Jaime Panqueva
18:23
29/07/16

Robar a los mendigos

"A los recortes en todos los sectores del gobierno, en particular en el rubro de la cultura, habrá que sumarle una nueva afrenta para todos los que pagamos impuestos y exigimos que estos se inviertan de forma adecuada."

Robar a los mendigos

A los recortes en todos los sectores del gobierno, en particular en el rubro de la cultura, habrá que sumarle una nueva afrenta para todos los que pagamos impuestos y exigimos que estos se inviertan de forma adecuada. El Estado ahora mete la mano, de forma poco transparente, en la charola de los proyectos independientes. Pero, vamos por partes.

Hace algunas semanas escribía sobre el exitoso caso de una editorial independiente, Ediciones Antílope, de la Ciudad de México que había empleado con éxito el sistema de micro-mecenazgo para lanzar una colección de libros de poesía y ensayo, géneros poco atendidos por las grandes editoriales.

Para quienes no estén familiarizados con este concepto, quizás lo hayan oído bajo el término inglés crowdfunding, es decir, reunir dinero de donadores particulares en pequeña escala para echar a andar proyectos creativos. En México, uno de los principales promotores de estas iniciativas es Fondeadora.mx, que ayuda a recaudar en línea el dinero requerido a través de un programa de pequeñas recompensas para los involucrados. Se trata, en muchos casos, de iniciativas no productivas llevadas a cabo por personas o asociaciones sin ánimo de lucro.

Ediciones Antílope reunió 12 ensayistas y 12 poetas para editar una antología de jóvenes escritores, algo loable cuando está en pie de discusión eliminar por falta de recursos (y, al parecer, ganas de los políticos) el fondo editorial Tierra Adentro, con más de 25 años de funcionamiento y una muy amplia lista de jóvenes escritores publicados. A través de Fondeadora, los editores consiguieron los recursos necesarios para la impresión y sentaron la piedra fundacional de otra colección de poesía.

El crowdfunding es una excelente alternativa para aquellos que no tienen acceso a los recursos que el gobierno podría y debería aportar a iniciativas culturales. Cuando no se obtiene apoyo estatal o de la empresa privada (ni hablar de financiamiento bancario), queda la alternativa de pasar el sombrero entre los posibles interesados en promover la imaginación y la creatividad, gente que se enganche con el proyecto y de forma altruista aporte desde 100 a 5.000 pesos. El internet y las redes sociales acercan a los interesados y potencian la capacidad de comunicar y recibir apoyos. Las cifras son muy interesantes. Hasta la fecha de consulta, Fondeadora ha apoyado 1.605 proyectos exitosos, es decir, aquellos que recibieron todo el dinero requerido, con un total recaudado de 162 millones de pesos. De 100 iniciativas presentadas, 55 pudieron fondearse.   

Hasta aquí las buenas noticias. Una nota de la semana pasada puso en alerta al sector cultural de León: el Instituto Cultural (ICL) busca revivir el Festival Internacional de Arte Contemporáneo (FIAC) y para ello recibió del presupuesto municipal 1.2 millones de pesos. Además de este dinero, por su lado el ICL contrató a Carlos Alberto Cárdenas, para “gestionar recursos económicos” por casi 60.000 pesos en honorarios. Carlos Alberto Cárdenas, en atención a este contrato, abrió un proyecto en Fondeadora, titulado Revive FIAC (https://fondeadora.mx/projects/revivefiac), que busca recaudar 1’250.000 pesos por parte de mecenas individuales. Su propuesta habla de vincular “todos los agentes posibles” y propone a los donantes ser parte del festival para darle una “nueva dimensión”.

La treta del ICL me parece descarada por varias razones:

1. El Instituto, como entidad municipal, tiene preferencia y posibilidad de acceder a recursos de orden estatal y federal para realizar actividades culturales.

2. Contratar a un tercero para gestionar recursos genera costos adicionales a un cuerpo burocrático cuyos sueldos anuales consumen más de 23 millones de pesos al año, es decir el 47% del presupuesto total del Instituto. Esto sin contar al profesorado y a los integrantes de las bandas y orquestas cuyos emolumentos se cubren en su mayor parte por los ingresos generados por el mismo ICL.

3. Se supone que la presencia de empresarios y personalidades distinguidas en el Consejo del ICL permitiría allegar recursos para proyectos culturales, no abriría la puerta para pagar honorarios a terceros por tareas redundantes.

4. El Estado mexicano posee uno de los mejores fondeadores disponibles, lo llaman SAT y todos pasamos por su cedazo. Entrar a competir con otros proyectos en Fondeadora me parece una gandallada, pues con el monto que se pretende recaudar se podrían financiar doce proyectos verdaderamente independientes de tamaño promedio.

5. Vale la pena recordar que con una fracción de los 38 millones de pesos entregados por Conaculta a la fundación manejada por el senador Gerardo Sánchez García, y cuyo fin aún no se ha aclarado, se podría fondear sin mayores problemas el FIAC y convertirlo, como quieren sus actuales promotores, en un evento “a la altura de las espectativas (sic) del público más exigente”.

6. Recuerdan varios colegas leoneses que una parte de los eventos del FIAC, en especial aquellos que involucraban a los artistas más cotizados, no eran gratuitos, por lo cual éste también generaría entrada de recursos, con lo que se amortizaría la inversión o cubrirían parte de los costos. En el presupuesto 2016 del ICL no hay ingresos previstos por este evento, ¿por qué?

7. En la propuesta presentada por Fondeadora, se ofrecen a los mayores donadores zona preferente, contactos en backstage, y “acceso a un exclusivo coctel” con una de las artistas invitadas. No me parece una forma adecuada de democratizar la cultura o de “empoderar a la ciudadanía de frente al proyecto.”

8. Es lamentable cómo vemos desaparecer proyectos importantes de difusión y promoción cultural por recortes de presupuesto (o por lo menos eso se argumenta); en León la revista Cosido a Mano; la Casa del escritor en Puebla; en el ámbito nacional se amenaza el Fondo Editorial Tierra Adentro, por mencionar sólo algunos de los casos más recientes.

Para quienes realizamos proyectos culturales con nuestro dinero y/o no recibimos apoyos del Estado para ello, la estrategia del ICL es una muestra más de la improvisación, pereza y falta de imaginación de los funcionarios que lo lideran. Hay también indicios de compadrazgo y corrupción, pues no está de más mencionar la poca transparencia en la asignación de recursos y en la rendición de cuentas. Por ejemplo, el ICL no publica sus Presupuestos e Informes de Ejecución desde noviembre del 2013. (ver portal:

 http://www.leon.gob.mx/transparencia/index.php/presupuesto-e-informe-de-ejecucion)

No estaría mal como tarea darle una vuelta a las cifras en otras ciudades del Bajío. Es muy posible que encontremos nuevas sorpresas.

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