Jaime Panqueva
03:48
07/12/19

Indiferencia bovina

"Como en un drama shakesperiano o chespiritiano, como prefieran, desprovistos de la parafernalia de la seguridad..."

Indiferencia bovina

¿Qué tamaño tiene un gobernante desprovisto de su séquito? Lo vimos el pasado jueves y las fotografías de los medios no pueden ser más elocuentes. Como en un drama shakesperiano o chespiritiano, como prefieran, desprovistos de la parafernalia de la seguridad y los asesores, el rector de la UG, el Dr. Luis Felipe Guerrero Agripino, el presidente municipal de Guanajuato, Alejandro Navarro Saldaña, y nuestro flamante gobernador, Diego Sinhué Rodríguez Vallejo, fueron humillados por universitarios que salieron de esa “indiferencia bovina” que planteaba hace unas semanas Javier Sicilia en sus cartas a López Obrador.

Los rostros de desazón, la ausencia total de carácter o empatía alguna para establecer el diálogo, dice mucho de nuestros gobernantes. Lo sabíamos: el relumbrón, el discurso fútil, la evasión de los temas importantes ocultaban un vacío tan grande como el que se respiró sobre el escenario del Teatro Principal. Y eso que sólo faltaba una silla por llenarse, la del Fiscal Carnal, Carlos Zamarripa, quien no supo organizar su agenda, que tampoco fue siquiera urgido a presentarse en el acto por quien, según el organigrama, es su superior jerárquico. Su deserción no fue pasada por alto por los jóvenes, que al parecer vislumbran con claridad quién gobierna Guanajuato o, por lo menos, quién es uno de los principales responsables del baño de sangre que vivimos, pues lleva una década en el cargo y, aunque nadie pueda creerlo por la avalancha de violencia que se ha desatado en los últimos años, le quedan ocho más...

La humillación no llegó sola, ni fue gratuita: es el premio a la soberbia y displicencia de la autoridad. Primero a su torpe intervención ante el reclamo por el asesinato de Daniela Vega, luego su reticencia para escuchar y dar solución a un pliego petitorio que no exige nada extraordinario ni fuera de las facultades universitarias y municipales, nada que no se haya podido prever, ni que estuviera fuera de sus obligaciones cotidianas: velar por la seguridad e integridad del futuro del estado.

Los estudiantes han hecho un alarde de civilidad y disciplina, supieron pintar su raya y desnudar la ausencia absoluta de liderazgo de Rodríguez Vallejo. Ante lo sucedido el jueves, no quiero imaginar cómo habrán sido sus reuniones con las autoridades de Singapur o Japón, cuyos ciudadanos reciben seguridad y trato preferente por encima de los guanajuatenses; o aquellas cuando fue a buscar gasolina a Houston, o cuando negoció su famosa “Feria de la Hannover Messe”.

Los estudiantes también desnudaron otro hecho palpable: que la Rectoría de la UG se debe al gobierno de turno y no a su comunidad, bien lo comentó Enrique Gómez Orozco, el lugar de Guerrero Agripino no estaba en el escenario del Teatro Principal sino el patio de butacas con sus educandos.

Los jóvenes han elevado el listón de la protesta, saben que los están matando y que no pueden confiar en la respuesta de autoridades que tienden a revictimizarlos, a catalogarlos como daño colateral, o se niega simplemente a cumplir con su deber.

Esta huelga puede ser un comienzo para sacudirnos la indiferencia bovina de nuestra sociedad, pero ante nada espero que sirva también a sacar a nuestros dirigentes de su boyuna comodidad, que los ha vuelto ciegos y sordos a la realidad de sus gobernados.

 

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