Si usted era de los optimistas y pensaba que los niveles de violencia descenderían tras la captura de el Marro, debo desilusionarlo. Septiembre cerró con casi 400 homicidios, con lo que regresamos a las tasas diarias de una docena de ejecutados. A este paso, cerraremos el año muy por encima de los 4.000 homicidios. Bajo este supuesto podríamos decir, apoyados por las cifras, que en Guanajuato la violencia es más letal que la pandemia que asola el planeta, pues el coronavirus, de seguir la tendencia, cerrará el año con poco más de 3.000 fallecimientos. Ni siquiera la cuarentena por el COVID ayudó a bajar la tasa: durante los meses de mayo, junio y julio, los índices se mantuvieron por encima del año anterior, ya de por sí alarmante. Agosto, mes de la captura del capo del cartel Santa Rosa de Lima, apenas dio un respiro, pero el promedio diario de víctimas se mantuvo por encima de diez diarias, según los datos que juiciosamente recaba y publica día a día el periódico AM.

La oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito publica estadísticas mundiales sobre los homicidios intencionales por cada 100.000 habitantes. La tasa mundial tiende a descender. En 1993, por ejemplo, se elevaba a 7.4 homicidios. Tras una baja casi continua, el año 2018 se situó en 5.78. Mientras la tendencia mundial mengua, Guanajuato cerraría el 2020 por encima de 70 víctimas por cada 100.000 habitantes. Una tragedia humanitaria ante la cual se prometen medidas, pero no se observa su aplicación o resultados. ¿Recuerdan ustedes cuánto se ha hablado del Golpe de Timón? La detención de El Marro se quiso presentar como uno de sus mayores resultados (aunque lo hayan capturado la Guardia Nacional y el Ejército), pero a la luz de los datos, ¿ha servido de algo?

Ante lo asombroso de las estadísticas, lo realmente triste y preocupante es que el discurso oficial sigue siendo el mismo. No en vano preguntaba hace unos meses, al inicio de las medidas sanitarias contra el coronavirus, por qué no se asumía con el mismo rigor la seguridad pública en el estado. Al parecer, tienen mayor relevancia la pugna con el Gobierno Federal a través de un club de gobernadores que disfruta tomarse fotos en posición de Avengers, u ocurrencias absurdas como el reemplacamiento vehicular. Otro adefesio, el proyecto de ley que se discutía esta semana en el legislativo estatal para prohibir a los policías el uso de celulares personales en el trabajo. ¿Amerita esto en realidad una ley?

Los hechos y las cifras comentados son una realidad incontestable, que pretende controvertirse con spots de alabanza a la grandeza de la historia guanajuatense y loores a su infraestructura, ferias o festivales.

¿Hasta cuándo?

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