Fue la semana de los libros y no pude resistir la tentación de dar una vuelta por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para ver en carne y hueso a dos grandes autores cuyos libros admiro, Alberto Manguel e Irene Vallejo. La FIL es el gran punto de encuentro de las ideas, aun amenazada por la pugna de poder entre mafias; el dueño de la franquicia, Raúl Padilla, y el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro. Choque de titanes en la perla tapatía que pudo llevarse entre las patas libros y letras. Rencillas que, como ya nos tienen acostumbrados nuestros políticos, no se libran en las arenas de lo jurídico, sino en las calles con marchas y contramarchas, con insultos, calumnias, memes y pancartas, ante los ojos atónitos de visitantes nacionales y extranjeros. 

Entre todo aquello, como turista proveniente de Guanajuato, quise dar con el stand que de forma consuetudinaria adereza el Instituto Estatal de la Cultura - IEC a través de Ediciones la Rana. Pregunté en el módulo de información, pero ante mi asombro no aparecía registrado, como sí lo estaba el espacio rentado por el Instituto Electoral del Estado Guanajuato. Debe haber un error, le comenté al joven que amablemente señalaba la pantalla, ¿Qué hace el IEEG en la FIL? Tras ingresar otros parámetros de búsqueda, como el Museo Iconográfico del Quijote, con quien por vez primera tuvo el IEC que compartir stand, logramos dar con la ubicación: un exiguo rectágulo de 9 metros cuadrados, en la zona de editoriales independientes y vendedores de chucherías, sin diseño propio y tan pequeño que apenas cabían dos personas sentadas. 

Recordé el tiempo prepandemia cuando la participación en la FIL tenía mucho mayor peso con espacios para exhibir de forma óptima la producción editorial de Guanajuato, donde desarrollaban un programa de actividades propio. Una verdadera promoción cultural en la mayor feria del libro en lengua española del mundo. ¿Cómo se cayó tan bajo?

Al revisar los planos del evento constaté que el IEEG no sólo tenía un stand casi tres veces mayor al del organismo encargado de la cultura de su estado, el cual con un diseño propio, invitaba a formar parte de “nuestra producción editorial”. Además, entre las actividades que el espacio y la inversión hacían posibles, presumía la presentación de “artículos” tan importantes y pertinentes para Guanajuato como: “¿Está la democracia en Alemania en riesgo? Libertad de reunión, COVID-19, extrema derecha y antivacunas.” Sí, es cita textual. Algo está muy mal. 

Indignado también por los mastodónticos stands del INE y del Instituto Electoral de Jalisco (a este último es al único que disculpo, pues está en su territorio), regresé a casa con la necesidad de responder algunos porqués, entre ellos: ¿Por qué en un año sin elecciones el IEEG tiene que gastar de esta forma su presupuesto sin coordinación alguna con el IEC que lleva años participando en ese evento? ¿Disponen de tantos recursos como para desperdiciarlos de esta manera? 

Al revisar algunas cifras constaté que al IEEG le sobra el dinero. Para 2022, un año no electoral, se le aprobó una partida de más de 225 millones de pesos, descontados ya los casi 174 millones asignados a los partidos políticos estatales. Mientras el IEC recibió menos de 190 millones con una estructura que supera las 440 plazas de personal. El contraste se hace más radical al ver que el IEEG dispuso de casi 93 millones de pesos a través de una partida etiquetada como “Confianza en el Instituto Electoral del Estado de Guanajuato”. ¿Es la participación en la FIL una forma de obtener confianza? ¿No debería el IEEG enfocarse en mejorar sus sistemas de escrutinio e información durante la jornada de votación? Las elecciones en México siguen siendo muy caras, y tan lentas a la hora de entregar resultados que hacen surgir todo tipo de suspicacias. Mejorar estos aspectos es lo que realmente puede generar esa confianza que anhelan. Jugar al rico, gastar indiscriminadamente y humillar al Instituto Estatal de la Cultura en la FIL no sirve para nada. 

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