viernes. 19.04.2024
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Jaime Panqueva
06:08
12/09/20

Invitaciones cordiales

"El fuego y las pandemias no son las únicas invitaciones cordiales al cambio..."
Jaime Panqueva
Jaime Panqueva
Invitaciones cordiales

Las imágenes de los incendios en la costa Oeste de los Estados Unidos, en particular, aquel que muestra los rascacielos de San Francisco y su emblemático Golden Gate, se antojan como un anticipo del colapso ambiental al que nos veremos enfrentados en las próximas décadas. Hasta esta semana se habían quemado sólo en el estado de California 1.2 millones de hectáreas, una cifra 26 veces superior a la destruida el año pasado, y eso que la temporada fuerte de incendios comenzará el próximo mes. Oregon, por su parte, un estado más septentrional que California, reporta el incendio de 360.000 hectáreas, y tiene al 10% de su población bajo alerta por el avance del fuego, que en golpes intempestivos como en el condado de Ashland, ha llegado a consumir cinco localidades por completo.

California, en particular, ha sufrido durante las últimas décadas de una sequía crónica que la hace particularmente vulnerable, pues no sólo compromete su capacidad de reacción ante los incendios, sino también podría dificultar el suministro de agua a una de las mayores poblaciones de los Estados Unidos. La presa Hoover, por ejemplo, que abastece a California, Nevada y Arizona, ha disminuido su nivel normal unos 35 metros. Recuperar el de 1999, si se restablecen los niveles de lluvia, tomaría décadas.

La presión por el agua se ha vuelto un tema recurrente en las noticias por el mundo entero. En México estas semanas se debate en torno a la presa de la Boquilla en Chihuahua, un asunto que embarra de política temas que deben ser debatidos desde la perspectiva del medio ambiente. En Guanajuato, que disfruta por estas semanas la temporada de lluvias, no podemos olvidar los conflictos de sobreexplotación de los mantos acuíferos, con las consecuencias en la salud de la población, algo que poco o nada se cuestiona, así como la contaminación de nuestros ríos. Estos temas están fuera de las agendas políticas municipales o estatales, que prefieren dar prioridad a gastos absurdos como el reemplacamiento automotriz o los distribuidores viales. Vivimos en una zona que históricamente ha reportado crisis sociales o económicas a causa de choques climáticos, desde las culturas prehispánicas hasta las agitaciones políticas durante el siglo XIX. Todo apunta a que este siglo, con una presión poblacional sin precedentes sobre los recursos, no será la excepción.

Para echar más leña al fuego, nunca mejor dicho, cierro con una invitación a leer el informe 2020 del WWF, (Fondo Mundial para la Naturaleza, por sus siglas en inglés) que se publicó esta semana en inglés (la página de México aún no lo tiene disponible en español.

El mensaje es claro: el deterioro que la humanidad ha causado al planeta no sólo afecta a las poblaciones de animales (los vertebrados han disminuido en promedio 68% entre 1970 y 2018), sino también a nuestra salud y a todos los aspectos de nuestra vida. Debemos cambiar la forma de relacionarnos con nuestro planeta, reconocer que dependemos más de la naturaleza de lo que ella depende de nosotros. El fuego y las pandemias no son las únicas invitaciones cordiales al cambio. Estamos a tiempo para hacer ajustes para evitar el colapso, pero mirar hacia otro lado no será en absoluto la solución.

 

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