jueves. 18.04.2024
El Tiempo
Jaime Panqueva
03:24
03/03/18

Hipnosis

El próximo 8 de marzo se celebrará el día internacional de la mujer con huelgas y protestas feministas en diferentes países del planeta. Como parte de la celebración aprovecho para compartir este cuento publicado en mi libro El final de los tiempos. Ustedes perdonarán... 

Cierre sus ojos. Vamos a dar comienzo a un viaje imaginario. Nos trasladaremos a un mundo lejano e irreal. Mantenga los párpados cerrados y respire de forma lenta y pausada. Así es, lentamente… Su día va a comenzar; usted está a punto de despertar. Son las seis de la mañana, su radio reloj emite una música conocida; es el Himno Nacional. Mexicanas al grito de guerra… cantan las voces femeninas del coro de las Fuerzas Especiales del Ejército. Sólo las mujeres más fuertes y talentosas pertenecen a este cuerpo de élite. A los hombres, por ser físicamente inferiores, se les relega a labores de oficina o intendencia. 

Abra los ojos y levántese de la cama. En unos instantes dará inicio el noticiero radial. Entre al baño si no desea escuchar los titulares: Comentarios sobre las declaraciones de la Presidenta y sus Secretarias sobre la discusión en el Parlamento de la propuesta revolucionaria: minorías facciosas exigen la definición de cuotas en los puestos de elección popular para los hombres. Un exabrupto a todas luces pues las mujeres son mayoría en este planeta (el 52% de la población), además han demostrado durante siglos ser menos proclives a la corrupción y mejores administradoras, no sólo de la economía doméstica, sino del erario público. Muchos opinan que una medida semejante dislocaría el sistema político y traería consecuencias nefastas al orden actual. Pero ese tema no le preocupa ahora, debe bañarse y vestirse antes de desayunar. 

Salga del baño, está a tiempo para escuchar las noticias deportivas. Mientras toma su café con una nube de leche reforzada con calcio, para prevenir la osteoporosis, empiezan a dar los resultados de la LVF, Liga de Voleibol Femenino, la más importante del país desde que se abolió la de futbol. La Liga ha decidido jugar sus próximos partidos empleando un balón de color azul para hacer consciencia en los hombres sobre el temible cáncer de próstata, para el cual aún no existe vacuna. Se comenta que por razones que aún son objeto de estudio, ha sido imposible convencer al sexo masculino para asistir en masa al examen que permite la detección temprana de dicho mal. En general, las iniciativas relacionadas con la salud e higiene de los hombres topan contra resistencias muy difíciles de franquear.

Usted termina su café, apaga la radio y se prepara para salir. Alguien llama a la puerta de su departamento, es Juan Alberto, quien le ayuda con la limpieza. Lo contrata por días y le paga menos del mínimo. Él no se queja porque con ese dinero ayuda a sostener a sus cuatro hijos, todos de diferentes mujeres. Lo saluda deprisa, le enseña una ropa que debe lavar a mano, y luego corre a su automóvil.

La ciudad es un caos. La mayoría de las conductoras son mujeres que aprovechan las luces en rojo para maquillarse antes de llegar al trabajo. El tráfico avanza lento, como por espasmos, esto le da tiempo para observar la publicidad en los espectaculares con hombres semidesnudos que anuncian bebidas alcohólicas o light, y a los pordioseros que cargan a sus niños a la espalda para despertar lástima del prójimo y recibir más limosnas.

Ha llegado a su oficina. Estaciona, entra en el edificio y saluda a todas en la oficina, incluso al señor que sirve el café y a su secretario. Es eficiente a pesar de ser hombre, puede escribir más de ciento veinte palabras por minuto y le saca de apuros cuando algún aparato se descompone. Lo espera una reunión con las directoras de área. Usted toma su libreta, su tasa de descafeinado y se dirige a la sala de juntas.

La Jefa ha llegado algo tarde a la reunión, junto al director de desarrollo humano. Todos miran con beneplácito a la jefa y fulminan sin misericordia al director. Por cierto, es el único hombre en la sala, y habla casi solamente cuando se le pregunta, como debe ser.

Luego de casi cuatro horas, usted regresa a su despacho. Pide que le boleen los zapatos, al mismo tiempo una manicurista que recorre las oficinas se hace cargo de sus desgastadas uñas. Luego al trabajo, debe revisar varios contratos de su área, ordenar y contestar la correspondencia. No sale a comer, el sushi que comió durante la reunión fue más que suficiente.

La tarde transcurre deprisa. Usted sólo interrumpe sus tareas para hacerle un cumplido al joven de sistemas que viene a revisar las actualizaciones de seguridad de su computadora. El pobre se sonroja; usted tal vez se propasó con el comentario, pero no importa. Así son ellos, tímidos, pero les gusta que los halaguen, y quizás ese piropo luego dé pie para algo. Quien lo sabe, total las mujeres controlan el mundo y el pobre chico también lo sabe. Todos piensan que él se lo busca por vestirse como lo hace. 

El joven se marcha y usted continúa con el trabajo, ahora debe hacer los presupuestos. Usted no es Ada Byron, pero tiene excelentes capacidades para las matemáticas, teme delegar este trabajo en su secretario, porque sabe que sus cuentas nunca terminan por cuadrar.

Son las seis de la tarde. Debe encontrarse a la salida con varias de las directoras. Irán a un bar a tomar algunos cocteles y ver la telenovela, un plan tranquilo y recurrente. El local se llena hacia las siete con las ejecutivas que salen del trabajo para buscar un esparcimiento sano. Jóvenes universitarios (los que pueden acceder a alguna carrera) se desplazan en patines y con ropa apretada por el comedor mientras sirven cocteles frutales, ensaladas, wraps y bliniz bajos en calorías. 

Tras unas horas de sano esparcimiento, llega el momento partir, ha tomado algunos alcoholes de más, pero se siente en condiciones de conducir. Mala suerte, a pocas calles de su departamento una patrulla de policía le hace el alto. Las dos oficiales se bajan detrás y le dicen que trae una luz de señalización apagada. Usted no lo sabía pero le van a poner una infracción. Acepta la culpa y decide no hablar mucho, así no notarán su aliento alcohólico. Ni siquiera se le ocurre ofrecerles dinero, si lo hace es muy posible que tenga que dormir en la delegación. 

Llega a casa más tarde de lo normal. En el microondas Juan Alberto le ha dejado un plato con comida para la cena. Lástima, usted ya comió con las directoras, pero vendrá bien para el desayuno. Siente mucho cansancio. Usted desea acostarse, mañana deberá volver al trabajo. Diríjase a su cama y acuéstese. Ahora sentirá que su cuerpo es muy pesado, como si fuera de plomo y se hundiera en el colchón. Usted cierra los ojos, respira lentamente y se prepara para regresar. Ahora, por favor, despierte. 

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