaba legiones de idiotas que pregonan a los cuatro vientos lo que antes sólo se decía en lo oscurito, o por lo menos se pensaba antes de decirlo para hacerlo de forma elegante. El político parece olvidar su calidad de vocero popular, respaldado por el voto de sus electores, y habla muchas veces sin reflexionar, azuzado por una prensa que se siente orgullosa de hacer preguntas al botepronto para ver qué sale. El resultado, como lo vemos cada semana, sirve sólo para nutrir la maledicencia y la burla a través de los memes. Para mencionar un caso patético reciente, las declaraciones del alcalde de Guanajuato, Alejandro Navarro, sobre el turismo popular de otras regiones en su ciudad. Pero la lista de declaraciones estridentes que se pudieron evitar es larguísima y recubre el camino escabroso hacia el limbo que vivimos.

El otro extremo del espectro lo vemos, por ejemplo, en el presidente saliente, Enrique Peña Nieto, y el actual gobernador de Guanajuato, Diego Sinhué Rodríguez; ambos, conscientes de sus extraordinarias deficiencias intelectuales, evitan el contacto indiscriminado con la prensa hasta llegar a extremos hostiles. A la hora de comunicar, mejor que lo haga un tercero, por ello en Guanajuato las preguntas incómodas las debe responder Luis Ernesto Ayala Torres, como lo hizo también en su momento Osorio Chong. Recordemos también a los voceros presidenciales de Vicente Fox, que además cumplían una función adicional como exégetas de las intervenciones de su jefe.

Otra opción, consiste sencillamente en aceptar sólo entrevistas a modo en ambientes férreamente controlados o dar declaraciones que son dictadas al oído por un casi imperceptible audífono. Estos personajes envidian de seguro el desparpajo y tranquilidad de un ex-seminarista a la hora de capotear a los reporteros, y quizás por ahí se encuentre esta aurea mediocritas que pregonaban los latinos, y que sólo puede hallar buenos resultados con contenidos claros en el mensaje y respeto a los receptores.

Pero no sólo el asunto es de quienes deben comunicar sino también de los medios. A sabiendas de las limitaciones de nuestros políticos, antes de convertirse en un cajón estridente a la caza de material para memes, la prensa debe hacer gala de su vocación reflexiva y crítica. Para mencionar un ejemplo, no he escuchado preguntas ni comentarios inteligentes respecto al aumento del impuesto a las nóminas, o al nuevo impuesto a la compra de vehículos, que erróneamente se presentó como la resurrección de la tenencia.

Nadie pregunta el porqué de este impuesto a los coches comprados legalmente mientras en el estado circulan decenas de miles de coches importados de forma ilegal, amparados con placas de organizaciones campesinas. Las matrículas de la UCD, por ejemplo, desde hace unos meses sobrepasan los seis dígitos. Estoy seguro que a través de una política clara de legalización y de impuestos o verificación vehicular, la recaudación sobrepasaría con creces la del nuevo impuesto. Pero nadie pregunta o cuestiona, es un asunto tan espinoso y poco estudiado por incómodo, que es mejor dejarse llevar por cuestiones más estridentes y llamativas. 

Ante la negativa a hablar, debe aumentar la cantidad y la calidad de las preguntas, no la profusión de los improperios. Así, quienes deben responder no podrán hacer uso de aquel otro refrán: a chillidos de marrano, oídos de chicharronero.

 

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