04:37
03/09/13

Una pequeña zona metropolitana con gran futuro

Una pequeña zona metropolitana con gran futuro

Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.
Albert Einstein

Atendiendo la amable invitación de los alcaldes de Moroleón, Uriangato y Yuriria, visitamos este sábado estas tres ciudades que, con tan sólo 180 mil habitantes, conforman una de las más pequeñas de las 56 zonas metropolitanas de México y que, de detonar el enorme potencial de sus fortalezas combinadas, amplificarían grandemente su presencia en el sur del estado.

A media hora de Celaya, Irapuato, Morelia o Salamanca, y a hora y media de León o Guanajuato por la supercarretera a Morelia, se ingresa por Uriangato a la zona conurbada, famosa por los miles de talleres textiles familiares que confeccionan millones de prendas de vestir y sobreviven en la informalidad, acosados lo mismo por extorsionadores con credencial de Hacienda o del IMSS, que por sicarios con pistola o asaltantes carreteros, a la vez que compiten en condiciones desfavorables contra el masivo contrabando de mercancía china que inunda sus calles.

Al llegar se aprecian algunos centros comerciales en desuso o semidesiertos, pero ya en la ciudad la avenida principal te arroja de lleno entre miles de motociclistas, vehículos a vuelta de rueda, peatones sorteando penosamente autos, motos, prendas, maniquís y anaqueles que invaden y rebosan las banquetas apenas perceptibles a la que, creo, puede ser la calle de comercio textil más larga, compacta, desordenada, congestionada, bulliciosa, intensa, caótica, exhuberante y multicolor del mundo.

El arroyo Amoles cruza ambas ciudades, perdiéndose en el centro bajo una calle abovedada. Los alcaldes nos contagian con su sueño de verlo convertido en el Paseo de los Héroes, un parque lineal con andadores, ciclopista, bancas y juegos mecánicos, flanqueado por las necesarias vialidades que desahogarían el tráfico imposible y darían verdor y respiro a sus habitantes, en medio de la aridez de la mancha urbana.

Yuriria, “Pueblo Mágico”, se cuece aparte. En 1550 un fraile-arquitecto excepcional, Diego de Chávez y Alvarado, construyó la primera obra hidráulica de América: un canal para desviar aguas del cercano río Lerma e inundar esos lodazales, eliminando así la plaga de malaria generada en los pantanos, y formando la espléndida laguna de Yuriria que hoy conocemos. Nueve años, después este mismo fraile estaría celebrando la primera misa en el sobrio y majestuoso convento de San Agustín, que se encuentra a la altura de los más bellos de América o España, también obra suya.

Recorrimos el ex convento, los amplios y bellos jardines que lo rodean, visitamos el pequeño lago-cráter de La Joya que “mágicamente” ha venido anticipando los temblores al teñir de rojo sus aguas, recorrimos el flamante malecón y comimos a la orilla de la laguna. Con cantante a bordo, en una de las múltiples barcazas de motor contemplamos los pelícanos y nos contaron de los miles de aves migratorias que vienen desde Canadá en invierno. Paramos en Angostura, un caserío al otro extremo de la laguna, lugar donde acuden los turistas por miles, a disfrutar del lugar y comer accesibles y sabrosos platillos de pescado y mariscos, al más puro estilo de Barra Vieja en Acapulco. Regresamos contemplando el apacible atardecer sobre la laguna.

Les comenté que en estos dos años que les quedan pueden lograr una gran transformación; en Yuriria, además de convertirlo en el lugar natural de alojamiento de los visitantes a la zona, desarrollar la ribera de la laguna para tomar una tajada del proyecto de turismo de salud, orientado a los jubilados norteamericanos, tal como está sucediendo en Chapala. En Moroleón y Uriangato, aprovechar esas ocho hectáreas que nos mostraron, disponibles en el corazón de ambas ciudades, para instalar una central camionera única, un estacionamiento a consignación para los autos que se requieran y , también en consignación, locales para reubicar a los ambulantes (ya lograron una hazaña mayor: convencer a 60 mil motociclistas que usen el casco!) y despejar así de una vez por todas la “calle de la moda”, peatonalizándola por completo para que, con la gran voluntad que han mostrado, conviertan toda esta zona metropolitana en un próspero ícono del comercio y del recreo en la ciudad.

Javier Hinojosa

Presidente del Iplaneg

*[email protected]