Jaime Panqueva
06:45
19/10/19

La verdadera guerra

"Quizás hay esperanza, quizás se empieza a caminar en la dirección correcta con las investigaciones financieras y la lucha contra la corrupción política, que todavía no termina en sentencias condenatorias."

La verdadera guerra

Como colombiano me han preguntado a lo largo de mis 16 años en México de forma constante sobre el paralelo de nuestros dos países en la lucha contra las drogas. En particular, durante el sexenio de Calderón cuando se pretendió catalogarla como una guerra. Siempre he dicho que en México aún no se ha desatado ninguna guerra formal porque el narco domina a políticos, a estados enteros y se encuentra enquistado desde hace décadas en las instituciones de seguridad.

Lo sucedido en días pasados en Culiacán lo demuestra de manera fehaciente, dudo que la ausencia de respuesta se deba sólo a una orden del Ejecutivo, sino a la connivencia de las autoridades en la ciudad ¿Dónde estaban el presidente municipal, el gobernador del estado, la policía, el Ejército y la Marina cuando comenzaron los bloqueos y las balaceras? ¿Alguien pensó en plantar cara? Con seguridad ninguno asumirá su parte, porque lo más sencillo es señalar hacia arriba y decir que sólo obedecieron órdenes. ¿Quién puede asumir como un asunto personal luchar contra la tercera mafia del mundo con presencia en decenas de países y recursos casi inagotables? Sin un verdadero respaldo institucional eso sería un suicidio.

No se puede hablar de una guerra cuando el enemigo es a la vez poderoso y difuso, mucho menos pensar en ganarla cuando no se está dispuesto a combatir y arriesgar la vida en ello. En Colombia tuvieron que morir secretarios de justicia, procuradores, candidatos presidenciales, centenares de alcaldes, funcionarios, policías y soldados para que se diera un vuelco en la guerra, y ni aún así se ha podido terminar con el flagelo, que a su vez se enquistó en una guerrilla que llevaba décadas combatiendo en zonas de muy difícil acceso.

En Colombia se comenzó por crear una Fiscalía verdaderamente operativa y por una limpieza en las instituciones del gobierno como la policía y el ejército. El estado sólo puede enfrentar al narco con instituciones sólidas y confiables. En México esta es una tarea que si alguna vez empezó, no ha dado fruto, y que se halla estancada en una categoría reciente de funcionario: el fiscal carnal.

Quizás hay esperanza, quizás se empieza a caminar en la dirección correcta con las investigaciones financieras y la lucha contra la corrupción política, que todavía no termina en sentencias condenatorias. No obstante, el principal elemento corruptor del estado sigue sin atacarse, y si esto llegare a hacerse, veremos mucho más de lo que sucedió en Culiacán y ha sucedido en Tamaulipas y otros estados del país, porque entonces sí habrá fuego cruzado.

 

Comentarios a mi correo electrónico: [email protected]