Jaime Panqueva
04:32
06/03/21

Opinión | La ley del gandalla | Jaime Panqueva

"Ya decía yo que esto de saltarse la fila, pasarse de listo, de agandallarse al prójimo..."

Opinión | La ley del gandalla | Jaime Panqueva

 

Ya decía yo que esto de saltarse la fila, pasarse de listo, de agandallarse al prójimo al más avieso estilo chilango tenía que darse en México más tarde que temprano; que para haber empezado las vacunaciones en diciembre del año pasado ya nos estábamos tardando demasiado. Muy raro se me hacía que se hubieran contagiado en el inter los dos López, Obrador y Gatell, cuando tuvieron la vacuna más que a la mano, o Carlos Slim con sus omnipotentes millardos. O que ministros en Perú, Ecuador o Argentina se hubieran brincado la cola vacunándose antes ellos y a sus familiares que a sus compatriotas más vulnerables, si no ¿para qué sirve el poder? Pero no es sólo Latinoamérica, también con su caterva de gandallas nos habían dejado atrás el Líbano, Filipinas y hasta las Madre Patria española, donde no sólo la clase política sino hasta la realeza da el mal ejemplo. ¿Tanta prisa tienen que no pueden esperar unas semanas a que les toque su turno de vacunación? ¿Ya les escuece el cubrebocas o es que la vacuna se la tienen que inyectar en inglés y sobre suelo tejano? ¿Es que no pueden renunciar al privilegio y a esa necesidad de demostrar su superioridad económica o racial con este tipo de gestos? Mientras tanto, el resto de millones de mexicanos seguimos formados esperando el llamado a la vacunación y que se investigue también el uso del consulado en San Antonio en este tejemaneje.

El asunto de las vacunas nos sigue demostrando las inequidades del sistema socioeconómico global; la universalidad es un ideal para quienes puedan pagarlo, aunque sabemos que en pocos meses sobrarán vacunas para quienes dispongan de los recursos para adquirirlas, es la ley de la oferta y la demanda.

En otra de las canchas de la igualdad, este domingo se prepara una nueva marcha feminista. Amnistía Internacional publicó esta semana un reporte especial para México con el fin de recordar eventos de abuso policial acaecidos el año pasado pasado en diversas protestas. Entre ellas recuerda los hechos tras la manifestación del 22 de agosto de 2020 cuando la policía municipal de León detuvo ilegal y arbitrariamente al menos a nueve de 23 personas, en su mayoría mujeres, que no estaban cometiendo delito o infracción administrativa alguna. Las autoridades de la policía no se identificaron frente a las personas detenidas, no les indicaron los motivos de la detención, e hicieron uso innecesario y excesivo de la fuerza para su detención.

Es lamentable que varios de los casos documentados por Amnistía Internacional sobre abusos y maltratos a activistas se realizaron en territorio guanajuatense. El informe hace recomendaciones importantes a los organismos de seguridad del gobierno sobre el respeto a las manifestaciones pacíficas y al derecho a la protesta. Si desea leerlo puede descargarlo aquí: https://amnistia.org.mx/contenido/index.php/mexico-la-era-de-las-mujeres/

Para todos aquellos congéneres varones que tuercen los ojos cuando se mencionan este tipo de informes o se comentan las reivindicaciones de las mujeres, debo comentar que es vergonzoso soportar este tipo de reacciones, así como ver blindado el Palacio Nacional y escuchar las declaraciones absurdas de la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero: “No se trata de protegernos de las mujeres, se trata de protegerlas a ellas. Nuestro único objetivo es tratar de disminuir la violencia contra las mujeres. Es una especie de protección para que no vuelva a suceder lo de años pasados, en los que incluso se ha incendiado la Puerta Mariana del Palacio Nacional. No es una forma de represión a la protesta.”

Si para detener la violencia machista y lograr una decente equidad de género entre hombres y mujeres en México hay que prenderle fuego al Palacio Nacional no creo que haya mucho qué pensar. Pero siguen atrincherados en lo mismo: en preocuparse por las edificaciones y no por las personas, la protesta crece y los machos aún no lo entienden.


 

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