jueves. 18.04.2024
El Tiempo
Jaime Panqueva
13:09
22/07/16

No te perdonamos

"Trato de no meter las narices en las miserias de la política nacional, pero el perdón presidencial de esta semana es insoslayable"

No te perdonamos

 

 

 

 

 

Nada anima tanto a cometer una falta como su perdón.

                                                                                                                               William Shakespeare, Timón de Atenas

Trato de no meter las narices en las miserias de la política nacional, pero el perdón presidencial de esta semana es insoslayable. Sólo lecturas lamentables pueden hacerse de este discurso, que emerge como de una telenovela o una comedia: me disculpo porque es un error que un proveedor consentido de los gobiernos que he encabezado le haya regalado a mi esposa una mansión. Un error, no un conflicto de intereses o un delito, pues mis subalternos de la Secretaría de la Función Pública me han absuelto de todo cargo, parece decir. Deshacerse del inmueble (aunque sin aclarar el destino del dinero generado por esta transacción) significa, además, actuar de acuerdo con la ley. Se pide perdón no por la corrupción solapada, sino por el daño a lo que más le ha importado a este gobierno desde un principio “la imagen de la investidura presidencial”. No será difícil imaginar que se avecina un efecto dominó en las demás instancias de gobierno, en particular en las estatales que cambiarán de cabezas este año. ¿Veremos a más de uno de los implicados en escándalos “pedir perdón”, no por saquear el erario público, sino por la indignación que causa en los ciudadanos que se haga impunemente?

Incomoda el perdón por la Casa Blanca, no sólo por haber sido un episodio funesto y sin consecuencias legales para el presidente: molestan las repercusiones que ha tenido en los periodistas implicados en la investigación. No sólo les fueron cerrados los espacios, ahora se les persigue legalmente a través de terceros. Grupo MVS, que hace unos años se mostraba como adalid de los medios críticos e independientes, ahora funge como el esquirol de los inquisidores. No es algo nuevo, la autocensura y la prensa complaciente, comprada a través de publicidad oficial o concesiones, tiene una muy larga tradición en este país y ha sido alimentada por el miedo que produce la verdad a la casta política.

Hace unos años escribí sobre la censura en el Estado de México contra varios libros publicados desde la llegada de Isidro Fabela (fundador oficial del grupo Atlacomulco) a la gubernatura. En este país, donde se pregonan las libertades, ha habido hasta tiempos recientes libros prohibidos, perseguidos, censurados y hasta quemados. La casa blanca de Peña Nieto, de una editorial tan seria como Grijalbo, parece ser un título más para añadirse a la lista. Ante la fungibilidad de los expedientes judiciales, ¿Qué libros emplearán los académicos del futuro para escribir la historia de nuestro tiempo?

Es preferible humillarse y pedir perdón en bellos discursos, inventar verdades históricas, crear foros o mesas de diálogo que no llevan a ningún lado, instaurar comités para proteger a los periodistas, cambiar las metodologías de medición para hacer más acogedor el panorama del país, que enfrentar los hechos y aplicar la ley de forma pareja para todos. Si en realidad desea ser autocrítico y empezar por sí mismo, como lo dijo (o le dictaron), el perdón presidencial debería regresarle los espacios a los condenados al ostracismo, y cesar la persecución de quienes tuvieron el valor de enrostrarle su “error”. Apelaría a la doctrina cristiana (para la única que parece tener oídos nuestro presidente) para decirle que si desea ser perdonado, también debe perdonar.

Vaya, sí que es feo esto de meterse a opinar de política. Me disculpo...

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