Jaime Panqueva
06:58
05/05/18

Esparta en el Bajío

“Ahora sí empezó lo bueno; con el inicio de las campañas locales tenemos todos los días declaraciones disparatadas y personajes chuscos…”

Esparta en el Bajío

Ahora sí empezó lo bueno; con el inicio de las campañas locales tenemos todos los días declaraciones disparatadas y personajes chuscos. Si con el debate presidencial surgió la idea retrógrada de aplicar a México la sharia y mutilar a los ladrones, esta semana, entre las ocurrencias y declaraciones desafortunadas, tuvimos las de la magistrada del Tribunal Electoral del Estado de Guanajuato, quien en un acto oficial organizado por el IEEG, dijo cosas como: “...el ciudadano realmente es tranza, vende su voto, no quiere votar”. Y para darle una ayudadita más al sistema, María Dolores López Loza despotricó sobre el voto en el extranjero y sobre el horario mismo de los comicios: “Se le abren las casillas desde las 8 de la mañana, como si el ciudadano desde que se levantó (sic) lo primero que quisiera ir a hacer es salir a votar”. Es irónico que estas palabras salgan de un funcionario público del ámbito electoral en un evento llamado “¿Por qué habrá elecciones confiables y seguras el 1º de julio?” ¿Con qué saldrán al día siguiente de la elección si hay irregularidades o los resultados no fluyen como los participantes esperan? Como el votante es flojo, quienes cuentan los votos por extensión podrán ser lentos e inexactos...

Parece que ya bien empezado el siglo XXI se mantiene la idea del mexicano flojo recostado junto a una tapia, con un sombrerote que le cubre el rostro. Otra ocurrencia, del candidato del PAN Diego Sinhué para paliar esta falta de disciplina y buenos hábitos, consistió en mostrar como brillante propuesta de campaña la creación de escuelas militarizadas. En parte propuesta novedosa, tomada del gobierno neoleonés de el Bronco, y en parte continuidad del trabajo de la actual administración, pues desde finales del año pasado está en construcción un Centro de Estudios Tecnológicos en Aguas Continentales (CETAC) en la XII región militar de Irapuato, y hay otro proyectado para Purísima del Rincón.

Llama la atención que a este sistema educativo se le presenta en campaña como un pilar para combatir la inseguridad, porque “Lo que queremos aquí es, con ese modelo, hacer un semillero de policías municipales y estatales”. El candidato no tardó en recibir el espaldarazo del gobernador Miguel Márquez: “Ayudaría a que se tenga una disciplina diferente con aquellos jóvenes que decidan estudiar en este tipo de preparatorias”.

Es fácil recomendar esta solución en un país que carece de un servicio militar obligatorio serio y que piensa que sacar al ejército a las calles es una solución para controlar la violencia. Países con ejércitos funcionales y bien formados establecen una verdadera relación de los ciudadanos con su milicia a través del servicio militar para hombres y mujeres. Pero el ejército mexicano, además de extremadamente costoso y burocrático está lejos de ser funcional. Para esto remitiría al lector al prefacio del libro La guerra que nos ocultan (2016), de los periodistas Francisco Cruz, Félix Santana Ángeles y Miguel Ángel Alvarado, donde se presentan cifras y datos duros.

Por otra parte, creo que quienes presentan este tipo de modelos como soluciones milagrosas, no les vendría mal leer alguito del Boom latinoamericano, como La ciudad y los perros, de Vargas Llosa, por mencionar sólo uno.

Hay que preguntarnos: ¿sirve en realidad este tipo de preparatorias para formar ciudadanos disciplinados? ¿Al ver la forma en que se comportan nuestras fuerzas armadas respecto a los derechos humanos y ante las instituciones civiles, matricularía usted a su hijo en una prepa militarizada?

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