Tengo miedo, tengo muchísimo miedo
"Me refiero, claro, al futuro de mis hijos, porque el de las clases más pudientes, si gana el tabasqueño, ya no se desarrollará en México: de seguro emigrarán con sus capitales a ciudades como Atlanta o El Paso, que tan bien saben brindar refugio a los políticos mexicanos..."
Me pasa lo mismo que a millones de mis colegas, las amas de casa mexicanas: el miedo no me deja dormir. No son las nubes de mosquitos del fin de la estación seca, ni el tradicional bufido del tren que en medio de la noche parte a Irapuato en dos; me levanto sudoroso pensando que mis pobres hijos jamás hablarán inglés, y menos con el acento californiano que exigen las clases más pudientes de nuestro país. ¿Qué será de su futuro si gana AMLO?
Me refiero, claro, al futuro de mis hijos, porque el de las clases más pudientes, si gana el tabasqueño, ya no se desarrollará en México: de seguro emigrarán con sus capitales a ciudades como Atlanta o El Paso, que tan bien saben brindar refugio a los políticos mexicanos. Y México se convertirá en un dos por tres en una Venezuela colindante con el gabacho, donde ante la futura escasez de papel higiénico, el INE distribuirá de forma gratuita las boletas del último ciclo electoral.
Tengo miedo, muchísimo miedo, ¿qué pasará con las excelentes reformas que nos han hecho crecer de forma exponencial en este sexenio? Cuando el manejo de la economía y la hacienda pública ha sido tan acertado que no hemos tenido una devaluación del peso del 50% desde el 2012, ni tampoco un aumento desmedido de la deuda pública para pagar los malos manejos de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad, entidades que, a pesar de lo que digan los malpensados, siguen siendo empresas de clase mundial. ¿Gasolinazo? Una falacia, aquí la inflación nunca ha rebasado 6%...
Da miedo pensar, ¿Qué pasará con la redistribución del ingreso y los excelentes niveles que ha logrado el salario mínimo durante los últimos sexenios? Si dejamos hace rato de ser el mal ejemplo en la OCDE, ¿qué sucederá con instituciones tan eficientes como la PGR o la CNDH?
Y es que no le deseo a nadie la inquietud de levantarse en medio de la noche tras imaginar a López Obrador despachando desde su casa o decretando que el único coche que se ensamble en México sea el Tsuru. O vislumbrar la residencia de Los Pinos, con esa pista de boliche, que mandó construir Vicente Fox, convertido en un centro cultural. O pensar en que los pobres expresidentes estarán limpiando los cristales de los coches en los semáforos porque se les quitará la pensión. Las imágenes son demasiado impactantes y no hay sueño que las aguante.
Pero la peor alucinación de todas, la que además de sudor y palpitaciones me despierta en medio de un aullido: A lo largo de la orilla de la Laguna de las Ilusiones AMLO, en guayabera con gorra de beis, camina de la mano de Donald Trump. Se detienen, el gringo se vuelve con ojitos coquetos y exclama, “Oh, my beloved beaner”. Sí, mejor no saber inglés...
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