Jaime Panqueva
06:36
18/12/17

¿Un museo de arte? ¿En Irapuato?

¿Un museo de arte? ¿En Irapuato?

Como casi todos los jueves, llegué por la mañana a la cabina de la estación radial a comentar la cartelera cultural de la zona. Entre los eventos listados, venía la invitación a un foro para discutir la pertinencia de abrir un museo de arte moderno en Irapuato. ¿Es en serio? Preguntó incrédulo Andrés, el locutor del programa. Sí, le respondí, aunque no conocía mayores detalles de la propuesta. Al mediodía de ese mismo jueves, en Guanajuato, le comenté al director de Ediciones La Rana y a una productora de Radio UG, que en la tarde iría a un foro sobre el tema. ¿Arte moderno? Ey. ¿En Irapuato? Sí. Incómodo silencio.

Llegué media hora tarde, en parte por el tráfico decembrino, en parte porque me sentía medio marciano ante tanta incredulidad. Nuestra fama de provincia agreste e inculta está tan extendida que cualquier proyecto cultural, por bien fundado que pueda estar, parece una quijotada. Hasta Octavio Paz comentaba con desdén en alguno de sus escritos críticos sobre un “millonario coleccionista de arte en Irapuato”. Como si fuera alienígena.

Al entrar a la reunión me dio gusto ver, no sólo gente mucho más puntual que yo, sino también interesada por impulsar desde la iniciativa privada o pública la actividad en las artes y la cultura en la ciudad. No ahondaré en nombres o cargos, me interesa más comentar sobre el germen del proyecto.

El pintor irapuatense Jazzamoart dispone de una colección de obra propia y de sus colegas, con la que podría conformarse el primer acervo de un proyecto de museo en nuestra ciudad, agobiada en estos meses por la violencia huachicolera y la contaminación. El momento parece ser muy propicio, pues se están reacomodando oficinas del gobierno, y el edificio junto a la glorieta de las espigas fungiría como excelente recipiente para este acervo, además de un nuevo polo dinámico que vincule a las demás artes.

Durante las intervenciones al respecto del Museo de Arte Moderno de Irapuato (al que sugerí cambiarle el nombre, o por lo menos las siglas) se mencionó la restauración del tejido social a través de la cultura en Medellín, Colombia. Donde existió un acuerdo político previo para evitar que con los cambios de gobierno se alterara la continuidad de los programas. Algo que, a pesar de lo difícil que pueda parecer con gobiernos que satanizan cualquier propuesta ciudadana, debería abordarse con seriedad en el año electoral que nos amenaza.

¿Puede un espacio de este tipo incluirse en alguno de los planes de gobierno de los futuros candidatos a la Presidencia Municipal? No estaría mal: Irapuato y la Zona Metropolitana que conforma con Salamanca (ésa que sólo se menciona cuando conviene) merecen proyectos con estas miras, que vinculen a ciudadanía, iniciativa privada y gobierno, y nos ayuden a formar ciudadanos más sensibles y solidarios.

Salí del Foro Akana más optimista de lo que entré. Pensé en proyectos que están despegando en la ciudad, como la Fundación Calosa y G12.tres. Sin embargo, luego recordé que Fernando Botero, icónico pintor nacido en Medellín, famoso en todo el mundo por promover estéticamente el sobrepeso, reunió una colección importante de arte a lo largo de su vida, impresionistas franceses incluidos, valorada en unos 200 millones de dólares. A finales del siglo pasado quiso donarla a su ciudad natal, donde nadie, en ese entonces, prestó la debida atención a su iniciativa. Por el contrario, en Bogotá, el Banco de la República (equivalente al Banco de México) acogió el proyecto y restauró la antigua Casa de la Moneda, que se convirtió en el actual Museo Botero, uno de los principales atractivos turísticos de la capital colombiana. No sé si esté de más mencionar que entre Bogotá y Medellín ha existido una rivalidad histórica equivalente a la de Monterrey y la Ciudad de México. Pero creo que el mensaje está muy claro.

Y dicho esto, cierro comentando que si Jazzamoart recibiera una propuesta congruente de otra ciudad para acoger su colección, pienso tal vez en Morelia (en la mente de muchos, más sensible al arte que Irapuato), podría suceder algo análogo a la colección de Botero. Y entonces, podría decir, con los pelos de la burra en la mano, que nuestra mala fama estaría más que bien cimentada.